Sia cumple 50: la historia de la artista que conquistó el pop global sin mostrar su cara y encontró la forma de envejecer tranquila

Autora de himnos globales como “Chandelier”, la artista australiana convirtió el anonimato en una declaración personal y artística, mientras enfrentaba crisis, enfermedades y polémicas sin renunciar a la autocrítica

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A partir de este video, la bailarina Maddie Ziegler se convierte en la imagen de la cantante y compositora Sia, que comienza a cubrir su cara con pelucas y moños en presentaciones y videos

Sia Kate Isobelle Furler, la artista australiana creadora de numerosos hits mundiales, cumple medio siglo de vida en una posición excepcional dentro del universo pop sin necesidad de mostrar su cara: cubierta por pelucas voluminosas y ornamentos extravagantes, juega al misterio mientras una joven musa da la cara por ella.

A diferencia de otras figuras de su generación, la autora de éxitos globales como “Chandelier” o “Elastic Heart” eligió escudarse detrás de una imagen cuidadosamente construida para evitar pagar el alto precio de la popularidad. En una industria acostumbrada a la sobreexposición, Sia apostó al anonimato poco común entre voces que dominan las listas internacionales.

Sia Sia, la cantante y
Sia Sia, la cantante y compositora pop australiana, ofrece un concierto en vivo en el festival de música danés SmukFest 2016. En la imagen, Sia está rodeada de artistas. Dinamarca, 5 de agosto de 2016 (Copyright: xGonzalesxPhoto PerxLangex)

La transformación no fue una estrategia de marketing. No le haría falta debido a su enorme talento y belleza que suele apuntalar a las estrellas de su talla. Sia recurrió a la máscara y al anonimato —según contó a la revista Billboard— cuando la fama comenzó a resultar una carga inmanejable. Dijo que si alguien ajeno a la fama supiera lo que supone ocupar ese lugar, nunca querría ser famoso. El reconocimiento constante, la pérdida de privacidad y el escrutinio sobre cada gesto de su vida cotidiana la impulsaron a tomar la decisión. A veces, en ese juego de máscaras, el misterio le hace malas jugadas. El mínimo corrimiento de la peluca en el escenario o cuando es descubierta de vacaciones —porque es lógico que no pueda vivir escondida— lleva a viralizar su imagen mucho más que cualquier otra estrella.

En ese mismo escenario de luces y sombras, Sia encontró una figura que asumió el rol de una cara visible: Maddie Ziegler (23). La bailarina, que debutó a los 11 años en el icónico videoclip de “Chandelier” enfundada en un mono color piel, se convirtió desde entonces en su única musa, su extensión. La conoció siguiendo un reality show llamado Dance Moms, donde la niña destacaba por su talento y expresividad. Impresionada, Sia la contactó directamente a través de Twitter para convocarla para el video, donde saltó a la fama internacional de la noche a la mañana. El vínculo entre ambas trascendió lo estrictamente profesional, transformándose en una relación marcada por la protección y el afecto profundo.

Maddie Ziegler en un desfile
Maddie Ziegler en un desfile de Carolina Herrera en 2022 ( REUTERS/Caitlin Ochs)

El 30 de septiembre de 2018, cuando Maddie cumplió 16 años, los sweet sixteen de Estados Unidos, donde viven, la estrella le regaló un Audi blanco, que dejó estacionado frente a su casa con globos que formaban el número que cumplía. Maddie compartió su emoción en Instagram con la frase: “Sweet sixteen I can’t believe this car is actually mine!“ (No puedo creer que el auto sea mío).

El afán protector de Sia hacia Maddie incluso la llevó a intervenir ante situaciones de riesgo. Según contó en una entrevista, llegó a impedir que Ziegler viajara en un avión privado vinculado a Harvey Weinstein, advirtiendo sobre las posibles implicancias de aquel encuentro.

