
En la soleada mañana del 28 de junio de 1914, en Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina, dos hombres marcaron un punto de inflexión en la historia europea. Uno era Francisco Fernando, heredero del trono del Imperio austrohúngaro. El otro, Gavrilo Princip, de 19 años, hijo de una familia humilde, alimentaba fuertes convicciones nacionalistas y una alianza con círculos radicales.
Las autoridades imperiales desatendieron las señales de peligro y hasta se dice que hubo advertencias de Serbia. El príncipe era consciente del riesgo que corría
De acuerdo con diversas investigaciones históricas, el contexto de este suceso resultaba especialmente tenso. Bosnia y Herzegovina, anexionadas por Austria-Hungría en 1908, mantenían una población diversa y descontenta tras décadas bajo dominio otomano y, más tarde, austrohúngaro. Según numerosos archivos recopilados por National Geographic, varios grupos nacionalistas, como la Mano Negra, trabajaban activamente para propiciar la unificación de los eslavos del sur y buscaban debilitar a la monarquía austrohúngara.
Francisco Fernando, nacido en 1863, alcanzó la posición de heredero al trono tras la muerte de varios familiares en circunstancias trágicas. Según la cronología oficial, primero murió Rodolfo, su primo y primogénito del emperador Francisco José, en 1889. Luego, su padre, el archiduque Carlos Luis, falleció en 1896. Así, Francisco Fernando pasó a ser el siguiente en la línea de sucesión del Imperio austrohúngaro. En ese momento, el imperio enfrentaba una creciente crisis por los movimientos nacionalistas y la complejidad de gobernar un mosaico de pueblos con aspiraciones distintas. De acuerdo con análisis de la estructura política de la época, el imperio funcionaba como una monarquía dual: Austria y Hungría conformaban dos gobiernos parcialmente autónomos que solo compartían ministerios clave y la figura del emperador.

En paralelo, el nacionalismo eslavo, encabezado por líderes serbios, encontraba eco no solo en Serbia sino también entre los eslavos de Bosnia. Según expertos en historia balcánica, la anexión de Bosnia y Herzegovina generó una oleada de resentimiento en muchos sectores. En 1911, surgió la Mano Negra, sociedad secreta con la meta de unir a los serbios en un solo estado, incluso si era necesario recurrir a la violencia. Dragutin Dimitrijević, conocido como Apis y alto oficial del ejército serbio, lideraba esta organización.
Princip, de convicciones nacionalistas desde adolescente, se desplazó a Sarajevo y más tarde a Belgrado, donde conectó con redes estudiantiles y militantes. La mayoría de los testimonios disponibles coinciden en que su rechazo a la autoridad austrohúngara aumentó tras ver la pobreza y exclusión que sufrían los suyos. Según precisó National Geographic, en Belgrado se acercó definitivamente al círculo de la Mano Negra, aunque sostenía una visión distinta sobre la convivencia entre los pueblos de la región. En 1914, al enterarse de la próxima visita de Francisco Fernando a Sarajevo, Princip y sus cómplices iniciaron los preparativos para un atentado con el apoyo logístico y material de miembros de la Mano Negra y la complicidad de algunos funcionarios y excombatientes.

De acuerdo a datos publicados en medios de la época, la preparación incluyó la obtención de armas y explosivos, además del reclutamiento de jóvenes con pocos recursos y formación militar limitada. El grupo, liderado por Princip junto con Nedeljko Čabrinović y Trifko Grabež, cruzó clandestinamente la frontera desde Serbia con la ayuda de contactos locales. Se les unieron Danilo Ilić, Muhamed Mehmedbašić, Vaso Čubrilović y Cvjetko Popović.
El día del atentado, la comitiva real recorrió el muelle de Appel y la ciudad con escasa seguridad. Según informes recogidos por La Domenica del Corriere, los protagonistas del ataque se distribuyeron a lo largo de la ruta. Primero, Čabrinović arrojó una bomba que no alcanzó su objetivo. Varios heridos resultaron afectados por la explosión. Čabrinović intentó suicidarse ingiriendo cianuro, pero solo sufrió lesiones y fue arrestado.

Tras este primer intento fallido, el itinerario de la pareja real cambió, pero la falta de comunicación entre los conductores y la decisión improvisada de visitar a los heridos los llevó de regreso al lugar donde Princip aguardaba. El coche de Francisco Fernando se detuvo accidentalmente frente a él. De acuerdo a fuentes judiciales posteriores, el joven sacó su pistola y disparó dos veces. La primera bala impactó mortalmente en el abdomen de Sofía Chotek, duquesa de Hohenberg. La segunda alcanzó el cuello del archiduque. Ambos fallecieron en pocos minutos.
Después del crimen, las autoridades arrestaron a los responsables y a quienes los auxiliaron. Ilić, considerado cómplice principal, fue ejecutado. Princip y otros participantes evitaron la pena capital por su edad, pero fallecieron más tarde por enfermedades en prisión. Su tumba, junto a la de otros conspiradores, se ubica en Sarajevo, en la Capilla del Santo Arcángel, consagrada años después. La inscripción en el lugar destaca: “Bienaventurados los que viven para siempre, no nacieron en vano.”
El impacto del asesinato fue inmediato. Según investigaciones publicadas por Cordon Press, Austria-Hungría utilizó el hecho como justificación para declarar la guerra a Serbia. El conflicto creció rápidamente hasta arrastrar a las principales potencias europeas y desencadenar la Primera Guerra Mundial.

El juicio comenzó el 12 de octubre de 1914. Hubo 25 acusados, con diferentes grados de responsabilidad, según informes recogidos por medios y documentos oficiales. Las investigaciones austríacas nunca demostraron una complicidad directa del gobierno serbio pese a los vínculos con miembros de la Mano Negra. De acuerdo a análisis posteriores, Serbia intentó alertar a Austria sin éxito. No fue posible probar una participación estatal, aunque sí la existencia de redes de apoyo entre oficiales serbios y los ejecutores del atentado. La cadena de eventos iniciada en Sarajevo en 1914 alteró para siempre el rumbo de Europa y del siglo XX.
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