21 de marzo, Día de la Poesía: tributo a Friedrich Hölderlin

Este día conmemoramos y lo celebramos recordando el aniversario del natalicio del entrañable poeta (20 de marzo de 1770 – 7 de junio de 1843), uno de los escritores en lengua alemana más relevantes de todos los tiempos

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María Vázquez Valdez, escritora y
María Vázquez Valdez, escritora y doctora en teoría crítica Crédito: (Cortesía de la autora)

Friedrich Hölderlin, un poeta que llegó a las alturas de la palabra y la conciencia, y también al silencio y a la reclusión más intensos, encarna la figura del poeta en sus cúspides más pronunciadas, con la capacidad de adentrarse en la poesía de por vida: la poesía como el lugar donde convergen la luz y la oscuridad, donde se vuelve dulce la palabra, una tierra de vendaval, pero sobre todo, una tierra luminosa.

La poesía de Hölderlin decanta una ruta que lleva hasta el fondo del poeta, hasta sus entrañas, lo desdobla en sí mismo, le hace caer en la oscuridad también, como el mismo poeta lo diría cuando menciona: “A veces el genio cae en la oscuridad y se hunde en el oscuro pozo de su corazón”. Esta es una frase que el poeta Paul Celan subrayó en una biografía de Hölderlin, que se encontró en su escritorio en 1970, poco después de que el poeta francés se lanzara al río Sena.

Sin embargo, en su obra Hölderlin mostró también la salida de esa oscuridad hacia alturas insospechadas para la palabra. El mismo Martin Heidegger llamó a Hölderlin “el poeta de los poetas”. Y esa ha sido su figura y su obra, para muchos poetas que le han sucedido.

Uno de los contextos que Hölderlin destacó en esa luminosidad fue el de la vida misma, la vida cotidiana: “Quien piensa en lo más profundo, ama lo más vivo: después de haber mirado bien el mundo, comprendemos lo que es la virtud. Y muy a menudo los sabios terminan prendados de lo bello”.

El poeta Johann Christian Friedrich
El poeta Johann Christian Friedrich Hölderlin Crédito: Wikimedia Commons/Franz Carl Hiemer

En Hölderlin, como en grandes poetas, el arte se funde y se confunde con lo divino, y el hilo conductor con lo humano, el vínculo entre lo finito y lo infinito, es la belleza: “Ustedes, que buscan lo más alto y bello, ¿Saben su nombre? ¿El nombre de lo que es el uno y el todo? Su nombre es belleza”.

ORÍGENES

El poeta de los poetas, Johann Christian Friedrich Hölderlin nació en Lauffen, condado de Wurtemberg, Alemania, el 20 de marzo 1770, y falleció en Tübingen el 7 de junio de 1843.

En 1788, a los 18 años, entró como becario al seminario de Tübingen, donde alimentó una importante amistad con Hegel y Schelling, con quienes estableció también una estrecha influencia mutua. Muy pronto se adentró en la filosofía helénica y en la obra de Platón, en el estudio de Spinoza, Leibniz y Kant, y se alejó de la religión para estudiar literatura y filosofía clásicas. Ya entonces, Hölderlin buscaba y reflexionaba en torno a una idea panteísta, relacionada con la unidad y la armonía del ser. Una búsqueda por trascender la enajenación del ser humano.

Era la época de la Revolución Francesa, es decir, en el país vecino se estaba llevando a cabo uno de los movimientos más importantes de su tiempo, y esto despertó en el poeta el deseo de una “nueva época dorada para la humanidad”, con la reivindicación de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.

Incluso hay una anécdota en torno a Hölderlin, Hegel y Schelling plantando un árbol de la libertad y celebrando el culto a la diosa de la razón, que identificaban con la diosa de la sabiduría.

El poeta Johann Christian Friedrich
El poeta Johann Christian Friedrich Hölderlin Crédito: Wikimedia Commons/Johann Jaritz

El contexto del cambio permeaba todo a finales del siglo XVIII, e incluso Hegel escribió, en el prólogo de su Fenomenología del espíritu: “No es difícil darse cuenta, por lo demás, de que vivimos en tiempos de gestación y de transición hacia una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su ser allí y de su representación y se dispone a hundir eso en el pasado, entregándose a la tarea de su propia transformación”.

En esa época, Hölderlin, Hegel y Schelling escribieron el “Primer Programa de un Sistema del Idealismo Alemán”, que es un manifiesto colectivo en la historia de la filosofía. Pero pronto Hölderlin dejó el seminario, y los tres filósofos se separaron. Mucho tiempo después, Teodoro W. Adorno afirmó que el ideal de Hölderlin permanecería mucho menos contaminado en comparación con el del idealismo filosófico. Es un ideal que logró resolver por medio de su poesía, incluso desde el silencio, ya que su obra permaneció en el olvido hasta que Nietzsche la recuperó medio siglo después.

