A menudo utilizamos objetos cotidianos sin cuestionarnos demasiado sobre cómo funcionan o por qué están diseñados de determinada manera, sin embargo, muchos de estos elementos tienen características que pasan desapercibidas y que desempeñan roles cruciales que desconocemos.
Los candados, por ejemplo, parecen simples y directos en su función; generalmente, están compuestos por una carcasa metálica, un pestillo que se puede cerrar y abrir mediante una combinación o una llave, y una curvatura que se engancha en una parte fija, aunque varían significativamente en diseño y materiales de fabricación para adaptarse a diferentes necesidades de seguridad, pueden estar hechos de acero, latón, hierro o aleaciones de alta resistencia, lo que influye en su durabilidad y resistencia a intentos de corte o sabotaje.
En cuanto a los diseños, existen candados de llave, de combinación, e incluso modelos inteligentes que se abren con aplicaciones móviles; algunos son compactos y ligeros, ideales para maletas o mochilas, mientras que otros son grandes y robustos, diseñados para asegurar portones o cercas, pero más allá de su propósito obvio de proteger lo valioso, esconden secretos y detalles ingeniosos que, probablemente, nunca habíamos notado, por ejemplo, el pequeño agujero en la parte inferior de su diseño.
Cuál es la función del agujero bajo el candado
Según el canal de YouTube “Oscar Hernández Ideas y Trucos para el Éxito”, el pequeño orificio en la parte inferior de algunos candados no sirve para abrirlos con un alambre, como popularmente se cree. En realidad, este elemento tiene un propósito importante relacionado con la durabilidad y el correcto funcionamiento del candado.
El proveedor australiano de sistemas de seguridad Twenty First Security, detalla que este orificio actúa como un drenaje para los candados que frecuentemente se utilizan al aire libre y están expuestos a la lluvia y humedad. Gracias a su ubicación, el agua sale del interior, evitando que los componentes metálicos se oxiden y, en climas muy fríos, su diseño previene que el agua acumulada se congele dentro del mecanismo, lo que podría ocasionar atascos o daños a causa de la expansión del hielo.
Por otro lado, este orificio tiene otro uso práctico al permitir la aplicación de lubricante en el interior del candado y facilitar su mantenimiento. Utilizando un lubricante adecuado y, preferiblemente, una boquilla delgada, se puede limpiar y mantener en óptimas condiciones el mecanismo interno.
Mecanismo de un candado
El portal web de Cerrajeros Madrid explica que existen dos tipos principales de mecanismos de cierre en los candados: modulares e integrados.
En el mecanismo modular, la llave introduce pasadores de bloqueo, generalmente rodamientos de bolas metálicas, que se deslizan en los agujeros correspondientes de la cerradura y aunque todas las piezas del mecanismo trabajan en conjunto, están diseñadas de manera interconectada, permitiendo que la cerradura se desmonte. De acuerdo con los especialistas, una de las ventajas de este diseño es que permite que el candado se bloquee automáticamente, sin necesidad de volver a introducir la llave o combinación para cerrarlo.
Por otro lado, en el caso del mecanismo integrado, la cerradura se acciona directamente con la llave y no se puede desmontar; si una cerradura integrada llega a desmontarse, implica que está rota, ya que el mecanismo se ha separado de la cerradura. Además, este tipo de mecanismo generalmente requiere volver a usar la llave para cerrar el candado tras abrirlo.
El origen de los candados
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La historia de los candados, se remonta a miles de años atrás, cuando las primeras civilizaciones comenzaron a desarrollar dispositivos rudimentarios para proteger sus bienes. De acuerdo con Candado Seguro, los primeros aparecieron en regiones como Mesopotamia y Egipto, donde se utilizaban mecanismos simples hechos de madera para resguardar templos, tumbas y hogares que sentaron las bases de lo que más tarde se convertiría en una tecnología esencial para la seguridad.
Con el avance de las técnicas de metalurgia, los candados experimentaron una transformación significativa tanto en diseño como en materiales, reemplazando la madera por hierro y bronce, brindándole mayor resistencia y durabilidad así como diseños más complejos, con mecanismos internos que ofrecían mayor seguridad contra intentos de apertura no autorizados.
Posteriormente, la invención del candado de cilindro por Linus Yale Jr. en el siglo XIX, consolidó el progreso alcanzado durante siglos de innovación, un diseño que, basado en un sistema de pines y cilindros, ofreció un nivel de seguridad sin precedentes y se convirtió en un modelo ampliamente adoptado en todo el mundo que sigue siendo utilizado hasta hoy.