
Mientras los funcionarios de Alaska trabajan incansablemente en una de las mayores operaciones de evacuación aérea en la historia del estado, trasladando a más de mil personas desde aldeas remotas afectadas por las inundaciones provocadas por los restos del tifón Halong, otro rescate igualmente conmovedor se desarrolla de forma paralela, aunque con menos visibilidad: el de decenas de perros abandonados que esperan reencontrarse con sus familias.
De acuerdo con información difundida por la agencia de noticias Associated Press (AP), los anegamientos han afectado a 11 pequeñas comunidades rurales en la costa del mar de Bering, incluyendo Kipnuk y Kwigillingok, donde muchas viviendas quedaron inhabitables, mas no podrán ser reparadas antes del próximo verano debido a la llegada del invierno y las primeras nevadas.
En medio de este escenario devastador, los vuelos de evacuación militar no permitieron llevar mascotas. Al respecto, las autoridades explicaron que la prioridad era salvar vidas humanas, sin embargo, para muchas familias rescatadas, dejar atrás a sus animales de compañía ha sido una de las decisiones más difíciles. En Kipnuk, se estimó que entre 50 y 100 perros quedaron atrás tras la salida de sus dueños.
Fue entonces cuando Bethel Friends of Canines, una organización sin fines de lucro con sede en la ciudad regional de Bethel, a unos 150 kilómetros de Kipnuk, decidió actuar. Así, al enterarse de la situación, alquilaron un avión para comenzar la evacuación canina.
“Nos cuesta $3,000 dólares hacer esto y no sabemos cuántas veces tendremos que llevarlo a cabo”, explicó Jesslyn Elliott, organizadora del rescate. “Nunca habíamos tenido un desastre natural de esta magnitud. Así que todo esto es muy, muy extraño y nuevo para nosotros. Por lo que simplemente estamos improvisando”.
De acuerdo con AP, el primer vuelo con perros llegó a Bethel el miércoles por la noche. Desde entonces, varios más han seguido la misma ruta, trayendo a decenas de caninos que fueron recibidos por la organización. Antes del desastre, detallaron que el refugio solo albergaba entre 15 y 20 canes a la vez; ahora, han recibido hasta 15 cánidos por vuelo.
En redes sociales, particularmente en Facebook, Bethel Friends of Canines ha logrado recaudar más de $22,000 dólares para financiar la operación.
Héroes anónimos detrás del rescate

A medida que la población de Kipnuk disminuía con cada vuelo de evacuación, los cuidadores de animales sabían que debían moverse rápido. “No quedará nadie allí”, dijo en aquel momento Susan Shaffer Sookram, veterinaria involucrada en la operación. “Tenemos que acelerar la salida de los animales de lugares a los que solo se podía acceder, primero en helicóptero y ahora en avionetas”.
Los últimos en quedarse en estas comunidades remotas fueron algunos maestros, quienes se convirtieron en elementos fundamentales del rescate. A su vez, las escuelas, convertidas en refugios de emergencia, fueron centros de reunión para las labores de auxilio, y fue ahí donde se empezaron a reunir los animales.
Según el superintendente del distrito escolar de Lower Kuskokwim, Andrew “Hannibal” Anderson, citado por AP, fueron dos o tres los docentes que ayudaron directamente en el rescate, cargando a los perros en jaulas en la pista de aterrizaje.
Cuando Matthew Morgan, voluntario de Bethel Friends of Canines, llegó a Kipnuk, los profesores ya habían alimentado a los lomitos, los habían convencido de entrar en jaulas y los etiquetaron con los nombres de sus dueños. “Hay algunos héroes en Kipnuk. Son los últimos que quedan allí”, dijo Morgan. Sin ellos, “habríamos pasado la noche persiguiendo perros en el barro”.
Una oportunidad para reencontrarse

Mientras los caninos siguen llegando a Bethel, algunos otros ya se han reunido con sus dueños. De acuerdo con AP, hasta el jueves por la mañana, al menos ocho perros fueron entregados a sus dueños en Anchorage, una de las principales ciudades a donde fueron evacuadas muchas familias.
No obstante, la mayoría de los propietarios necesita más tiempo para instalarse en alojamientos temporales, ya sea en Anchorage o en Nome, ciudades que se encuentran a más de 400 kilómetros de distancia de los pueblos afectados.
La esperanza de la organización es que la mayoría de los perros rescatados puedan permanecer en Bethel de forma provisional. Elliott indicó que están trabajando para coordinar la logística de los reencuentros, así como para encontrar familias de acogida que puedan recibir a los animales mientras tanto.
Pese a ello, la situación sigue siendo grave, pues el pronóstico de los próximos días incluye lluvias y nieve, lo que podría complicar aún más el acceso a las comunidades y la evacuación de más ejemplares en condición de abandono.
Aun así, la labor de rescate continúa, impulsada por la solidaridad, el amor por los animales y el compromiso de comunidades pequeñas que, incluso en medio de una crisis histórica, no están dispuestas a dejar atrás a los más vulnerables.
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