“En cuanto conocí a Maddie, sentí un deseo inmenso de protegerla. Creo que eso forma parte de mi propia sanación”, confesó. Así, cada nuevo proyecto —videoclips, actuaciones en vivo y hasta una película— incluyó a la adolescente a la que decidió guiar en el espinoso terreno del espectáculo. Sin embargo, ese control sobre su musa fue calificado en redes sociales como excesivo.

 de noviembre de 2023,
de noviembre de 2023, Brooklyn, Nueva York, EE. UU.: La cantante SIA en la sala de prensa de la 38.ª Ceremonia Anual de Inducción al Salón de la Fama del Rock and Roll, celebrada en el Barclay Center. (Crédito de la imagen: © Nancy Kaszerman/ZUMA Press Wire)

Al margen de ese lazo artístico y casi filial, la vida privada de Sia también estuvo marcada por decisiones singulares, por ese mismo anhelo de maternidad y protección. En 2019 anunció la adopción de dos adolescentes que, con 18 años, estaban a punto de abandonar el sistema de acogida para jóvenes sin familia. “En ese momento los dos tenían dieciocho años, y ahora tienen diecinueve. Ellos ya no tenían derecho al sistema de acogida por su edad. Los amo muchísimo”, compartió durante una entrevista con The Morning Mash Up de SiriusXM.

El deseo de maternidad —anticipado en redes al manifestar su intención de adoptar a uno de los protagonistas del documental Foster—tomó forma sin necesidad de pareja estable, luego del final de su breve matrimonio con Erik Anders Lang. Tras divorciarse del documentalista en 2016, la artista decidió abocarse a formar una familia lejos de las convenciones tradicionales. Actualmente, reside en Los Ángeles, en una propiedad valuada en 5 millones de dólares, donde convive con sus hijos. Al año siguiente de la adopción, uno de sus hijos la convirtió en abuela. Tuvo dos bebés que hoy la llaman Nana.

En 2023 volvió a intentar la vida en pareja. Se casó con Dan Bernard en una ceremonia íntima en Portofino, Italia. Pero la relación llegó a su fin también a los dos años. En medio de la ruptura, reveló en una entrevista concedida a la revista Vogue Australia que tuvo con Bernard su primer hijo biológico. Se llama Somersault, y lo llaman Summi.

 Sia y su entonces
Sia y su entonces esposo Dan Bernard en el puerto de Santa Margherita Ligure, recién casados (Grosby)

Sus inicios y un luto compartido

Su recorrido musical comenzó en Adelaide, Australia, en la segunda mitad de los años noventa, como vocalista de la banda Crisp. A pesar del carácter experimental del grupo, la propuesta no perduró mucho tiempo y, tras la disolución en 1997, la joven cantante decidió mudarse a Londres junto a su pareja de entonces, Dan Pontifex. El destino, sin embargo, le reservaba uno de los momentos más trágicos de su vida: su novio murió repentinamente tras ser atropellado por un taxi poco después de la llegada.

La noticia la obligó a regresar brevemente a Australia, pero fue convencida por los amigos de su novio para instalarse nuevamente en Londres. Fue allí donde la devastación emocional y el luto compartido derivaron en una etapa marcada por los excesos: “Llegué y éramos 13 personas viviendo en un departamento de tres habitaciones, y todos estábamos de luto y nos emborrachamos por mucho tiempo. Todos estábamos devastados y nos excedimos con las drogas y el alcohol. Desafortunadamente, esa juerga me duró seis años”, relató la propia Sia al Sunday Telegraph en 2007.

Sia hizo del misterio un
Sia hizo del misterio un arte

Durante más de una década se movió en los márgenes de la industria como una cantante de relativo reconocimiento, a la vez que sus problemas con las adicciones y un clima emocional inestable se profundizaban. “Fui una cantante por 10 u 11 años de éxito mediocre y era una alcohólica y una drogadicta, y después logré estar sobria y decidí que ya no quería ser una artista porque empecé a ser un poco famosa y me desestabilizó de cierta forma. Así que pensé en qué no existía en la música pop por el momento, y era el misterio. Ya hay muchas fotos en Instagram de todos en el dentista”, confesó años más tarde a James Corden en su segmento Carpool Karaoke.

