
Un conjunto de restos óseos, que se estima tiene una antigüedad de al menos 10,000 años, fue recuperado en el municipio de Tula, en Tamaulipas, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El Instituto detalló que los restos pertenecen a tres especies de megafauna: un équido, un camélido y un proboscidio.
El biólogo Ángel Banda explicó que el primer resto identificado fue un coxal de proboscidio, visible en la superficie del terreno.
Sin embargo, aún se requieren análisis adicionales para determinar si pertenece a un mastodonte o a un mamut.

Durante la exploración, también se localizaron otros restos, como parte de una mandíbula con dientes de camélido y un molar superior de équido.
El sitio donde se encontraron los restos corresponde a un depósito aluvial compuesto por arenas, gravas y limos, lo que permitió la conservación de los fósiles.
Según el INAH, este tipo de depósitos son comunes en regiones donde los ríos y arroyos han transportado y acumulado materiales durante miles de años.
La presencia de restos de megafauna en este contexto sugiere que el área pudo haber sido un hábitat importante para estas especies durante el Pleistoceno tardío, una época caracterizada por la coexistencia de grandes mamíferos y los primeros grupos humanos.

Este descubrimiento fue posible gracias a un aviso ciudadano, que alertó sobre la presencia de un hueso visible en la pared de un arroyo de la región.
De acuerdo con el INAH, la notificación fue recibida el 17 de abril de 2025 por el Centro INAH Tamaulipas, lo que permitió la movilización inmediata de un equipo de especialistas al sitio.
La intervención evitó posibles saqueos y permitió la recuperación de los restos, que ahora se encuentran bajo análisis en las instalaciones del instituto en Ciudad Victoria.
El pasado geológico de Tamaulipas y la importancia del hallazgo
El INAH destacó que los restos recuperados están siendo sometidos a un proceso de limpieza y restauración en la Sección de Arqueología del Centro INAH Tamaulipas.
Este trabajo permitirá determinar con mayor precisión las dimensiones, la antigüedad y las posibles relaciones entre los fósiles encontrados y otros hallazgos previos en la región.
La información obtenida contribuirá al conocimiento sobre la fauna que habitó el noreste de México hace más de 10,000 años.
El descubrimiento en Tula se suma a otros hallazgos paleontológicos en Tamaulipas, una región que ha demostrado ser rica en restos de megafauna del Pleistoceno.
La recuperación de estos fósiles no solo amplía el conocimiento sobre las especies que habitaron la zona, sino que también ofrece pistas sobre las condiciones climáticas y geológicas de la época. Según el INAH, los estudios en curso permitirán establecer conexiones entre este hallazgo y otros registros fósiles en el noreste del país.