La noche en que intentaron matar a Bob Marley: un reguero de balas, un disparo en el pecho y las sospechas de un complot político

En la madrugada del 3 de diciembre de 1976, un grupo armado irrumpió en la casa del cantante jamaiquino y abrió fuego. Dos días después, todavía herido, Bob subió al escenario y convirtió el dolor en un acto histórico de resistencia

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La bala le alcanzó el brazo izquierdo y rozó el pecho. Bob Marley cayó hacia atrás, aturdido por el estruendo, mientras el caos estallaba dentro de su casa en Kingston. Era la noche del 3 de diciembre de 1976 y, en la sala de estar, los Wailers ensayaban para el concierto Smile Jamaica, convocado como un breve respiro de paz en medio del clima de guerra política que sacudía la isla.

El primer disparo resonó en seco en el patio, justo cuando Rita Marley abría la puerta para ingresar a la casa. Del otro lado, el terror: siete hombres armados, organizados y sin vacilaciones, rodeaban la vivienda. Tres de ellos vigilaban las salidas; los otros cuatro cruzaron la cocina y la música se detuvo de golpe, como si alguien hubiera cortado el aire... La casa, refugio de mística y coraza para las canciones, quedó tomada por gritos y confusión.

Rita recibió un disparo en la cabeza y el mánager Don Taylor también recibió cinco impactos y cayó inconsciente. Aun así y contra todo pronóstico, todos sobrevivieron. Ni los disparos ni el miedo lograron callar a Marley: dos días después, subió al escenario frente a un público expectante y, con los vendajes visibles, volvió a cantar. No estaba dispuesto a que el miedo dictara la última nota. Convirtió la herida en símbolo y la violencia en un mensaje de resistencia.

Ambush In The Night (1979) - Bob Marley & The Wailers

El país dividido que rodeaba a Marley

En diciembre de 1976, Jamaica estaba ahogada en una crisis que la golpeaba de todos los costados. La isla se encontraba en plena campaña electoral, con el Partido Nacional del Pueblo (PNP) del primer ministro Michael Manley y el Partido Laborista de Jamaica (JLP) de Edward Seaga, enfrentados en una lucha marcada por la violencia política y el accionar de bandas armadas vinculadas a ambos partidos.

La violencia se apoderaba de las calles y los asesinatos políticos eran frecuentes, especialmente en los barrios más pobres de Kingston, donde la pertenencia política regía la vida cotidiana. A esta inestabilidad se sumaba una recesión económica caracterizada por desempleo, inflación y carencias materiales, que profundizaba la tensión social y alimentaba el miedo.

Jamaica estaba muy lejos del estereotipo de paraíso caribeño donde la brisa mece palmeras y arrastra alguna bocanada de marihuana... En 1976, la ley la imponían civiles armados y narcotraficantes, y los políticos jugaban con fuego en medio de la Guerra Fría. En los mapas, Kingston estaba más cerca de La Habana de lo que Cuba estaba de Miami, y en la cartografía ideológica, ambas ciudades eran vecinas de Moscú. Manley, cercano a Fidel Castro, buscaba la reelección frente a Seaga, vinculado a la CIA estadounidense.

En medio de este conflicto estaba Bob Marley, estrella mundial del reggae cuya música movía a cientos de miles de votantes, pero que buscaba mantener su neutralidad. “Los políticos son el diablo”, dijo entonces, según Mikal Gilmore, veterano periodista de Rolling Stone. Parece que la frase a nadie le hizo gracia.

Los dos candidatos anhelaban que Marley hiciera campaña por ellos; y si no lo hacía, lo mejor era que se quedara en silencio. Bob, no quería saber nada de eso. En ese contexto, la organización del concierto Smile Jamaica, pensado como un llamado a la unidad nacional, se convirtió en un gesto cargado de simbolismo: para muchos representaba esperanza, pero para otros, una jugada política. La tensión que rodeaba al músico se trasladó hasta el porche iluminado de su casa en la calle Hope Road 56. Era como una sombra que presagiaba la tragedia que estaba por ocurrir y que aún deja más intrigas que certezas.

