Nenúfares: cómo es la planta con la que los mayas purificaban el agua en Tikal

Con ayuda de diversos minerales y especies vegetales locales, esta civilización desarrolló uno de los primeros sistemas de gestión hídrica en el mundo

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Cenote maya en Cancún. (Difusión)
Cenote maya en Cancún. (Difusión)

En las profundidades de la selva guatemalteca, en las ruinas de Tikal, una de las ciudades más emblemáticas de la civilización maya, sus antiguos pobladores desarrollaron un avanzado sistema de filtración para hacer frente a la escasez estacional de agua, en el que emplearon materiales como cuarzo cristalino, zeolita y plantas acuáticas, que en aquel entonces eran comunes en el entorno.

Según un estudio llevado a cabo por un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Cincinnati, difundido por National Geographic, los minerales utilizados en este sistema de gestión hídrica eran importados desde lugares lejanos con el fin de construir tamices naturales que eliminaran microbios, compuestos ricos en nitrógeno, metales pesados como el mercurio y otras toxinas del agua. Sin embargo, este sistema no fue suficiente para contrarrestar la contaminación causada por el uso de cinabrio, un pigmento rojo que empleaban en sus construcciones, el cuál liberó cianobacterias tóxicas en los embalses, contribuyendo a una eventual crisis hídrica que, según National Geographic, anticipó el abandono de la ciudad.

Por otro lado, basándose en la prevalencia y diversidad de las especies vegetales macrófitas e hidrófitas en los humedales actuales de Centroamérica, en un artículo publicado por Lisa J. Lucero en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se estima que los embalses mayas podrían haber albergado una amplia variedad de plantas acuáticas, tanto comestibles como medicinales, las cuales también desempeñaron un papel importante en la purificación del agua.

El papel de las plantas acuáticas en la gestión hídrica maya

El sistema radicular de los
El sistema radicular de los nenúfares está adaptado a ambientes acuáticos, ya que sus raíces se anclan en el sedimento del fondo, mientras que sus hojas flotan sobre la superficie del agua. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Además de los materiales minerales, los mayas también aprovecharon la biodiversidad de su entorno para mantener la calidad del agua. Según Lisa J. Lucero, entre las plantas que utilizaban se destaca el nenúfar (Nymphaea ampla). Esta especie hidrófita, que aparece con frecuencia en la iconografía maya clásica, absorbía nutrientes como nitrógeno y fósforo, limitando el crecimiento de algas y manteniendo el agua clara.

Sin embargo, dado que el nenúfar es una planta que sólo prospera en aguas limpias, claras y ligeramente alcalinas, para garantizar su crecimiento, los mayas revistieron los depósitos de agua con materiales impermeables como la arcilla con el objetivo de estabilizar los niveles de pH y crear un entorno propicio para que pudiese sobrevivir. Además, de acuerdo con Lucero, las hojas de los nenúfares ayudaban a reducir la evaporación, mantenían el agua fresca y proporcionaban refugio a depredadores naturales de mosquitos, como peces y libélulas.

“Los nenúfares no toleran condiciones ácidas ni demasiado calcio, como la piedra caliza, ni altas concentraciones de ciertos minerales como el hierro y el manganeso. Además, dado que las raíces de los nenúfares se adhieren al sedimento del fondo, si contiene demasiada materia orgánica en descomposición, los gases liberados, como el metano, el etileno y los fenoles, pueden ser tóxicos para ellos”, detalló la especialista.

Los embalses de Tikal no solo proporcionaban agua potable, sino que también sustentaban un ecosistema diverso que beneficiaba a la población. Según PNAS, estos depósitos albergaban peces, anguilas, tortugas, crustáceos y moluscos, que servían como fuente de alimento y contribuían al equilibrio ecológico del sistema. Además, los desechos orgánicos generados por estos organismos, junto con las plantas acuáticas saturadas de nutrientes, eran dragados periódicamente y utilizados como fertilizantes para los campos y jardines.

Los nenúfares en la civilización maya

Las flores de los nenúfares
Las flores de los nenúfares abren durante el día para atraer a polinizadores y se cierran por la noche para proteger su estructura reproductiva.

Según el libro Etnomedicina en Mesoamérica de Manuel Aguilar, citado por el portal Arqueología Mexicana, la antigua cosmogonía maya atribuía a los hongos un papel esencial en los rituales chamánicos, pues la ingesta de estas sustancias permitía al chamán acceder al mundo de Chac, el dios de la lluvia, y controlar este fenómeno natural desde dicho plano espiritual.

El nenúfar, también llamado loto blanco, fue una de las especies que se utilizaron como alucinógeno y, al ser símbolo de linaje, desempeñaba un importante rol simbólico en la cultura maya. Esta planta era considerada un vínculo clave en la cadena de fertilidad, pues se le atribuía una influencia directa en el ciclo de la vida: los peces de estanques y ríos se alimentaban de esta planta, mientras que el agua enriquecida por el nenúfar fertilizaba los suelos, favoreciendo así el crecimiento del maíz, base de la dieta y la vida espiritual maya.

De igual manera, el loto blanco también tenía una conexión simbólica con la muerte. En esculturas mayas, se representaba emergiendo de partes del cuerpo relacionadas con los sentidos, probablemente para destacar sus efectos psicotrópicos.

De acuerdo con Lucero, los nenúfares, asociados al agua limpia, simbolizaban la realeza durante el período clásico maya, una relación evidenciada en la representación conjunta de reyes y nenúfares en elementos como la arquitectura monumental, estelas y murales, como en Bonampak. Además, los gobernantes solían utilizar tocados adornados con estas plantas y, de igual manera, en diversas inscripciones figuran términos como Nab Winik Makna o “señores de los nenúfares”, en referencia a los reyes, y Ah Nab o “pueblo de los nenúfares”, en alusión a la nobleza maya.

También el agua limpia estaba profundamente vinculada al poder político y religioso de la élite maya, razón por la que los reservorios más grandes se encontraban cerca de los palacios y templos, detalló el artículo. Además, los gobernantes eran responsables de garantizar el acceso al agua potable y de organizar ceremonias relacionadas con la lluvia y a dioses como Chahk.

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