El poeta mexicano José Vicente Anaya, en su libro Poesía Poetas, se refiere a Hölderlin y a la época en la que vivió así: “(…) la pregunta de este gran poeta fue ‘¿Y para qué ser poeta / en tiempos de miseria?’ Ese tiempo oscuro, pues, no merecía tener poetas y, por consiguiente, ni poesía. Friedrich Hölderlin lo cumplió con el silencio poético durante casi los últimos cuarenta años de su vida. Desde ese momento, dijo este poeta, la humanidad quedó sin dioses y ‘abandonada en tinieblas subterráneas’. Martín Heidegger argumenta que esa oscuridad continuó, ergo, si los poetas querían asumir su vocación habrían de ejercer una poesía de luz que creara girones de fuego entre la noche oscura”.

Esa época en que Hölderlin estudió en Tübingen la matiza también Hermann Hesse, un siglo más tarde, en su biografía Bajo las ruedas, donde describe con precisión el contexto en que se educó Hölderlin, porque el mismo Hesse estudió ahí. En su libro Demián, Hermann Hesse escogió el seudónimo Sinclair, en honor a Hölderlin, y a su generoso mecenas.

Poco tiempo después de dejar su lugar como becario en el seminario de Tübingen, Hölderlin, con ayuda de Friedrich Schiller, otra gran influencia para él, consiguió una plaza como preceptor. En esa época tuvo contacto también con Goethe, y con Novalis, el gran poeta de los Himnos a la noche.

The German philosopher Frederich Nietzsche
The German philosopher Frederich Nietzsche (1844-1900). (Photo by © Hulton-Deutsch Collection/CORBIS/Corbis via Getty Images)

En 1799 terminó su novela Hiperión, que tiene características de novela epistolar y de diario íntimo, y que es un libro singular, un destilado de siete años de trabajo apasionado de Hölderlin; de hecho fue Schiller quien le apoyó para publicar las primeras partes en su revista Thalia.

AMORES DE HÖLDERLIN

Podemos saber de los amores de Hölderlin por medio de su correspondencia, a través de grandes obras epistolares como su Correspondencia amorosa, que incluye cartas a sus amadas, especialmente Louise Nast y Sussette Gontard.

De este registro epistolar podemos abundar en la relación amorosa de Hölderlin con ambas: en el caso de la primera, se trata de un apasionado amor de juventud, y de la única mujer con la cual el poeta se comprometió en matrimonio; y de la segunda —Sussette, su “Diótima”—, del profundo amor hacia la mujer del banquero Gontard, en cuya casa el poeta fue preceptor de sus hijos.

También hay referencias contenidas en cartas a sus amigos, como es el caso de Neuffer, y en el caso de Sussette, se conservan en ese compendio cartas escritas por ella a Hölderlin, recuperadas y publicadas por su familia.

Otra antología epistolar es Cartas, donde se trasluce el interés de Hölderlin por la filosofía, siendo poeta en el más extenso sentido de la palabra. En estas cartas se devanan esos ideales de Hölderlin a los que me he referido, pero también una desazón, una soledad acentuada, y se entrevé también su pasión por ser lo que somos, y conocer lo que no somos.

En Cartas se entrevé la fuerza del gran amor de Hölderlin por Sussette Gontard, quien muere prematuramente en 1803, cuando ya ciertos síntomas de trastorno mental se agudizan en Hölderlin, y desembocan en que en 1806 es internado en una clínica de Tübingen, señalado por desarrollar un trastorno mental.

Un ebanista que había leído Hiperión lo acogió en su casa al año siguiente, y ahí permaneció el poeta durante 37 años, en gran medida sumido en el silencio, pero ciertamente fundido con la naturaleza, en la contemplación extenuada de la belleza, recorriendo jardines, admirando sauces, palpitando con el río; 37 años, exactamente la mitad de su vida, en constante diálogo consigo mismo y con la naturaleza.

El poeta Johann Christian Friedrich
El poeta Johann Christian Friedrich Hölderlin Crédito: Wikimedia Commons/Dominio Público

INFLUENCIAS Y “LOCURA”

El tema de la locura es sin duda grande e importante en la vida y en la obra de Hölderlin, aunque estudiosos de su obra no retoman esta cuestión como preponderante. De hecho, Pierre Bertaux, un germanista francés, con una extensa obra acerca de Hölderlin, deja de lado la consideración de una patología en el poeta; ni siquiera se refiere a ella.

Ciertamente, desde esos abismos deslumbrados, que en su época fueron considerados como locura incurable, la lucidez de Hölderlin es intensa cuando irradia en cada poema, palabras de un sol al mediodía:

“LA PRIMAVERA”

De Poemas de la locura

De lejanas alturas desciende el nuevo día,

despierta de entre las sombras la mañana,

a la humanidad sonríe, engalanada y alegre,

de gozo está la humanidad suavemente penetrada.

Nueva vida desea al porvenir abrirse,

con flores, señal de alegres días,

cubrir parece la tierra y el gran valle,

alejando la Primavera todo signo doloroso.

(3 de marzo de 1648).

