
Alimentar a los gatos con alimentos crudos, como carne o pescado sin cocinar, es un tema que genera controversia entre los dueños de mascotas y los expertos en nutrición animal.
Si bien algunos argumentan que esta dieta se asemeja más a lo que los felinos consumirían en la naturaleza, los riesgos asociados pueden ser significativos tanto para los animales como para sus dueños, según advierte Purina, empresa especializada en alimentación animal.
Entre los principales peligros de una dieta cruda se encuentran la exposición a bacterias y parásitos, así como deficiencias nutricionales que podrían comprometer seriamente la salud de nuestras mascotas.
Los riesgos de una dieta cruda

Los alimentos crudos, como el pollo, el pescado o la carne de res, pueden contener bacterias y parásitos peligrosos. Entre ellas, la Salmonella y la E. coli representan una amenaza tanto para los gatos como para los humanos que conviven con ellos, ya que pueden transmitirse a través del contacto con el animal o con superficies contaminadas.
Este riesgo es particularmente preocupante en hogares con personas inmunocomprometidas, niños pequeños o mujeres embarazadas, quienes son más vulnerables a las infecciones.
Además, los huesos presentes en algunos alimentos crudos pueden astillarse y causar lesiones graves en el tracto digestivo de los mininos, como perforaciones o bloqueos intestinales.
Incluso los huesos cocidos, que podrían parecer una alternativa más segura, también representan un peligro, ya que tienden a fragmentarse con facilidad.
Otro aspecto preocupante es el desequilibrio nutricional de las dietas crudas preparadas en casa. Purina destaca que los ingredientes utilizados pueden variar en calidad y composición, lo que dificulta garantizar que el gato reciba todos los nutrientes esenciales que necesita para mantenerse saludable.
Una dieta casera podría carecer de vitaminas y minerales clave, lo que podría derivar en deficiencias a largo plazo y afectar la salud del felino.
En contraste, las dietas comerciales basadas en alimentos crudos son diseñadas por nutricionistas especializados y sometidas a pruebas rigurosas para cumplir con estándares de seguridad y nutrición.
Estas opciones suelen dividirse en dos categorías: dietas completas, que contienen todos los nutrientes necesarios para el gato, y dietas complementarias, que deben combinarse con otros alimentos para garantizar un equilibrio adecuado.
Medidas de seguridad al manejar alimentos crudos
A pesar de los riesgos, algunas personas eligen alimentar a sus gatos con alimentos crudos. Para minimizar las posibilidades de infección, Purina recomienda tomar precauciones estrictas, como desinfectar todas las superficies que entren en contacto con los alimentos crudos, lavarse bien las manos después de manipularlos y almacenar los productos en el congelador para evitar la proliferación de bacterias.
Además, es fundamental descongelar los alimentos de manera segura, siguiendo las pautas recomendadas para evitar contaminaciones.
Antes de introducir alimentos crudos en la dieta de un gato, es imprescindible consultar con un veterinario. Un especialista podrá proporcionar orientación sobre cómo hacerlo de manera responsable y asegurar que el animal reciba una dieta equilibrada y saludable.
Purina también señala los riesgos específicos de diferentes tipos de alimentos crudos. Por ejemplo, aunque los felinos pueden consumir carne de res cruda en pequeñas cantidades, esta debe ser fresca y libre de condimentos, ya que los aditivos pueden ser perjudiciales para su salud.
El pescado crudo, en cambio, se desaconseja debido a la posible presencia de bacterias que podrían causar intoxicaciones alimentarias. Asimismo, el cerdo crudo puede contener parásitos peligrosos, y el tocino, aunque no es tóxico, tiene un alto contenido de sal y grasa, lo que lo convierte en una opción poco saludable.
Otros alimentos prohibidos

Además de los alimentos crudos, existen otros productos que deben evitarse en la dieta de los gatos. Según Purina, el chocolate y los lácteos son especialmente peligrosos.
El chocolate contiene teobromina, una sustancia que los mininos metabolizan lentamente y que puede provocar intoxicaciones graves. Por su parte, los lácteos pueden causar problemas digestivos debido a la intolerancia a la lactosa, común en los felinos.
Los embutidos, aunque no son tóxicos, contienen altos niveles de sal y grasa, lo que puede derivar en problemas como hipertensión y pancreatitis. Asimismo, frutas como el aguacate, los cítricos y los frutos secos no son recomendables, ya que pueden causar malestar estomacal y otros problemas de salud.
Es importante destacar que, antes de realizar cambios en la dieta de un gato, es crucial consultar con un veterinario. Optar por alimentos comerciales que cumplan con los estándares de seguridad y nutrición es la mejor manera de garantizar el bienestar del felino.
Mantener una dieta equilibrada y segura es fundamental para proteger la salud y la calidad de vida de estos animales.
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