¿Cómo ayuda la presencia de perros y gatos en el hogar a mejorar la microbiota humana?

Investigaciones revelan que convivir con animales domésticos favorece una mayor riqueza microbiana, con potenciales beneficios inmunológicos en diferentes etapas de la vida

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Estudio en Wisconsin analiza cómo
Estudio en Wisconsin analiza cómo la convivencia con mascotas afecta la composición microbiana intestinal en humanos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Durante mucho tiempo, los científicos se han interesado por los beneficios que puede tener el hecho de convivir con animales domésticos, ya sean perros o gatos. Aunque anteriormente se descubrió que reducían los niveles de estrés, investigaciones encontraron nueva evidencia.

De acuerdo con diferentes estudios publicados en revistas científicas como Frontiers in Microbiology, quienes tienen mascotas cuentan con una microbiota más diversa en comparación con quienes no tienen animales en casa.

Según otra investigación publicada en The Journal of Allergy and Clinical Immunology también encontró que la convivencia con perros durante los primeros meses de vida está asociada a una mayor diversidad microbiana en los niños, lo que podría reducir el riesgo de desarrollar alergias y asma.

Los perros y gatos como aliados en la mejora de la microbiota

Los perros y gatos podrían
Los perros y gatos podrían alterar la abundancia específica de ciertos microorganismos intestinales, según investigaciones.

El estudio publicado el 28 de febrero de 2020 en Frontiers in Cellular and Infection Microbiology se basó en datos recolectados de 332 personas que formaban parte de la encuesta estatal “Survey of the Health of Wisconsin”. Los investigadores utilizaron muestras fecales de los participantes, las cuales fueron analizadas mediante secuenciación de ARN ribosomal 16S en una plataforma Illumina MiSeq.

De los participantes, 178 convivían con al menos una mascota, siendo los perros y los gatos las especies más comunes. Aunque no se encontraron diferencias significativas en la diversidad alfa y beta del microbioma intestinal entre quienes tenían mascotas y quienes no, el análisis reveló variaciones específicas en ciertos grupos de microorganismos.

Según detalló Frontiers in Cellular and Infection Microbiology, siete unidades taxonómicas operativas (OTUs, por sus siglas en inglés) fueron más abundantes en las personas que no tenían mascotas, mientras que cuatro OTUs mostraron mayor presencia en aquellos que convivían con animales.

Al estratificar los resultados por edad, siete de estas diferencias en la abundancia de microorganismos se mantuvieron estadísticamente significativas. Esto sugirió que la relación entre la tenencia de mascotas y el microbioma intestinal podría estar influenciada por factores adicionales, como la etapa de la vida de los participantes.

Según el informe de Frontiers in Cellular and Infection Microbiology, este ecosistema microbiano puede ser modificado tanto por factores internos, como la genética, como por factores externos, entre ellos la dieta, el entorno y, potencialmente, la convivencia con animales domésticos.

Los hallazgos de este estudio sugieren que la tenencia de mascotas está asociada con diferencias en la composición del microbioma intestinal humano, aunque no se observaron cambios en la diversidad general. Sin embargo, los investigadores subrayaron la necesidad de realizar estudios adicionales para caracterizar mejor estos efectos y comprender las posibles implicaciones para la salud.

Otras investigaciones muestran resultados beneficiosos

La microbiota diversa vinculada a
La microbiota diversa vinculada a mascotas refuerza sistemas inmunitarios más tolerantes en bebés y niños pequeños.

Según la investigación publicada en la Journal of Allergy and Clinical Immunology, esta investigación se centró en analizar la presencia de bifidobacterias específicas de origen animal en bebés expuestos a mascotas, en comparación con aquellos que no tuvieron contacto con estos animales.

El estudio incluyó a 115 bebés, dividió a los participantes en dos grupos: 51 bebés provenientes de familias con al menos una mascota en el hogar y 64 bebés de familias sin mascotas. Los investigadores recolectaron muestras fecales de los bebés cuando tenían un mes de edad y analizaron la presencia de dos especies de bifidobacterias específicas de origen animal: Bifidobacterium pseudolongum y Bifidobacterium thermophilum.

Los resultados mostraron que el 33.3 % de los bebés expuestos a mascotas albergaban B. pseudolongum, en comparación con sólo el 14.1 % de los bebés no expuestos. El estudio también exploró la posible conexión entre la microbiota intestinal y la atopia, una predisposición genética a desarrollar enfermedades alérgicas como el asma, la dermatitis atópica o las alergias alimentarias.

Según los datos recopilados, los bebés con atopia a los seis meses de edad mostraron una menor prevalencia de B. thermophilum en sus muestras fecales en comparación con los bebés no atópicos. Aunque esta diferencia no alcanzó significación estadística, los resultados sugieren que la composición de la microbiota intestinal podría desempeñar un papel en la programación inmunológica durante los primeros meses de vida.

Además, los investigadores señalaron que los niveles bajos de bifidobacterias en la microbiota intestinal temprana han sido previamente asociados con un mayor riesgo de desarrollar atopia en etapas posteriores de la vida. Esto refuerza la hipótesis de que la exposición a mascotas podría tener un efecto beneficioso al diversificar la microbiota intestinal y promover una respuesta inmunológica más tolerante.

Otros resultados como los publicados en el artículo de Nature también confirmaron que las mascotas pueden actuar como mediadoras en la transferencia de microorganismos entre el entorno exterior y los humanos, influyendo de manera positiva en la diversidad de la microbiota intestinal.

Estudios como el de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) resaltan la importancia de estos microorganismos para la salud inmunológica y metabólica, sugiriendo que convivir con mascotas tiene beneficios potencialmente significativos en la regulación del sistema inmunitario.

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