Émilie Sagée, el terror desatado en un colegio y el enigma de la maestra que aparecía en dos lugares al mismo tiempo

En 1845, una joven aseguró que su profesora tenía un “doble” visible al mismo tiempo en distintos lugares del colegio. Con los años, sus dichos alimentaron uno de los episodios más inquietantes del siglo XIX, aún sin explicación definitiva

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Imagen ilustrativa de Émilie, según
Imagen ilustrativa de Émilie, según la describieron. No existen fotografías reales de ella

En el universo de los fenómenos inexplicables e inquietantes, algunos relatos sobreviven al paso del tiempo por su rareza, persistencia y por la imposibilidad de confirmarlos… o de desmentirlos del todo. Uno de ellos es el de Émilie Sagée, una maestra francesa que, a mediados del siglo XIX, fue señalada por una habilidad tan fascinante como perturbadora: estar en dos lugares al mismo tiempo.

Su historia comenzó en 1845, en un internado de señoritas de Livonia, actual Letonia, donde, según el testimonio de una exalumna, Sagée habría protagonizado episodios repetidos de bilocación, una supuesta capacidad paranormal de desdoblarse y aparecer simultáneamente en dos sitios a la vez.

Con los años, su nombre se convirtió en leyenda gracias a la difusión que hicieron investigadores del ocultismo como Robert Dale Owen y Camille Flammarion. Sin embargo, detrás del relato —tan perturbador como enigmático— hay una incómoda verdad: toda la historia (o mito) se sostiene sobre la palabra de una única testigo.

Ilustración de una escuela tipo
Ilustración de una escuela tipo Pensionnat, similar al internado de Neuwelcke donde sucedieron los fenómenos

El internado y el relato de una alumna

Según el testimonio recogido por los investigadores de lo paranormal, Robert Dale Owen y Camille Flammarion, la historia comienza en 1845, en el Pensionnat de Neuwelcke, un internado ubicado en Livonia, una región del Báltico que entonces formaba parte del Imperio Ruso y que hoy corresponde en parte a Letonia. Bajo la dirección de un hombre identificado solo como Monsieur Buch, se educaban allí unas 42 jóvenes, hijas de la nobleza local.

Este tipo de internados para señoritas eran comunes entre las clases altas europeas de mediados del siglo XIX, donde más que instrucción académica, les enseñaban idiomas, bordado, cuestiones de etiqueta y religión, ya que el objetivo era preparar a las alumnas para convertirse en esposas cultas y refinadas, los deseos de la época. Esos lugares estaban en entornos cerrados, tenían rutinas estrictas y una fuerte presión social, factores que creaban un clima emocional un tanto intenso, y muchas veces generaba el clima ideal para la sugestión colectiva, los rumores o incluso fenómenos difíciles de explicar desde lo racional.

Entre las alumnas estaba Julie de Güldenstubbe, de 13 años, quien muchos años después relataría un extraño fenómeno, que aseguró ver, con lujo de detalles. Contó que en 1845, el colegio contrató a una nueva profesora de francés: Émilie Sagée, una mujer de 32 años, que llegaba de Dijon, Francia. La describió como “una mujer rubia, de ojos azules, amable, algo nerviosa, pero competente y bien considerada por sus estudiantes”. Al principio, su presencia en el colegio pasó inadvertida, pero lo extraño llegó semanas después.

Foto ilustrativa de los internados
Foto ilustrativa de los internados de señoritas europeos de mediados del siglo XIX

Algunas alumnas comenzaron a comentar entre ellas que habían visto a Sagée en dos lugares al mismo tiempo. Primero fueron rumores a los que casi nadie le dio mucha importancia, pero luego se volvieron más difíciles de ignorar.

