
Conocido como “el caballo que los alemanes no pudieron matar”, la historia de Warrior es uno de los relatos que reflejan la valentía y resistencia de los animales que participaron en la Primera Guerra Mundial, lo que lo hizo acreedor a la medalla Dickin que le fue entregada de forma póstuma.
Según se narra en su perfil publicado en la página web del Dispensario Popular para Animales Enfermos (PDSA, por sus siglas en inglés), la historia de Warrior comienza con la de su dueño, el general Jack Seely, en el año 1914, cuando éste dejó su hogar en la Isla de Wight, en Inglaterra, para tomar el mando del Cuerpo de Caballería Canadiense mientras estallaba la Gran Guerra.
Warrior, su amado caballo pura sangre, lo acompañó al frente sin imaginar que sería testigo de hechos históricos como lo fue la Batalla del Somme que se llevó a cabo en 1916 en Francia y que fue uno de los más sangrientos enfrentamientos que sólo en el primer día dejó más de 19 mil muertos.
Warrior también fue parte de la sangrienta batalla de Passchendaele, cuando el 31 de julio de 1917 un comando británico lanzó una ofensiva cerca del poblado del mismo nombre en el norte de Bélgica para tratar de acabar con las tropas alemanas.
Esta confrontación se extendió por tres meses, hubo casi 600 mil bajas y fue el doble de difícil porque gracias a unas lluvias históricas la zona de combate se convirtió en un lodazal.
En el último año de la guerra, en 1918, el caballo dirigió una carga de caballería contra los alemanes en la localidad de Amiens, en Francia, que resultó ser una de las batallas más cruciales de todo el enfrentamiento porque ayudó a vislumbrar el final del conflicto.
Conocida como la Batalla de Moreuil Wood, fue el episodio en el que la Brigada de Caballería Canadiense atacó y obligó a la 23 División sajona-alemana a retirarse de esa región, un retraso causado por el bloque de los aliados que contribuyó a detener la Ofensiva de la Primavera y, en su lugar, permitió el contragolpe.
De acuerdo con la cadena BBC, en esos cuatro años el caballo Warrior sobrevivió a ataques aéreos, agresiones con proyectiles, quedó enterrado bajo escombros, atascado en el barro en Passchendaele y salió victorioso tras quedar atrapado en dos incendios en su establo.
Máximo representante de los héroes de guerra
Una vez finalizada la guerra, el general Seely y Warrior regresaron al hogar que cuatro años antes habían dejado y llevaron una vida normal. En marzo de 2022 Warrior incluso ganó una carrera punto a punto en la Isla de Wight.
La fama de Warrior a nivel mundial tras convertirse en un héroe de guerra fue de tal magnitud que en 1941, cuando murió a los 32 años de edad, la revista The Times publicó un obituario para él con la leyenda: “El caballo que los alemanes no pudieron matar”.
Sin embargo, tuvo que pasar un siglo para que en septiembre del año 2014 la fundación PDSA reconociera al caballo con la medalla Dickin, equivalente a la Cruz Victoria. Dicha medalla no sólo fue producto de sus hazañas, sino que le fue otorgada en nombre de todos los animales que sirvieron en la Primera Guerra Mundial, muchos de ellos que murieron en el anonimato.
La entrega de la medalla póstuma se hizo en una ceremonia especial en el Imperial War Museum de Londres, Inglaterra, y contó con la presencia del locutor de caballos de carrera, Brough Scott, nieto del jinete y general Jack Seely, dueño de Warrior.
“Su historia refleja la valentía y el sacrificio que mostraron millones de animales durante la Gran Guerra”, dijo el entonces director general de PDSA, Jan McLoughlin, al entregar el premio.
Esta presea también fue respaldada por el director Steven Spielberg, quien hizo la película War Horse, que habla sobre la Primera Guerra Mundial y que fue nominada seis veces al Oscar.
“Warrior es un ejemplo extraordinario de la resiliencia, la fuerza y la profunda contribución que los caballos hicieron a la Gran Guerra. Reconocerlo con una Medalla Honoraria Dickin de la PDSA es un tributo adecuado y conmovedor no sólo a este notable animal sino a todos los animales”, aseveró.
Otro reconocimiento que se le hizo a la dupla fue una pintura de Alfred Munnings, considerado uno de los mejores pintores de caballos de Inglaterra de la época, quien hizo un retrato de Warrior y Seely que ahora forma parte de la colección de la Galería Nacional de Canadá, en Ottawa.
Por otro lado, Jack Seely también dedicó tiempo a dejar inmortalizado a su caballo en las páginas de los libros con la biografía My Horse Warrior, obra que fue publicada en el año 1934, unos años antes del deceso de su fiel amigo.
Warrior aparece también en una estatua que se le hizo al general Seely en el Castillo de Carisbrooke, en la Isla de Wight.
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