El recorrido por ese lugar sombrío la llevó, además, a depender de medicamentos como Xanax y OxyContin. Sia tocó fondo y llegó a redactar una carta de despedida en 2010. Estaba sola en una habitación de hotel, con una mezcla letal de narcóticos a mano, dejó instrucciones para su paseador de perros y una nota dirigida al gerente del hotel. Cuando estaba al borde del suicidio, una llamada inesperada de un amigo logró que reconsiderara su decisión. Esta serie de pérdidas y búsquedas personales terminaría delineando tanto la audacia de su música como sus maneras singulares de enfrentar la fama y el padecimiento.

Sia detrás de su disfraz
Sia detrás de su disfraz

Más allá de los demonios emocionales, la salud física de la cantante también se vio severamente comprometida por enfermedades crónicas. Dio a conocer que padece el síndrome de Ehlers-Danlos, un conjunto de trastornos hereditarios que afecta el tejido conjuntivo y provoca hipermovilidad articular, fragilidad cutánea y la posibilidad de complicaciones graves. “Estoy sufriendo de dolor crónico, una enfermedad neurológica, Ehlers Danlos… El dolor es desmoralizante, y no están solos”, comunicó en uno de los tuits más conmovedores de su cuenta antes de alejarse de las redes.

Al cuadro se sumaron una enfermedad autoinmune —Enfermedad de Graves, que complicó su salud tiroidea— y un trastorno bipolar. No obstante, la compositora confirmó que sus ganas de trabajar continúan intactas. “Establecí un modelo en donde puedo envejecer, la peluca no muestra la edad”, le dijo a la revista Rolling Stone.

En diciembre de 2023, otro aspecto de su relación con el cuerpo y la exposición pública fue noticia. Dos meses después de anunciar que se había sometido a un lifting facial, la artista comunicó en su cuenta de X su decisión de someterse a una liposucción. Detalló que la medicación recetada había provocado un aumento de peso que no lograba revertir ni con ejercicio ni con tratamiento para la tiroides, y que la cirugía representaba una elección para recuperar su autoestima. “Quiero ser sincera con todos mis procedimientos para no contribuir al sistema que nos dice que no somos suficientes. Soy insegura como la mayoría de la gente y estar en el ojo público me da ansiedad, así que he tomado la decisión de alterar mi apariencia por mis propios problemas de confianza. ¡Recen por mí, por favor! Los quiero, ¡sigan adelante!”, escribió en sus redes, abriendo el debate sobre los estándares de belleza y la transparencia en la industria musical.

La revelación sobre el diagnóstico de autismo añadió una nueva capa de complejidad a su historia, especialmente por el momento en que decidió hacerlo público: fue tras la controversia que provocó el estreno de Music, su película de 2021.

La película de Sia causó
La película de Sia causó controversia por haber retratado de una manera muy "caricaturesca" a las personas con autismo

En esa obra, la protagonista autista fue interpretada por Maddie Ziegler, y no con alguien del espectro, lo que generó fuerte rechazo por parte de la comunidad y especialistas. Las críticas se intensificaron por ciertas escenas con técnicas de inmovilización desaconsejadas por profesionales. Primero se defendió de las acusaciones de mal modo en las redes. Más tarde, reconoció su error. Anunció que retiraría esas escenas y asumió su falta de rigor al documentarse: “Escuché a las personas equivocadas y esa es mi responsabilidad”.

Dos años después del estreno de la película, en el podcast de Rob Cesternino, confesó haber sido diagnosticada con un trastorno del espectro autista, permitiéndose comprender aspectos de sí misma hasta entonces no descifrados. “Durante 45 años me he sentido como ‘Tengo que ponerme mi traje humano’. Y sólo en los dos últimos años he llegado a ser plenamente yo misma”, afirmó, describiendo el alivio que le produjo el diagnóstico. La vergüenza y los secretos, relató, habían marcado su vida, pero compartir su historia le permitió finalmente sentirse vista y comprendida.

A cinco décadas de su nacimiento, Sia se sostiene como una figura única y atípica: su carrera vive entre la potencia de sus creaciones y la voluntad férrea de reinventar el vínculo entre artista y público. A fuerza de misterio, exposición selectiva, honestidad sobre su salud mental y física, modelos de familia no convencionales y autocrítica pública, desafía los paradigmas de la celebridad contemporánea.

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