Entre los relatos más inquietantes, Julie describió un episodio que heló la sangre de quienes lo escucharon por primera vez: durante una clase en la que participaban trece alumnas, la profesora Sagée escribía en el pizarrón cuando, de pronto, apareció a su lado una figura idéntica a ella. Imitaba cada movimiento con precisión, “pero sin sostener tiza ni emitir sonido alguno”. ¡El terror se había instalado en el internado! Otro día, mientras Sagée ayudaba a una alumna a ajustarse los lazos de su vestido, la joven se miró al espejo para ver cómo le quedaba, pero se asustó: vio dos veces a su profesora, a sus costados y haciendo exactamente lo mismo.

Ese tipo de situaciones extrañas se volvieron cada vez más frecuentes. Algunas veces, el supuesto doble de la docente imitaba con exactitud los movimientos de la verdadera Sagée; otras, permanecía inmóvil, silencioso, como si fuera una presencia desincronizada... Aunque el susto ya era parte entre las jóvenes, el episodio más inquietante ocurrió durante una clase de bordado: mientras las 42 alumnas estaban en un salón, vieron por la ventana cómo Sagée cortaba flores en el jardín... En ese mismo instante, otra figura idéntica a ella apareció sentada en la silla de la profesora, dentro del salón. El pánico se apoderó de la clase.

 Un retrato de Julie
Un retrato de Julie de Güldenstubbe, ya en edad adulta

Las estudiantes, desconcertadas, se acercaron a ese “doble fantasma”, como lo nombraron. Aseguraron que al intentar tocar a esa figura, sintieron una ligera resistencia, como si atravesaran una tela o una barrera invisible. Justo entonces, la Sagée del jardín pareció salir de un estado de trance (en el que caería cada vez que el fenómeno sucedía) y la figura del interior desapareció sin dejar rastro...

Según el relato de Julie, ese tipo de fenómenos se repitieron durante unos 18 meses. En medio del terror, la reputación del colegio comenzó a verse afectada y muchas familias retiraron de allí a sus hijas. De las 42 alumnas iniciales, solo doce se quedaron hasta el final del ciclo. Esa respuesta de las familias logró que la dirección del internado le pidiera la renuncia de Émilie Sagée. Cuando se lo dijeron, ella suspiró y dijo: “Ah, la decimonovena vez... Es muy difícil de soportar”...

Cuando Julie le preguntó a qué se refería, Sagée le explicó que ya había trabajado en 18 instituciones antes y que en todas se había producido el mismo fenómeno, lo que siempre terminaba con su despido. Según la estudiante, Émilie nunca veía a ese doble ni era consciente de cuándo aparecía. Sin embargo, aseguraba que, en esos momentos, la maestra parecía entrar en una especie de trance y que su cuerpo se debilitaba visiblemente hasta que el fenómeno terminaba.

Robert Dale Owen y el
Robert Dale Owen y el libro donde describe el caso de Émilie Sagées

El misterio

Al dejar el internado, Sagée se fue a vivir con una cuñada y sus sobrinos, quienes también afirmaron ver “dos tías Émilie” en distintas ocasiones. Más tarde, habría partido rumbo a Rusia. Desde entonces, no se volvió a tener noticias sobre ella.

En 1860, Robert Dale Owen, político, reformista social y figura central del espiritualismo anglosajón, publicó el caso en su libro “Pisadas en el límite de otro mundo” (Footfalls on the Boundary of Another World), una obra extensa de más de 500 páginas, donde relata distintos fenómenos paranormales —apariciones, bilocaciones, sueños premonitorios y comunicación con los muertos—, desde una perspectiva espiritualista. Allí, Owen incluyó el testimonio de Julie de Güldenstubbe, quien lo autorizó en persona a usar su nombre y el de las personas involucradas en su relato. Veintitrés años más tarde, una revista espiritualista, Light, reprodujo la misma historia, esta vez ampliada por el investigador ruso de fenómenos paranormales, Alexander Aksakov.

