
Con frecuencia, el cuerpo humano emite señales que advierten sobre alteraciones en su funcionamiento, por lo que resulta fundamental prestar atención a cualquier síntoma inusual que pueda manifestarse. Estas señales, aunque a veces sutiles, pueden ser indicios tempranos de enfermedades que aún no han sido diagnosticadas.
Un ejemplo claro de esto es la aparición de una tonalidad amarillenta en los ojos, lo cual podría ser un signo de hepatitis, incluso en ausencia de otros síntomas evidentes.
La hepatitis es una afección que no siempre presenta signos de manera inmediata, pero en sus primeras fases pueden surgir manifestaciones como fatiga persistente y molestias en la zona abdominal.
Según explicó el doctor Sebastián Urzúa, estos síntomas iniciales pueden pasar desapercibidos o confundirse con otras dolencias comunes. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, aparecen señales más evidentes como la ictericia —una coloración amarilla en la piel y los ojos—, además de orina oscura y heces de tonalidad clara.

Diagnóstico de la hepatitis
El diagnóstico de la hepatitis se fundamenta principalmente en pruebas de laboratorio que permiten identificar la presencia de virus específicos en la sangre. Asimismo, se pueden solicitar estudios de imágenes para evaluar el estado del hígado y descartar posibles complicaciones.
Estas herramientas diagnósticas son complementadas con la elaboración de una historia clínica detallada, en la que se recopila información sobre posibles factores de riesgo, tales como la ingesta de alimentos contaminados o la práctica de relaciones sexuales sin protección.
La historia clínica es una herramienta fundamental para orientar el diagnóstico y establecer la causa probable de la enfermedad. En esta etapa, el profesional de la salud realiza una serie de preguntas destinadas a conocer los hábitos del paciente y su posible exposición a fuentes de contagio.

Algunas de las interrogantes más frecuentes incluyen si el paciente ha consumido recientemente alimentos en mal estado o si ha mantenido relaciones sexuales sin medidas preventivas, ya que estas condiciones pueden estar directamente relacionadas con la transmisión de determinados tipos de hepatitis.
En conclusión, la detección temprana de los síntomas y la adecuada interpretación de los factores de riesgo son esenciales para un diagnóstico oportuno de la hepatitis. Prestar atención a las señales del cuerpo y acudir al médico ante cualquier anomalía puede marcar la diferencia en el tratamiento y evolución de esta enfermedad.