La historia detrás del nicaragüense que se infiltró en México tras el asesinato de JFK, ¿Qué vio y escuchó?

Los archivos desclasificados publicados por el Gobierno de Estados Unidos revelaron la historia de un supuesto aliado de la izquierda que influyó en una de las investigaciones más tensas de la Guerra Fría

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Esta es la historia del
Esta es la historia del nicaragüense que buscó implicar a Fidel Castro a través de mentiras ante agentes estadounidenses. (Jovani Pérez/Infobae México/Archivo General de la Nación)

El 19 de marzo, a raíz de una Orden Ejecutiva firmada por el actual presidente estadounidense Donald Trump, los Archivos Nacionales de Estados Unidos publicaron una serie de documentos desclasificados sobre el asesinato del mandatario John F. Kennedy, entre los cuales, se menciona el nombre de Gilberto Nolasco Alvarado Ugarte, un desertor del servicio de inteligencia nicaragüense

Nacido el 31 de enero de 1940 en Ciudad Rama, Departamento de Zelaya, Nicaragua, hijo de Sérvulo Alvarado Moreira y Zoila María Ugarte de Alvarado, el hombre ingresó a México en autobús el 29 de agosto de 1963 presuntamente con el objetivo de estudiar tácticas de guerrilla, sin embargo, de acuerdo con el registro de la Administración Nacional de Archivos y Registros (NARA) número 104-10015-10244, “el verdadero propósito de su viaje era una misión de infiltración para el Servicio Secreto de Nicaragua”.

Ugarte habría ingresado a tierra azteca bajo la fachada de ser miembro del Frente de Liberación Nacional de Nicaragua con el propósito de infiltrarse en organizaciones de izquierda en su camino hacia Cuba. En sus declaraciones, Alvarado aseguró que la información obtenida durante su visita era transmitida al mayor Roger Jerez, agregado militar de la Embajada de Nicaragua en México, cuya oficina se encontraba en “Pasaje Latino, Interior 513″, detalló el documento.

El 25 de noviembre de 1963, apenas tres días después del asesinato del presidente John F. Kennedy en Dallas, Texas, Alvarado Ugarte contactó a la embajada de Estados Unidos en México asegurando tener información sustancial relacionada al caso, específicamente sobre Lee Harvey Oswald, el asesino solitario.

En su testimonio, documentado en el registro ya mencionado, aseguró haber visto a Oswald en el Consulado de la República Cubana en la Ciudad de México el 18 de septiembre de ese mismo año.

El testimonio de Gilberto Nolasco Alvarado Ugarte

Ficha de datos personales de
Ficha de datos personales de Gilberto Nolasco Alvarado Ugarte en el registro 104-10535-1000. (National Archives EEUU)

Después de ser detenido por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), el 28 de noviembre de 1963, Alvarado fue entregado a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de México, encabezada entonces por Fernando Gutiérrez Barrios, quien lo entrevistó ese mismo día.

En ese momento Ugarte tenía 24 años y declaró “ser soltero, católico, con instrucción, de oficio chofer”, según el registro número 104-10535-10001. Durante el interrogatorio declaró que llegó a México de manera ilegal por Ciudad Cuauhtémoc, Chiapas, el 29 de agosto tras sobornar con una suma de 200 pesos mexicanos a un empleado de migración en la Frontera México-Guatemala.

El archivo 104-10015-10244 afirma que acudió al Consulado de Cuba el 18 de septiembre de 1963 con el objetivo de entregar las fotos de su pasaporte al entonces cónsul cubano, Eusebio Azcue, sin embargo, mientras aguardaba en la sala de espera, vio a un grupo de aproximadamente ocho personas entrar al recinto y dirigirse a la oficina de Azcue. En ese momento, según el testimonio de Ugarte, un empleado cubano conocido como “Juan José”, salió de la oficina y le pidió que le entregara sus fotografías.

El nicaragüense pidió que le indicarán la ubicación del baño de caballeros, lo que le permitió conducirse a través de un pasillo que desembocaba en el patio donde los sujetos que le resultaron sospechosos mantenían una conversación.

“De pie junto a la puerta del baño”, enuncia el registro, “vio a un grupo de tres personas conversando en el patio, a pocos metros de distancia. Una de ellas era un hombre ‘negro’, alto y delgado, con cabello rojizo que parecía teñido. Tenía pómulos prominentes y una marcada marca de nacimiento en la parte inferior derecha de la barbilla. Hablaba repetidamente con acento cubano y también hablaba algo de inglés. Otro era un hombre blanco a quien el sujeto había visto previamente con un pasaporte canadiense en la sala de espera. Esta persona tenía ojos verdes y cabello rubio oscuro, peinado con un tupé ‘existencialista’. Llevaba gafas de esas con una superficie exterior espejada. La tercera persona era Lee Harvey Oswald”.