En esa época de contemplación, Hölderlin escribe, y escribe mucho. Hay un silencio, un alejamiento del mundo, desde su torre en Tübingen, un silencio que sin embargo no lo es para la poesía misma. Escribió mucho, y lamentablemente la mayoría de lo que escribió entonces se perdió.

En su momento, no se consideraba a Hölderlin un gran poeta, en su torre, recluido, cayó en el olvido. Pero de lo que se perdió, se recuperaron 49 poemas que dan cuenta de su actividad intelectual en esa etapa, y que nos muestran unos años oscuros, pero profundamente luminosos.

La edición de Hiperión contiene esos 49 poemas, que son sin duda un himno a la existencia, al ser humano, a la belleza, y a la reflexión acerca de la vida:

“LA VISIÓN”

(De Poemas de la locura)

Cuando la vida de los hombres va perdiéndose,

como una lejanía donde resplandeciera el tiempo de los sarmientos,

vacía se contempla la campiña del verano,

con oscura imagen el bosque aparece.

Que la naturaleza termine la imagen de los tiempos,

que se demore, hasta alcanzar

la perfección, y que la cima de los cielos

para los hombres brille, como árboles de flores que estallan.

(24 de mayo de 1748).

La impronta de Hölderlin es evidente en los grandes poetas de los siglos recientes. Influyó en grandes filósofos y poetas alemanes, como Martin Heidegger; también influyó en Georg Trakl, el poeta austriaco, cuya vida y obra culminaron cuando tenía sólo 27 años, luego de una depresión intensa y graves crisis nerviosas.

Aquí tenemos un interesante asomo de la bisagra que une a la locura y a la poesía, que a lo largo de numerosas obras de poetas ha demostrado que ambos son terrenos distintos pero no distantes, e incluso se vislumbran, en la vida y en la obra de esos poetas, como sitios adyacentes: a veces fundidos, confundidos, traslapados.

En la palabra poética hay una abstracción del contexto, del mundo, podríamos decir, configurado en geometrías y fulgores de una imaginación visionaria, alterna, a menudo estigmatizada hasta la exclusión.

Michel Foucault aborda esta idea de locura, a partir de la cual la palabra no transita, en casos como el de Hölderlin, como lo hace para los otros, y nos dice que la palabra del loco, desde la lejana Edad Media carece de valor, verdad e importancia en los procedimientos comunes, y sin embargo se le adjudican ciertas capacidades para enunciar verdades ocultas, predecir el porvenir y percibir lo que permanece oculto para los otros. Estas capacidades también se adjudican a los poetas.

La palabra del loco, a diferencia de la palabra del poeta, es olvidada, ignorada y sin embargo es, como para el poeta, el sitio en el cual se cataliza su locura. De ahí deviene la exclusión en muchos casos, por supuesto. Luego de finales del siglo XVIII, la palabra llega a considerarse una fórmula para desenredar el hilo de lo que se enuncia como locura, pero la exclusión no desaparece: cambia de procedimientos.

Hölderlin pues sigue escribiendo desde su torre de Tübingen, deja de reconocer a las demás personas, olvida su propio nombre, fecha sus poemas hasta cien años después. Y un día, un 7 de junio de 1843, fallece en paz, después de una larga, lúcida y fructífera contemplación a través de su ventana:

“Entonamos cánticos sagrados a aquello que perdura, que sobrevive bajo mil formas cambiantes; a lo que fue, es y será; a la unión indisoluble de los espíritus, que son uno desde el origen y para siempre, pese a que la noche y las nubes los separen; y los ojos de todos se anegaron de lágrimas con el sentimiento de esta vinculación y de esta inmortalidad”.

* María Vázquez Valdez. Poeta, editora, periodista y traductora mexicana. Autora de once libros publicados, entre los cuales se encuentran los poemarios Caldero, Estancias, Kawsay, la llama de la selva, y Geómetra. También es autora de Voces desdobladas / Unfolded voices (libro bilingüe de entrevistas a mujeres poetas de México y Estados Unidos, 2004), Estaciones del albatros (ensayos, 2008), y de cinco libros para niños y jóvenes.

Doctora en Teoría Crítica, maestra en Diseño y Producción Editorial, y licenciada en Periodismo y Comunicación. Ha traducido varios libros del inglés al español, y ha recibido becas y apoyos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos y de la Secretaría de Cultura de México.

En distintas etapas, colaboradora en diversos medios, entre ellos las revistas Mira y Memoria de la CDMX; los periódicos Tiempo (San Cristóbal de las Casas), El Nuevo Mexicano (Santa Fe, Nuevo México), La Opinión (Los Ángeles, California), y el colectivo Bedröhte Volker, de Viena, Austria.

Ha sido parte del equipo editorial de la Academia Mexicana de la Lengua, y de diversos medios, entre ellos la revista GMPX de Greenpeace y la Editorial Santillana. Fue jefa de publicaciones de la Unión de Universidades de América Latina (udual), cofundadora y directora editorial de la revista Arcilla Roja, miembro del consejo editorial de la revista de poesía Alforja desde su fundación, y directora de la Biblioteca Legislativa y de la Biblioteca General del H. Congreso de la Unión.