
Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cornell, liderado por Guillaume Reboul, Aaron C. Malkowski y Y. Tina Yu, advierte sobre los riesgos sanitarios asociados al consumo de alimentos crudos comerciales para gatos.
En particular, se identificaron peligros significativos en productos liofilizados que se venden a temperatura ambiente, los cuales pueden contener genes de resistencia antimicrobiana y microorganismos patógenos que afectan tanto a los animales como a las personas que conviven con ellos.
Publicado el 24 de septiembre en la revista científica Communications Biology, el estudio detectó la presencia de bacterias como Salmonella, Cronobacter y Escherichia coli en diversas presentaciones de alimentos crudos o parcialmente cocidos, incluyendo productos congelados, refrigerados y liofilizados, disponibles tanto en tiendas físicas como en plataformas en línea.
Estos patógenos pueden transmitirse de las mascotas a los humanos, representando un riesgo particularmente alto para niños pequeños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas inmunodeprimidas.
Una de las advertencias más destacadas en la publicación es la posibilidad de que dichos alimentos actúen como vehículos de diseminación de resistencia antimicrobiana, un fenómeno que preocupa a nivel global.
La falta de etiquetado honesto y directrices de seguridad incrementa los riesgos, por lo que los autores subrayan la urgencia de establecer regulaciones más estrictas y promover mayor conciencia sobre los peligros que estos productos representan para la salud pública y veterinaria.
¿En qué consistió el estudio?

El análisis, disponible en la plataforma digital de la revista científica Nature, incluyó 112 productos comerciales para gatos, adquiridos en tiendas y plataformas en línea de Estados Unidos entre 2021 y 2023, los cuales se clasificaron según su procesamiento (crudo o convencional) y su textura (enlatado, liofilizado crudo, congelado, croquetas o refrigerado). De la muestra total, 85 eran alimentos crudos, incluidos parcialmente cocidos, y 27 convencionales.
Para evaluar la microbiota y los genes de resistencia, los investigadores emplearon técnicas de cultivo bacteriano y secuenciación de alto rendimiento. Las bacterias viables se aislaron exclusivamente de los alimentos crudos, identificándose un total de 19 géneros bacterianos, entre los que se encuentran Salmonella, Clostridium, Escherichia, Klebsiella, Enterobacter y Cronobacter.
Entre los hallazgos más preocupantes se destacan bacterias aisladas en productos crudos congelados, como Pseudomonas aeruginosa y Pseudomonas fulva, que mostraron resistencia a carbapenémicos, además de la presencia de Stenotrophomonas lactitubi. También se detectaron seis cepas de Bacillus que portaban el gen de carbapenemasa bla2, junto con mecanismos de bombas de eflujo multidroga en altas concentraciones.
Al comparar los alimentos crudos con los convencionales, se observó que los primeros presentaban una mayor diversidad y riqueza microbiana, según los índices de Shannon, Faith y Pielou. Aunque el género Bacillus fue el más abundante en ambos tipos de productos, géneros como Clostridium sensu stricto I (CSS1), Enterococcus, Escherichia-Shigella, Serratia y Pseudomonas se detectaron con una frecuencia significativamente mayor en los alimentos crudos.
El análisis también permitió identificar biomarcadores específicos:
- CSS1 se asoció a productos liofilizados crudos, con 95% de sensibilidad.
- Pseudomonas, Paraclostridium y Peptostreptococcus se encontraron principalmente en productos crudos congelados.
- Enterococcus estuvo presente de manera generalizada en los alimentos crudos, sin distinción de textura.
Patógenos, genes de resistencia y falta de regulación

En cuanto a los patógenos específicos, Salmonella enterica fue detectada en el 16% de las muestras de alimentos crudos congelados. Además, otros géneros bacterianos de relevancia para la salud humana, como Cronobacter, Enterobacter, Escherichia y Klebsiella, también fueron aislados en estos productos. La bacteria Escherichia coli se encontró exclusivamente en alimentos crudos congelados.
Por otro lado, se identificaron Clostridium perfringens y Clostridium botulinum en varios productos crudos, lo que reforzó la preocupación por la presencia de patógenos viables en estos alimentos.
Respecto a los genes de resistencia antimicrobiana, el 91% de las muestras analizadas presentó al menos un gen de resistencia (ARG). En total, se identificaron 69 genes únicos que confieren resistencia a 15 clases diferentes de antimicrobianos.
Los más comunes fueron emrD, relacionado con resistencia por bombas de eflujo; msr(C), asociado a resistencia a macrólidos y estreptograminas; y aac(6’)-I, vinculado a resistencia a aminoglucósidos. Los alimentos crudos, particularmente los congelados, mostraron una carga significativamente mayor de estos genes en comparación con los productos convencionales. Siete de las ocho clases principales de antimicrobianos presentaron recuentos más altos en los productos crudos congelados, excepto los beta-lactámicos.
También se detectaron genes de carbapenemasa en productos tanto crudos como convencionales, siendo el gen bla2 el más frecuente. Otros genes, como cphA, blab, blaBIC, blaMUS, blaOXA.24, blaOXA.134 y blaOXA.51-like, aparecieron exclusivamente en alimentos crudos.
Estos hallazgos confirman que los alimentos crudos pueden funcionar como reservorios y vehículos para la diseminación de resistencias antimicrobianas críticas, un problema que la Organización Mundial de la Salud considera una prioridad global.
En cuanto a la presencia de parásitos, únicamente se detectó ADN parasitario en alimentos crudos, incluyendo Colpodella sp. (relacionado con Cryptosporidium), Sarcocystis cruzi, Sarcocystis tenella, Eimeria maxima y Candida parapsilosis, que fue el único hongo identificado. En una muestra cruda congelada se encontraron niveles elevados de Aspergillus flavus, lo que indicó la presencia de ingredientes vegetales en mal estado o de baja calidad.
El análisis genómico reveló que algunas cepas bacterianas aisladas de alimentos crudos eran casi idénticas a cepas clínicas humanas reportadas en Estados Unidos, lo que sugiere fuentes comunes y un riesgo de transmisión zoonótica.
Finalmente, el estudio también abordó la percepción del riesgo entre los consumidores. Según investigaciones citadas por los autores, la mayoría de los dueños de mascotas que optan por dietas crudas desconocen los peligros de infección y no aplican prácticas seguras de manipulación, como la segregación de utensilios o la correcta limpieza de superficies.
Un hallazgo importante fue que ninguno de los productos liofilizados analizados había sido completamente cocido antes del proceso, a pesar de que se comercializan como seguros para su almacenamiento a temperatura ambiente, lo cual implica que los consumidores podrían estar adquiriendo carne cruda viable sin advertencias claras en el etiquetado, lo que aumenta aún más el riesgo de exposición a patógenos y genes de resistencia antimicrobiana.
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