En su testimonio, el comisario de la Comisoria 9° de La Horqueta explicó que en la tarde del hecho recibió una alerta del sistema de emergencias 911 por un presunto femicidio. Cuando llegó al domicilio, en la calle Blandengues al 1737, de la localidad de Boulogne, notó al tocar el picaporte que la puerta estaba abierta. Entró y comenzó a revisar toda la vivienda, sin saber si había alguien adentro. Allí encontró el cadáver de Paula Elizabeth García (26), boca arriba y tapado, con una remera y sin ropa interior. A las pocas horas, por precisiones de quien denunció el crimen a la policía, el joven homicida, novio de la víctima, fue detenido en la casa de su madre. Ahora, tras su confesión en el juicio, el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de San Isidro lo condenó a prisión perpetua por hallarlo responsable del delito de “homicidio perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género agravada por el vínculo”.
Se trata de Braian Ezequiel Hardin, de 23 años, cuya culpabilidad por el asesinato de su novia, ocurrido cerca de las 16:30 del día 14 de febrero de 2023, no solo quedó corroborada por sus declaraciones en la causa sino también por los múltiples testimonios que reseñaron una relación atravesada por el conflicto y la violencia.
El debate oral y público se llevó a cabo en los tribunales de San Isidro, en Ituzaingó 340, y estuvo en manos de los jueces Alberto Ortolani, Sebastián Hipólito Urquijo y Gonzalo Aquino. Allí se presentó, entre otros, el testigo Nicolás De Bernardi, quien declaró como compañero de trabajo de Paola en una estación de servicio. Fue él quien antes del hecho había advertido señales de un posible desenlace fatal. Fue él también quien terminó llamando a la comisaría 9 de San Isidro, en cabeza del oficial Fernando Cáceres, para denunciar el crimen y brindar detalles del probable paradero del sospechoso.
En su declaración, el testigo reveló que la víctima le había comentado hace tiempo que se quería separar de su novio debido a “lo conflictivo del vínculo”. Contó que estaban hace un par de años y que Hardin la llevaba y la iba a buscar al trabajo, y que a ella le cambiaba su forma de ser cuando aparecía su pareja. “Ella era muy jodona, ahora, cuando él llegaba, a ella no se la podía joder, no se le podía hablar, era como que era otra persona, se transformaba...Le tenía miedo”.
“Ella [me] comentó, y yo vi en un mensaje donde le decía que ella se quería separar. Y él dice: la única manera de que vos te puedas separar de mí va a ser cuando estés muerta”, relató el denunciante frente al estrado, donde añadió: “Paola vino varias veces con los brazos moretoneados”.
“Mirá -le advirtió una vez el declarante a su compañera de trabajo-, un día él se va a levantar mal, se le van a volar los patos y te va a terminar matando”. “Ella no creía que iba a pasar todo esto”, expresó, con angustia, y un par de veces, el testigo durante su participación en el recinto.
A su vez, De Bernardi narró que tomó conocimiento de la muerte de Paula mientras cumplía funciones en el turno tarde del lavadero de la estación de servicio. Se enteró a través de un compañero que estaba en pareja con alguien cercano a la familia Hardin. “Ahí es cuando yo llamo al 911 y buscamos con la señora de administración la dirección de Paula, porque yo sabía por dónde vivía, más o menos (...). Llamamos al 911. Solicito que vaya la policía y es cuando encuentran a Paula en la casa. (...) Me llama la policía, me lleva a la casa de Paula y Braian ya no estaba. Y es cuando yo le comento a la policía que la madre vivía en Magdalena, por lo que me decía Paula que vivía en Mercedes, Magdalena, y ahí es cuando lo ubican él, a los 20 minutos, media hora”.
Las consideraciones médico-legales de la autopsia consignaron un paro cardiorrespiratorio producto de una asfixia por ahorcamiento.
Esa conclusión la ratificó el propio autor del homicidio tras quedar aprehendido por la policía. En su confesión, describió presuntas infidelidades de parte de la víctima descubiertas por él, junto a una fuerte pelea en torno a aquellas, y expresó: “le dije que hasta ahí habíamos llegado, que no podíamos seguir así y ella me dijo que estaba de acuerdo, pero me empezó a insultar, me decía que yo era un psicópata porque la seguía y me dio un cachetazo. Yo en ese momento reaccioné de la peor manera, la empujé a la cama, la agarré del cuello y la empecé a ahorcar”.
