
La desparasitación es un aspecto clave en el cuidado de perros y gatos, ya que protege tanto a las mascotas como a las personas con las que conviven de problemas de salud ocasionados por parásitos, por ejemplo, la larva migratoria cutánea, una enfermedad parasitaria que afecta tanto a humanos como a animales.
No todos los perros y gatos tienen el potencial de transmitir larva migratoria cutánea, sin embargo, el riesgo aumenta significativamente en mascotas que no han sido desparasitadas de manera regular, ya que algunas especies de parásitos intestinales, como el Ancylostoma braziliense y el Ancylostoma caninum, generan esta infección en animales que han estado en contacto con suelos o arenas contaminadas por las heces de otros animales infectados.
El sitio especializado en dermatología clínica, DermNet, detalla que estas larvas pueden penetrar la piel humana a través de grietas, folículos pilosos o incluso piel intacta. Una vez dentro, migran por las capas externas de la piel, dejando rastros característicos que avanzan entre 2 y 5 centímetros al día. Aunque en los animales estas larvas pueden alcanzar órganos internos y completar su ciclo reproductivo, en los humanos su actividad se limita a la epidermis, lo que genera lesiones sinuosas, picazón intensa y, en algunos casos, infecciones secundarias.
De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría, las larvas migratorias son parásitos que, al no encontrar en el ser humano un hospedador adecuado, no logran completar su ciclo vital, sin embargo, su presencia en la piel genera una parasitosis conocida como larva migrans cutánea, o larva migratoria cutánea. Este problema se origina cuando las larvas filariformes, presentes en suelos húmedos y contaminados, entran en contacto con la piel, especialmente en áreas como los pies, las manos, las rodillas y los glúteos.
Cuáles son los síntomas de la infección por larva migratoria cutánea

Aunque la enfermedad no representa un riesgo grave para la salud humana, sus síntomas pueden ser incómodos y prolongados. Los primeros signos de la infección suelen aparecer en el punto de entrada de las larvas, donde se desarrolla una erupción cutánea acompañada de picazón o sensación de hormigueo. Según DermNet, las lesiones avanzan lentamente, formando túneles visibles de entre 2 y 3 milímetros de ancho, que pueden extenderse varios centímetros desde el lugar inicial de penetración. Estas marcas, de color rojo o rosadas, son características de la enfermedad y pueden persistir durante semanas o incluso meses si no se tratan.
Aunque la larva migratoria cutánea es autolimitante y las larvas eventualmente mueren en el cuerpo humano, la duración de la enfermedad varía dependiendo de la especie involucrada. En la mayoría de los casos, las lesiones desaparecen sin intervención médica en un plazo de 4 a 8 semanas, sin embargo, el malestar provocado, como el prurito intenso, afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes.
¿Cuál es el tratamiento para la larva migratoria cutánea?

El tratamiento de la larva migratoria cutánea busca aliviar los síntomas y acortar la evolución de la infección. Según el sitio especializado, los antihelmínticos como el tiabendazol, albendazol, mebendazol e ivermectina son altamente efectivos. El tiabendazol tópico es la opción más recomendada para lesiones localizadas y en etapas tempranas, mientras que los tratamientos orales se reservan para casos más extensos o cuando las terapias tópicas no han sido efectivas.
Además, el uso de antihistamínicos y corticosteroides tópicos puede ayudar a reducir la picazón, mientras que las infecciones bacterianas secundarias, si ocurren, requieren tratamiento con antibióticos. Por otro lado, en situaciones donde no se dispone de los medicamentos mencionados, se pueden emplear métodos físicos como la crioterapia con nitrógeno líquido o el uso de láser de dióxido de carbono para destruir las larvas, sin embargo, estos métodos deben ser llevados a cabo por un especialista.
De igual manera, en caso de contraer esta infección, es necesario acudir de inmediato con un especialista para que administre las dosis adecuadas, pues, de acuerdo con un artículo de la revista oficial de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América, el tratamiento tópico con una solución o ungüento de tiabendazol al 10-15% es menos eficaz en casos de lesiones múltiples o foliculitis causadas por anquilostomas y requiere aplicaciones tres veces al día durante al menos 15 días.
En su forma oral, el tiabendazol muestra una efectividad limitada cuando se administra en una única dosis, y generalmente es menos tolerado en comparación con el albendazol o la ivermectina. Por otro lado, una dosis oral única de 400 mg de albendazol ofrece tasas de curación que oscilan entre el 46% y el 100%, mientras que una dosis de 12 mg de ivermectina brinda tasas de curación del 81% al 100%.
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