Esta es la conversación que,
Esta es la conversación que, presuntamente, Ugarte escuchó, documentada en un registro de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA). (National Archives EEUU)

Una de las afirmaciones que generaba desconfianza alrededor del testimonio, era que, según lo documentado, Ugarte aseguraba que Oswald, quien presuntamente vestía una chaqueta deportiva negra, una camisa blanca abotonada con solapas cortas, sin corbata y pantalones gris oscuro, también llevaba gafas transparentes, una característica que no pertenecía al magnicida.

Después de lo mencionado, Ugarte vio a un ciudadano cubano unirse al grupo momentáneamente, a quien describió como un hombre de “cabello rizado, vestía traje marrón y corbata a rayas rojas”, al que calculó aproximadamente 37 años, y entregarle dinero estadounidense al sujeto identificado como “Negro”.

De acuerdo con el registro 104-10015-10244, fue ahí cuando Ugarte escuchó la siguiente conversación:

-Negro: (en inglés) Quiero matar a ese hombre.

-Oswald: No eres lo suficientemente hombre. Puedo hacerlo.

-Negro: (en español) No puedo ir contigo. Tengo mucho que hacer.

-Oswald: La gente me espera allá atrás.

Tras esas palabras, “Negro” le entregó a Oswald 6,500 dólares en billetes estadounidenses de alta denominación, diciendo “esto no es mucho” y 200 pesos mexicanos; más tarde, el sujeto vio a una mujer que aparentemente era una empleada cubana del Consulado.

El testimonio inicial de Alvarado fue tomado con seriedad por las autoridades mexicanas y estadounidenses ya que reforzaba la hipótesis de una conspiración cubana en el asesinato de Kennedy.

Según los documentos, el resentimiento venía de una sensación de traición por parte de Kennedy tras la fallida invasión de Playa Girón en 1961, donde se buscaba derrocar a Fidel Castro. Según los informes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de México, los exiliados cubanos en México criticaban la “indiferencia” del gobierno estadounidense hacia la situación del país ubicado en las Antillas del mar Caribe.

Cómo terminó el caso

La confesión del nicaragüense fue
La confesión del nicaragüense fue investigada con un polígrafo tras generar dudas entre altos mandos de inteligencia. (National Archives EEUU)

De acuerdo con un archivo de la CIA, el 30 de noviembre de 1963, Alvarado admitió en una declaración escrita no haber visto ni a Oswald ni a ninguna persona recibiendo dinero en dicha sede diplomática, igualmente, reconoció que las afirmaciones previas sobre llamadas repetidas a la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México el 20 de septiembre eran falsas, asegurando que su contacto real con funcionarios estadounidenses ocurrió el 25 de noviembre, cuando se reunió con un asesor de la Fuerza Aérea.

En su confesión, Alvarado justificó que “su motivo para contar esta historia falsa sobre haber visto a Oswald pagado en la Embajada de Cuba era facilitar su llegada a Estados Unidos para participar en acciones contra Fidel Castro. Afirma que odia a Castro y pensó que, de ser creída, su historia sobre Oswald ayudaría a que Estados Unidos tomara medidas contra Castro”, detalló el documento desclasificado.

El archivo detalla que Alvarado también se sometió a una prueba de polígrafo, cuyo resultado reveló inconsistencias y evidencia de engaño en sus afirmaciones, lo que le llevó a describir su versión falsa como “un error honesto”. Tiempo después, fue finalmente repatriado a Managua el 8 de diciembre de 1963.

En relación con las circunstancias de su confesión, el registro clasificado 104-10102-1012 añade que, tras retractarse de sus declaraciones, Alvarado afirmó que modificó su historia tras sentirse presionado y “maltratado mentalmente” En sus propias palabras, según el documento, mencionó haber sido amenazado verbalmente con “ser colgado por sus testículos”, sin embargo, documentos del caso señalan que no existió evidencia de abuso físico durante su detención en México.

Adicionalmente, Alvarado insistió en haber realizado visitas frecuentes a la Embajada de Cuba con un objetivo distinto al inicialmente referido, intentar obtener documentación falsa que le permitiera viajar a la isla para recibir entrenamiento en sabotaje.