Luego dijo: “Ella me rasguñaba abajo del hombro y en la panza, pero no decía nada. Cuando la empujé quedaron los pies de ella colgando en la cama, estaba en el medio de la cama más o menos y me subí arriba de ella y con las dos manos la ahorcaba, después recuerdo que la ahorcaba de a una mano a la vez, porque como que me cansaba. Como me estaba rasguñando en un momento le puse mis rodillas sobre los brazos. Lo que no me acuerdo es cuánto tiempo estuve ahí arriba ahorcándola, no me acuerdo de ese momento, como que quedé en blanco, perdí la noción del tiempo”.
Y agregó: “En un momento la solté y me quedé congelado, mirándola, ahí como que se me salió lo blanco y volví a la realidad y empecé a pensar en lo que había hecho. Empecé a llorar y me quedé paralizado, mirándola porque me di cuenta de que no se movía, que no respiraba; me quedé ahí como diez minutos quieto. Me acuerdo de que le tomé el pulso del cuello y ya no tenía, lo sé tomar porque en el colegio me lo enseñaron. Yo estaba en cuero y ella estaba con una remera negra y en bombacha. Cuando ya estaba fallecida le saqué la bombacha, no sé por qué, y la tiré al costado, creo que quedó tirada al lado del ventilador, era una bombacha rosa, creo. Las relaciones sexuales fueron alrededor de las 6.00 y ella terminó muerta alrededor de las 9.30 horas”.
A su término, Hardin explicó que después del hecho llevó a cabo una serie de intentos fallidos para suicidarse con una soga. Entonces decidió irse en su moto con dirección a la zona de La Plata, a la casa de su madre. Antes llamó a su padre, a quien le contó “que había matado a Paula (...). Después corté, agarré la ruta 11 y me fui al campo de mi mamá”.
Luego relató: “lo primero que hice fue abrir la puerta de entrada porque sé dónde estaba la llave de mi mamá, dejé la mochila, el casco y agarré la soga, me fui para el fondo que es donde mi mamá tiene un gallinero, quería intentar nuevamente matarme, pero desistí, dije que no y dejé la soga tirada y me fui al sillón para esperar a que me busque la comisaría”.
Y en sus últimas palabras, manifestó: “Yo estoy arrepentido de no haber terminado bien mi relación con Paula; lo mejor era haber terminado y que cada uno siga con su vida, pero no lo pude hacer. Yo amigos no tengo desde que me vine acá cuando dejé el colegio. Yo quisiera que me lleven rápido a la Unidad y si es posible que sea cerca de la casa de mi mamá, así me pueden visitar”.
Al resolver el caso, el TOC 1 de San Isidro se pronunció por unanimidad en un voto liderado por el juez Ortolani, quien, en un fallo al que tuvo acceso Infobae, elaboró un recuento de los elementos de prueba recogidos durante el proceso. Allí repasó los diferentes testimonios, peritajes y documentos que ilustraron con detalle la escena del crimen, y afirmó: “En efecto, resulta claro como la luz del día la intención por parte de Hardin de terminar con la vida de la víctima”.
“No sólo porque él mismo lo confesó -agregó Ortolani-, sino también por cuanto las características del hecho permiten inferir un accionar directamente dirigido a la causación del resultado muerte”. A su vez aclaró: “Las reglas de la experiencia, la lógica y hasta el sentido común indican que quien acomete contra una persona mediante la comprensión extrínseca de su cuello ejercida de manera violenta, sosteniendo tal conducta en el tiempo hasta el extremo de asfixiarla, tiene efectivamente aquel propósito y no otro”.
Por otro lado, al encuadrar el episodio dentro de un cuadro de violencia de género, el magistrado explicó: “las pruebas que dan cuenta de la violencia a la que en forma constante era sometida Paula Elizabeth García por parte del imputado son muchas y no dejan lugar a dobles interpretaciones, surgiendo el hecho que nos ocupa como el desenlace previsible en una relación de este tipo donde una de las partes -el imputado- objetiviza a la otra -la víctima- y actúa en consecuencia, sirviendo tal circunstancia de punto de partida de la agravante en estudio, toda vez que la voluntad del legislador al incluirla en el texto punitivo, ha sido precisamente el de proteger a la parte más débil en un vínculo de estrecha cercanía como lo es el de pareja, y así prevenir y evitar que la violencia de género desemboque en un homicidio”.
Bajo esos parámetros, el Tribunal resolvió condenar a Hardin a la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas del proceso por femicidio agravado en virtud de su relación de pareja. También dispuso que, una vez firme la sentencia, se cumpla con las disposiciones contempladas en la ley provincial N°15.232, que protege distintos derechos de las víctimas de un delito.