
Ataques inexplicables en el campo, relatos de criaturas deformes y una leyenda que cruzó fronteras: el mito del chupacabras marcó a varias generaciones, alimentando el miedo y la curiosidad en comunidades rurales de todo el continente. Sin embargo, la ciencia logró dilucidar el enigma tras los innumerables avistamientos: una enfermedad silenciosa que afecta a los animales silvestres es, en realidad, la raíz de uno de los misterios más famosos de la región.
De una noche en Puerto Rico al imaginario latinoamericano
El origen del chupacabras se sitúa en marzo de 1995, en el municipio de Canóvanas, Puerto Rico. Según reportó The Associated Press, todo comenzó cuando vecinos hallaron más de 150 cabras, ovejas y otros animales de granja muertos en circunstancias extrañas. Muchos presentaban heridas punzantes y, según los relatos, parecían haber sido “drenados” de sangre.
Con el paso de los días, los episodios se repitieron y las descripciones se volvieron cada vez más fantásticas: se hablaba de una criatura pequeña, bípeda, de piel grisácea, ojos brillantes y una fila de espinas en la espalda.
El término “chupacabras”, creado por el comediante Silverio Pérez en televisión, se popularizó de inmediato y, en tiempo récord, desencadenó un fenómeno social sin precedentes, tal como reconstruyó National Geographic.

La noticia del misterioso depredador se expandió rápidamente fuera del Caribe. En México, Chile, Argentina, Perú y el sur de Estados Unidos, el mito cobró fuerza y se fue adaptando: algunos imaginaban al ser con habilidades extraordinarias, mientras que otros lo vinculaban con experimentos secretos.
Lo que la ciencia reveló sobre el mito
A medida que aumentaban los reportes, surgió la necesidad de entender qué había detrás de los supuestos ataques. De acuerdo con las investigaciones, citadas por National Geographic y BBC, la mayoría de los “chupacabras” correspondían a coyotes, zorros y perros salvajes gravemente afectados por la sarna sarcóptica.
Este parásito microscópico, Sarcoptes scabiei, invade la piel, provocando la caída total del pelo, costras gruesas y un deterioro progresivo que convierte a los animales en figuras espectrales e irreconocibles.
Estos animales enfermos, incapaces de cazar presas salvajes por su debilidad, se acercaban a zonas rurales y atacaban ganado. Esa conducta explica por qué la leyenda está tan asociada a la muerte de cabras y ovejas.

Barry OConnor, entomólogo de la Universidad de Michigan, explicó en National Geographic: “No creo que necesitemos buscar más allá para encontrar una explicación plausible”.
Kevin Keel, veterinario especializado en fauna silvestre, agregó: “Todavía parece un coyote, solo que en muy mal estado… Un profano podría confundirse sobre su identidad”.
Pese a la fama de “chupasangre” que el mito atribuye al chupacabras, los estudios forenses no hallaron ninguna evidencia de animales drenados de sangre ni ataques de esa naturaleza. “Eso es puro mito”, remarcó OConnor, desmintiendo décadas de relatos populares.
Medios, cultura y teorías: el monstruo se multiplica
El salto definitivo del chupacabras a la categoría de leyenda moderna estuvo impulsado por la cobertura mediática y la fascinación de la cultura popular. Loren Coleman, director del International Cryptozoology Museum, explicó en National Geographic que una combinación de traducciones incorrectas, testimonios alterados y fotografías de animales enfermos transformó al monstruo original en la figura de cánidos afectados por sarna.

Junto a la difusión mediática surgieron teorías alternativas, entre ellas, la posible fuga de monos rhesus de laboratorios en Puerto Rico durante la década del ochenta, confundidos por vecinos poco habituados a su presencia.
Mientras que otros propusieron intervenciones científicas clandestinas y animales mutilados por rituales. Sin embargo, ninguna de estas hipótesis resistió la revisión de archivos ni los análisis veterinarios de los cuerpos hallados.
Ciencia, mito y vigencia
En la actualidad, la sarna sarcóptica continúa afectando a poblaciones silvestres de coyotes, zorros y lobos en América.
La American Veterinary Medical Association y publicaciones especializadas como Emerging Infectious Diseases advierten que los brotes se han agudizado por la fragmentación de hábitats y el contacto directo con zonas humanas.
La historia del chupacabras es una muestra cabal de cómo el miedo, la falta de información y la necesidad de respuestas extraordinarias pueden moldear leyendas tenaces. La ciencia logró explicar con evidencia lo que durante años parecía un enigma indescifrable, pero la figura del monstruo resiste en la memoria colectiva, recordando que la frontera entre la realidad, la ficción y la necesidad de creer en lo desconocido sigue tan viva como siempre.
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