Bob Marley en la sala
Bob Marley en la sala de espera de Rayos X en el Hospital Universitario tras haber sido baleado

El atentado

Faltaban veinte minutos para las 21:00 del 3 de diciembre de 1976 cuando siete hombres armados irrumpieron en la residencia de Marley. La casa era música: siempre se escuchaban canciones, a Bob cantando —ya fuera ensayando o componiendo—, y había risas y un clima armonioso. Todo eso se transformó en caos en cuestión de minutos.

Marley ensayaba con los Wailers para el concierto Smile Jamaica, mientras su esposa, Rita Marley, y Don Taylor se movían por distintos espacios de la casa. Durante los días previos al show, el gobierno había asignado a Marley dos custodios civiles armados para que lo protegieran, debido a la creciente tensión política, las amenazas recibidas y el temor a posibles atentados contra él, considerado símbolo de unidad en un país dividido. Pero aquella noche, sin embargo, los custodios asignados inexplicablemente no estaban en la residencia cuando comenzaron los disparos.

En el patio y a punto de entrar a la casa, Rita se cruzó con los atacantes y recibió un disparo que rozó su cabeza. Su herida fue grave, pero no mortal. Los agresores entraron: el shock y el terror habían comenzado. Mientras Rita yacía desvanecida, Don Taylor, intuyendo quién sería la próxima víctima, se lanzó valiente para cubrir a Marley y recibió cinco impactos en su cuerpo, quedando gravemente herido.

La cobertura en el diario
La cobertura en el diario Daily News

Bob fue alcanzado por dos balas: una en el brazo izquierdo y otra que rozó su pecho. Cayó al suelo, aturdido por el impacto. La violencia duró apenas unos minutos, pero pareció eterna para quienes estaban allí. Casi todos los instrumentos, muebles y paredes se convirtieron en blancos de balas perdidas, y la casa se transformó en un símbolo de la fragilidad de la vida frente a la barbarie.

El caos fue instantáneo y absoluto, y luego llegó el silencio, pesado, casi irreal. Nadie murió esa noche, aunque todos resultaron heridos. Los agresores huyeron sin ser capturados. Las investigaciones nunca resolvieron el misterio: jamás se supo quiénes fueron, por qué lo hicieron o si había un plan mayor detrás del ataque.

Las hipótesis se multiplicaron y se habló de bandas ligadas a partidos políticos, de presiones externas e incluso de conspiraciones internacionales. Pero lo que quedó claro aquella noche fue que el ataque buscó silenciar a un hombre cuyo mensaje era exactamente lo contrario de la violencia que lo rodeaba.

Ese episodio transformó la rutina de la casa y la vida de Marley. La mezcla de miedo, dolor físico y responsabilidad moral que sintió tras sobrevivir marcaría su actitud en los días siguientes. La música ya no era solo arte; se había convertido en un acto de resistencia.

El escenario del National Heroes
El escenario del National Heroes Park fue testigo del regreso de Marley, decidido a cantar por la paz tras sobrevivir a un intento de asesinato

El concierto que desafió al miedo

Dos días después, el 5 de diciembre, Jamaica contenía la respiración. El público multitudinario que hacía días esperaba ansioso, ahora estaba lleno de dudas: ¿Se presentaría Bob Marley? ¿Sería capaz de subir al escenario después de lo que había vivido?

Marley vio a la muerte a los ojos y no temió. Contra todo pronóstico, subió al escenario del National Heroes Park con los brazos y el torso vendados, escoltado por los Wailers y rodeado de policías, militares y amigos. Su sola presencia era un acto de valentía y desafío. Cada movimiento, cada mirada, comunicaba un mensaje de fuerza frente al miedo y decía que él estaba más vivo que nunca; igual su mensaje de paz.

El concierto no fue uno más. Bob cantó con dificultad, a veces sosteniéndose apenas, mientras mostraba las marcas de los disparos que había recibido. La tensión en el público, asustado, se mezclaba con la emoción porque no solo estaban escuchando música, estaban siendo testigos de resistencia viva. La banda tocó completa y sin interrupciones, y cada canción se convirtió en un acto de desafío contra la violencia que había irrumpido en su hogar apenas 48 horas antes.

