
En 2022, un hombre llamado William Atek que vivía en Los Ángeles y contaba con un trabajo corporativo estable de 9:00 a 17:00, recibió una llamada urgente de un refugio local que necesitaba un hogar de acogida para un cachorro abandonado en plena carretera, dentro de una caja sellada.
Durante el fin de semana del 4 de julio, aceptó cuidar temporalmente a ese perrito, sin imaginar que aquel pequeño y tembloroso cachorro cambiaría su vida para siempre: “El refugio básicamente me dio una jaula, algo de comida y este perrito, y me despidió. No tenía ni idea de lo que hacía. ”, mencionó en entrevista para People.
Lo que inicialmente parecía una responsabilidad temporal se convirtió rápidamente en un compromiso de vida, pues la ternura y vulnerabilidad del canino, llamado Elko, conquistaron su corazón al instante, y poco a poco el perro fue ganando confianza, dejando atrás sus miedos para construir un vínculo sólido con su nuevo dueño.
A partir de ese momento, la vida de Atek comenzó a cambiar, llevándolo a replantearse sus prioridades y tomar decisiones profundas y trascendentales. Incluso, en cuestión de meses, decidió dejar atrás su trabajo corporativo y reservó un boleto a Tailandia para emprender la aventura viajera con su nuevo compañero: “Siempre me había aterrorizado viajar solo. Él me brindó el valor necesario para dar el gran salto y transformar mi vida por completo”, confesó.
La valentía de Elko y su papel en la transformación de William

Cuando la pareja de William, Heather Borngesser, se unió a ellos en Tailandia, el círculo se completó. Juntos comenzaron a salir, viajar y a construir una vida como nómadas digitales, dedicados a crear contenido de viajes mientras exploran el mundo.
La dueña destacó para People el papel esencial que tiene el canino en cada una de sus aventuras: “A Elko le encanta estar al aire libre; las montañas de Noruega son su lugar favorito, donde realmente se siente en su elemento”.

William también tiene su recuerdo especial con Elko, en Italia, un país que recuerda con cariño: “Allí aceptan perros de maravilla, te traen agua con gas en una botella de cristal y te la sirven en la mesa. Algunos restaurantes incluso tienen su propio menú para perros. Pedimos platos elegantes para Elko que costaban más que los nuestros; fue divertidísimo”.
Incluso, han encontrado actividades que permiten la compañía de perros, como barcos para avistamiento de ballenas, y han visitado zoológicos donde Elko es recibido con cariño. “Ha tenido la oportunidad de ver delfines”, añade Borngesser, quien destaca el esfuerzo que ponen en planificar viajes en los que el can sea una parte esencial de la experiencia.

La pareja documenta constantemente sus viajes junto a Elko a través de su cuenta de Instagram @awayonearth, donde comparten su día a día y aventuras por el mundo. Borngesser confesó para People que, aunque las fotos que ven sus seguidores son tiernas y carismáticas, detrás de ellas a menudo están saltando con juguetes para captar la atención del canino”.
Sobre la facilidad para viajar con Elko, Atek relató cómo desde el comienzo el perro fue un viajero natural:
“Cuando me mudé abruptamente de Los Ángeles a Michigan antes de nuestro gran viaje a Tailandia, Elko se adaptó enseguida. La primera vez que sacamos su portabebé, simplemente se subió. Ha volado en aviones, trenes, autobuses e incluso barcos, y es tan tranquilo. Nunca ha llorado ni ha entrado en pánico. Simplemente es así”.
Los retos de viajar con un perro

La pareja cuenta que los mayores obstáculos al viajar con una mascota no provienen del animal, sino de las personas, pues cuando ellos fueron a Bosnia, vivieron la experiencia de que el único hotel disponible de la zona les negó la entrada: “Sin un coche y tras ser dejados por un taxis, intentamos comunicarnos con Google Translate. Tuvimos que pagar el doble por la habitación para quedarnos”.
Esto se debe a que, de acuerdo a Atek, las aerolíneas y hoteles pueden ser inconsistentes, ya que un agente puede decir que todo está bien y otro puede hacerte la vida imposible. Por ello, la pareja recomienda realizar una preparación exhaustiva y tener a la mano todos los documentos como el historial médico de tu mascota.
Asimismo, mencionan que cada continente tiene sus propias reglas y es importante revisarlas antes de realizar tu viaje, ya que en Europa tuvieron que obtener un certificado sanitario de la Unión Europea, que cuesta cerca de 500 dólares y verifica vacunas y microchip.

Además, consiguieron un pasaporte para mascotas que registra todas las vacunas y lleva un sello oficial. Para viajar a países con alto riesgo de rabia, tuvieron que realizar una prueba de titulación, un análisis de sangre que certifica que los anticuerpos son adecuados, proceso que puede tardar hasta seis meses.
Borngesser asegura que todo el papeleo “vale la pena” porque garantiza que “tu perro no representa un riesgo de propagación de la rabia a países donde no la hay”, lo cual permite una mayor apertura del mundo hacia estas criaturas.
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