El relato sobre Sagée surgió cuando en Europa se vivía una auténtica “fiebre” por el espiritismo y las ciencias ocultas. La década de 1850 marcó el auge de las sesiones de mesa parlante (en las que esperaban comunicación con “el más allá”), las sociedades teosóficas y los primeros médiums populares. Esta oleada coincidió con los avances de la ciencia moderna: mientras se exploraban los límites del conocimiento empírico, surgía también el deseo de encontrar respuestas trascendentales a lo que no se veía ni conocía. Desde intelectuales, aristócratas hasta científicos eran parte de investigaciones sobre lo paranormal. No era extraño, entonces, que personas cultas consideraran posible ideas como la bilocación, las facultades espiritistas o la comunicación con el “más allá”. Fue el tiempo en el que todo era posible...

El astrónomo y escritor Camille
El astrónomo y escritor Camille Flammarion, una figura prominente tanto en la ciencia como en el movimiento espiritualista europeo

Otro interesado en el caso fue el astrónomo y escritor Camille Flammarion, una figura prominente tanto en la ciencia como en el movimiento espiritualista europeo. Fue algo así como un influencer del ocultismo: un divulgador con autoridad científica y al mismo tiempo seguido por los creyentes en fenómenos paranormales. En 1862 conoció a Julie (la estudiante de Sagée) y a su hermano Johann Ludwig, los dos muy activos en círculos esotéricos de París.

Desde que habló de Sagées, Julie se convirtió en una figura destacada del espiritismo europeo y en 1859 publicó el libro La realidad de los espíritus y el maravilloso fenómeno de su escritura directa. Allí contó que presenció la bilocación de Émilie y que los espíritus le escribían “mensajes directamente sobre papel virgen”. Junto a su hermano, frecuentaba círculos espiritualistas vinculados al parapsicólogo Allan Kardec, el fundador del espiritismo moderno. Estos antecedentes, aunque no invalidan su testimonio, sí refuerzan el vínculo del caso con los intereses sobrenaturales de su autora.

En ese contexto, el astrónomo Flammarion advirtió lo que nadie (debido a la fascinación) había hecho hasta entonces: dijo que todo el caso de la profesora y su doble dependía solamente del relato de Julie. En 1859, las dudas sobre la veracidad de lo que contaba fueron creciendo.

Una de las pocas imágenes
Una de las pocas imágenes que ilustran el fenómeno conocido como "bilocación"

Existió realmente Émilie Sagée

En un intento por verificar la historia que relata Julie, Flammarion viajó a Dijon para tratar de encontrara algún registro de la existencia de Sagée. No encontró nada con ese apellido, pero sí la partida de nacimiento de una tal Octavie Saget, nacida también el 3 de enero de 1813, hija natural de una trabajadora local y con padre desconocido.

La pronunciación del apellido encontrado en esa partida de nacimiento coincidía con “Sagée”, por lo que Flammarion consideró que podría tratarse de la misma persona. Tal vez el nombre o el apellido habían sido mal recordados por Julie, deformados por las sucesivas traducciones del caso, o modificados por la propia profesora en un intento de ocultar que era hija ilegítima, o para borrar algo de su pasado...

Sin embargo, más allá de esa débil pista documental, Flammarion no dio con otras evidencias que confirmaran su existencia. Ninguna de las escuelas en las que supuestamente había trabajado dejó registro de algún fenómeno extraño, ni se encontró testimonio alguno de colegas o alumnas. Todo lo que se sabe de Émilie Sagée proviene del relato de una sola persona: alguien fascinada por lo sobrenatural y profundamente implicada en los movimientos espiritistas de su época.

Por eso, el caso de Émilie Sagée quedó suspendido entre la historia, el mito y la remota posibilidad de ser un fenómeno paranormal. Su historia inspiró libros de ficción literaria, como la novela El Pensionado de Neuwelkey, del escritor español José C. Vales; y en 1977 fue parte de la serie de terror, como Leap in the Dark.

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