Smile Jamaica quedó en la
Smile Jamaica quedó en la historia como un símbolo de resistencia civil y musical contra la violencia política que sacudía la isla

El impacto del evento trascendió lo artístico y los jamaiquinos entendieron que Marley no permitiría que el miedo dictara su vida ni su música.

La reacción pública fue inmediata: miles de personas describieron la actuación de Marley como un acto de valentía que eleva la música a respuesta social. Los medios internacionales destacaron el coraje del artista y la persistencia del reggae como lenguaje de resistencia frente a la violencia. En los días siguientes, la figura de Marley creció como referente no solo cultural, sino también moral y político.

La influencia del concierto se extendió más allá de Jamaica. Dos años más tarde, en el One Love Peace Concert, Marley protagonizó otro gesto histórico al subir al escenario a los líderes políticos rivales, Michael Manley y Edward Seaga, obligándolos a darse la mano ante miles de espectadores. Ese momento, grabado en la memoria de los presentes, simbolizó la capacidad de la música para construir puentes en medio de la división, consolidando a Marley como embajador de paz y reconciliación.

Bob Marley en el escenario,
Bob Marley en el escenario, uniendo las manos de Michael Manley y Edward Seaga frente al público, en un gesto emblemático de reconciliación durante el One Love Peace Concert en Kingston

Del exilio al mito: el renacer artístico y la proyección Marley tras el atentado

Luego del Smile Jamaica, la seguridad de Marley se volvió insostenible. La amenaza era constante, tanto por las bandas armadas como por la presión política que lo rodeaba. Decidió partir a Londres junto a su familia y a miembros clave de la banda, iniciando un exilio que sería también un renacer artístico. La distancia no lo alejó de su país sino que le permitió transformar el dolor y la experiencia en música capaz de alcanzar al mundo entero.

En Londres, Bob Marley grabó Exodus (1977), un disco que reflejaba resistencia, esperanza y la lucha por la paz. Canciones como Jamming, One Love, Exodus y Waiting in Vain no solo se convirtieron en himnos universales, sino que también contenían la memoria de una experiencia traumática convertida en arte. Poco después, consolidó ese legado con temas como Is This Love, lanzado en el álbum Kaya (1978), cuya letra y melodía sumaron un nuevo símbolo al mensaje de amor y unidad del reggae. La importancia histórica y cultural de ese repertorio fue reconocida internacionalmente: Time eligió Exodus como el álbum del siglo XX, un testimonio de la dimensión mundial de su impacto.

Durante su exilio, Marley profundizó su compromiso con causas internacionales, participando activamente en campañas contra el racismo y la opresión. Su música se convirtió en himno de movimientos sociales y políticos en África, América y Europa. Ese reconocimiento mundial lo consolidó como mucho más que un músico ya que tras el atentado, se convirtió en símbolo político y espiritual para millones de personas.

Bob Marley interpreta “Is This Love”, uno de sus temas más emblemáticos, cuya letra y ritmo se convirtieron en símbolo del mensaje de unidad y esperanza del reggae en todo el mundo

El ataque que sufrió aquel 3 de diciembre marcó un punto de inflexión en su vida. Demostró su capacidad de sobrevivir y sobreponerse, y fortaleció su mito. En 1978, recibió la Medalla de la Paz de las Naciones Unidas, en reconocimiento a su mensaje de unidad y reconciliación.

A pesar de que nunca se esclarecieron los autores ni sus motivaciones, la historia transformó a Marley en un icono que trascendía la música y la política, y lo convirtió en un hombre que enfrentó la violencia sin perder la voz ni la fe en la unidad de su pueblo.

Cuando murió, el 11 de mayo de 1981, con solo 36 años, su funeral reunió a más de un millón de personas, la ceremonia más grande en la historia de Jamaica hasta ese momento. Su legado —la música, los conciertos heroicos y los actos de reconciliación política— consolidó su lugar como una leyenda que convirtió el dolor en música.

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