Los Andes florecen gracias a un aliado inesperado: el excremento de las vicuñas

Un estudio muestra cómo desechos acumulados por vicuñas en lugares específicos están favoreciendo el crecimiento de plantas en terrenos antes estériles

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Un comportamiento de este animal
Un comportamiento de este animal es vital para enriquecer los suelos pobres en nutrientes (Vera & Jean-Christophe/ Wikimedia)

En las alturas de los Andes peruanos, los glaciares retroceden a un ritmo alarmante debido al cambio climático; sin embargo, un inesperado aliado está ayudando a regenerar los ecosistemas devastados

Las vicuñas, parientes salvajes de los llamas, aceleran la recuperación de suelos y la colonización de plantas en terrenos desglaciados mediante un comportamiento peculiar: la creación de pilas comunales de excrementos.

El hallazgo, liderado por un equipo de investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, sugiere que estos animales podrían reducir en más de un siglo el tiempo que normalmente tomaría para que las plantas se establezcan en estas áreas.

Un comportamiento social con impacto ecológico

Las vicuñas transportan semillas en
Las vicuñas transportan semillas en altitudes extremas, permitiendo la regeneración de la flora (Vlguzman/ Wikimedia)

De acuerdo con el estudio publicado el 30 de diciembre en la revista científica Scientific Reports, las vicuñas, una de las dos especies de camélidos salvajes de Sudamérica, habitan las zonas alpinas de los Andes y son conocidas por su comportamiento social único.

Al igual que los humanos utilizan baños, es decir, depositan sus desechos sólidos en lugares específicos compartidos por los miembros de su grupo social, conocidos como letrinas.

El estudio, que fue liderado por el profesor Steven Schmidt del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Colorado Boulder, menciona que estas letrinas están transformando los suelos desglaciados, que suelen ser extremadamente pobres en nutrientes y agua.

Durante más de dos décadas, Schmidt ha investigado cómo la vida microbiana y las plantas responden al retroceso de los glaciares en los Andes peruanos. En los últimos diez años, él y su equipo comenzaron a notar que las plantas emergían en torno a las pilas de excrementos de vicuñas, incluso en terrenos que de otro modo permanecerían estériles durante más de un siglo.

El equipo de investigación, que incluyó a la ecóloga animal Kelsey Reider de la Universidad James Madison, realizó expediciones a sitios en los Andes peruanos a altitudes de hasta 5.500 metros sobre el nivel del mar.

Estos lugares, anteriormente cubiertos por glaciares, ahora presentan suelos desprovistos de nutrientes. Sin embargo, al analizar las letrinas de vicuñas, los científicos encontraron que estos suelos contenían significativamente más humedad y nutrientes esenciales como carbono orgánico, nitrógeno y fósforo, en comparación con los suelos que se encontraban a la redonda.

Por ejemplo, los suelos de las letrinas estaban compuestos en un 62% por materia orgánica, mientras que los suelos desglaciados expuestos durante 85 años en la misma ubicación contenían sólo un 1,5% de materia orgánica.

“Nuestros resultados sugieren que los camélidos nativos y salvajes que transfieren nutrientes limitantes a los ecosistemas de los glaciares recientemente expuestos crean puntos críticos biogeoquímicos y de biodiversidad”, menciona el estudio en las conclusiones.

Este enriquecimiento crea un microclima más estable, con menores fluctuaciones de temperatura y humedad, lo que facilita la supervivencia de microorganismos y plantas en un entorno hostil donde las temperaturas nocturnas caen por debajo de cero incluso en verano.

Un ecosistema en expansión

El estudio también reveló que las letrinas de vicuñas no solo enriquecen el suelo, sino que también transportan semillas de plantas desde elevaciones más bajas, permitiendo que estas germinen en terrenos desglaciados.

Este proceso atrae a otros organismos, incluidos animales que se alimentan de las plantas. Imágenes capturadas por cámaras en estas áreas muestran que las manchas de vegetación han comenzado a atraer a diversas especies, incluidas algunas que nunca antes se habían observado a estas altitudes, así como grandes depredadores como los pumas.

Curiosamente, las vicuñas también consumen la vegetación que crece en sus propias letrinas, cerrando un ciclo ecológico que beneficia tanto a los animales como al ecosistema en general.

Según los investigadores, este proceso podría ayudar a mitigar los impactos negativos del cambio climático en especies que dependen de hábitats más fríos, aunque advierten que la transición completa de estas áreas a pastizales podría tomar cientos de años.

El desafío del cambio climático para este ecosistema

Lamentablemente este fenómeno no avanza
Lamentablemente este fenómeno no avanza tan rápido como el calentamiento global (Mattapia 63/ Wikimedia)

A pesar del papel crucial de las vicuñas en la regeneración de estos ecosistemas, los científicos subrayan que el ritmo al que las especies colonizan nuevos terrenos es mucho más lento que el retroceso de los glaciares.

Según datos citados en el estudio, entre los años 2000 y 2019, los glaciares de todo el mundo, excluyendo las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, perdieron aproximadamente 267.000 millones de toneladas de hielo anualmente. Si el calentamiento global continúa, se estima que el 68% de los glaciares del planeta podrían desaparecer.

En los Andes y otras cadenas montañosas como las Montañas Rocosas, la disminución de los glaciares y la cobertura de nieve representa una amenaza significativa para el suministro de agua de casi una cuarta parte de la población mundial, que depende de estos recursos para su consumo y agricultura.

El investigador Cliff Bueno de Mesquita, coautor del estudio y científico del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado Boulder, destacó la gravedad de la situación:

“El cambio climático antropogénico actual es probablemente la crisis más severa que nuestro planeta y todos los seres vivos han enfrentado en los últimos 65 millones de años”.

Aunque las vicuñas están ayudando a algunos organismos alpinos a adaptarse, Bueno de Mesquita advirtió que no se puede asumir que todas las especies estarán a salvo, dado el ritmo sin precedentes del cambio climático.

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