
Con la llegada del calor y el aumento de las actividades al aire libre, la protección solar se vuelve más que una recomendación: es una necesidad. Aunque muchas personas ya han incorporado el uso del protector solar a su rutina diaria, no todos tienen claro que aplicarlo una vez por la mañana no es suficiente para mantener la piel cuidada durante toda la jornada. La clave está en la frecuencia con la que se retoca.
Independientemente de la connotación estética que se le ha dado a este producto en los últimos años, es importante destacar que no solo se trata de evitar la aparición de manchas, sino que al aplicar correctamente estarás disminuyendo las probabilidades de generar cáncer por la exposición a los rayos UV.

¿Cada cuánto debo reaplicar el protector solar?
Los dermatólogos coinciden en que el protector solar debe reaplicarse cada dos horas como regla general, especialmente si estás expuesto directamente al sol. En caso de sudoración excesiva, actividad física o contacto con el agua —ya sea en la playa o en la alberca—, se recomienda reaplicar cada 60 a 80 minutos, incluso si el producto dice ser “resistente al agua”.
Este hábito es crucial en la temporada de calor, cuando los rayos ultravioleta (UV) alcanzan su punto más alto. No importa si el cielo está nublado o si pasas parte del tiempo bajo sombra; los rayos UV atraviesan las nubes y también pueden reflejarse en superficies como el agua, la arena y el pavimento, incrementando el riesgo de daño solar.
El protector solar actúa como una barrera física o química que bloquea o neutraliza los efectos de los rayos UV. Con el paso del tiempo, esta capa protectora se degrada debido al sudor, el roce de la ropa, la fricción de las manos en el rostro o incluso por el ambiente.
Cuando no se reaplica con la frecuencia necesaria, la piel queda vulnerable, aumentando el riesgo de quemaduras solares, manchas, envejecimiento prematuro e incluso cáncer de piel. Reaplicar el protector solar de forma regular ayuda a mantener la piel a salvo de estos efectos acumulativos.

Consejos para cuidar tu piel del sol en temporada de calor
Además de aplicar el protector solar adecuadamente, hay una serie de hábitos que puedes adoptar para reforzar la protección de tu piel:
- Elige el protector solar adecuado: Opta por uno con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30, que proteja contra rayos UVA y UVB (de amplio espectro). Si tienes piel grasa o propensa al acné, busca opciones “oil-free” o con textura en gel. Para pieles secas, una fórmula hidratante es ideal.
- Aplica la cantidad correcta: La mayoría de las personas no usa suficiente producto. Para el rostro, se recomienda aplicar una cantidad equivalente a una moneda de 10 pesos. Para todo el cuerpo, alrededor de 30 ml (una onza), lo que equivale a una cantidad similar a un vasito de shot.
- Usa ropa protectora: Aunque no sustituye al protector solar, usar ropa de manga larga, sombreros de ala ancha y gafas de sol con protección UV puede reducir considerablemente la exposición directa al sol.
- Evita el sol entre las 10 a.m. y las 4 p.m.: Durante estas horas los rayos solares son más intensos. Si puedes, busca sombra o permanece en interiores durante ese período.
- No olvides zonas sensibles: Labios, orejas, cuello, manos y empeines suelen ser olvidados al aplicar protector solar, pero también están expuestos. Usa bálsamos labiales con FPS y no escatimes en cubrir todas las áreas expuestas.
- Incluye antioxidantes en tu rutina: Ingredientes como la vitamina C o el ácido ferúlico pueden ayudar a combatir los radicales libres generados por la exposición al sol. Muchos productos de cuidado facial los incluyen y potencian la acción del protector solar.

Protección solar todo el año
Aunque es en verano cuando más se habla del cuidado solar, la verdad es que el protector solar debe usarse todos los días del año. Los rayos UV están presentes incluso en invierno y pueden dañar la piel silenciosamente. La diferencia en temporada de calor es que la exposición suele ser mayor e intensa, por lo que reforzar los cuidados se vuelve vital.
En conclusión, reaplicar el protector solar cada dos horas es una práctica sencilla que puede marcar una gran diferencia en la salud de tu piel. No basta con protegerse una vez al día; la constancia y el cuidado diario son esenciales para prevenir daños a largo plazo y disfrutar del sol de forma segura. Así que ya lo sabes: tu piel te lo agradecerá hoy y siempre.