El documental Deaf President Now! (Presidente sordo ya!) es conmovedor. Conmueve por diferentes razones. La primera es que se comprueba que, cuando una protesta es justa y tiene apoyo masivo, está destinada a la victoria. La segunda es que demuestra que se puede debatir, difundir, explicar y reclamar sin pronunciar palabra. En esta historia los que se hacen escuchar son sordos.
Fueron los alumnos de la Universidad Gallaudet, situada en Washington, la capital de Estados Unidos, quienes se plantaron con firmeza ante lo que consideraron un acto de notable arbitrariedad y tomaron la sede de la universidad para exigir que, por primera vez en la historia de esa institución, se designara un presidente sordo. Y lo querían ya. No había más tiempo que esperar.

Cuando la junta directiva de Gallaudet eligió a una presidente oyente, los alumnos dijeron basta. Y lo dijeron mediante lengua de señas. Porque no hablan. Mejor dicho, sí hablan, pero mediante el uso de las manos y entienden a aquellos que no dominan la lengua de señas a través de la lectura de labios.
Durante ocho días de marzo de 1988, un grupo de estudiantes sordos encabezó la paralización de la universidad privada Gallaudet, ubicada en cercanías del corazón de la política estadounidense.
Los estudiantes tomaron la universidad, cerraron con cadenas las puertas de ingreso, cortaron calles para hacer visible la protesta, marcharon al Capitolio, convocaron a los medios de comunicación y, mediante lengua de señas, se hicieron escuchar.

Gallaudet había sido fundada en 1864 como escuela para niños sordos y ciegos, por una ley firmada por el presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln. Fue la primera universidad del mundo dedicada exclusivamente a la formación de personas sordas y con hipoacusia. Sin embargo, en sus más de 120 años de existencia, nunca había tenido un presidente sordo. Hasta aquel 1988 que fue relatado en el documental de Apple TV+.
La protesta universitaria se activó cuando en marzo de 1988 el consejo directivo anunció su decisión de nombrar como nueva presidente a Elisabeth Zinser, una mujer oyente, sin vínculo con la comunidad sorda, sin manejo de la lengua de señas estadounidense (ASL) y con formación en administración de enfermería. La habían elegido por sobre dos candidatos sordos, considerados por muchos como más calificados y con trayectorias académicas vinculadas a Gallaudet.
El documental tiene varios logros. Posee muchísimo material de archivo -y también reconstrucciones acertadas -porque la toma de Gallaudet excedió los límites de Washington D.C. y se convirtió en un hecho nacional con la consiguiente cobertura por parte de los medios. Otro aspecto que hace que el documental sea de excelencia, es que décadas después de aquella protesta entrevistaron a los cuatro estudiantes, jóvenes entonces, maduros en 2025, que encabezaron la movilización.

Se los llamó “Los 4 de Gallaudet”: sus nombres son Jerry Covell, Bridgetta Bourne-Firl, Tim Rarus y Greg Hlibok. Fueron las caras de la rebelión estudiantil y en el documental repasan aquellos días de 1988; también cuentan algunas diferencias internas que había entre ellos. Hablan por lengua de señas y en el documental hay una voz en off que narra lo que los entrevistados dicen con sus manos. Jerry Covell se sentó frente a la cámara y preguntó con ironía, y tal vez un poco de inocencia, moviendo sus manos: “¿Para qué quieren el micrófono?”. Se escucharon las risas de los que estaban detrás de escena y el entrevistado también sonrió a cámara. En otro fragmento del documental el mismo Covell, excitado por el relato de la protesta que evocaba, le pegó con una de sus manos al micrófono. Y volvió a sonreír.
“Los 4 de Gallaudet” no solo contaron lo sucedido en aquellos días de marzo de 1988. Cada uno de ellos explicó cómo viven los sordos, cuáles fueron los inconvenientes que tuvieron para adaptarse a la sociedad que los marginaba y cómo hicieron para superar los obstáculos. Relataron cómo sus familiares sordos se habían tenido que adecuar a los prejuicios que los oyentes tenían sobre ellos -los trataban como defectuosos- para seguir con sus vidas. Pero los alumnos de Gaulladet, que allá por 1988 encabezaron la toma, habían decidido no repetir las historias familiares. Y pelear por sus derechos. El relato tiene una mezcla exacta de hechos personales con sucesos colectivos que permiten apreciar con profundidad ambos planos de las vidas de los entrevistados.

El documental fue dirigido por un oyente: Davis Gugghenhaim y por un egresado de Gallaudet, Nyle DiMarco. Di Marco es modelo y actor; en 2015 fue el primer sordo en ganar el concurso televisivo America´s Top Model. Es activista en la defensa de los derechos de los sordos y en 2016 ganó otro certamen: Dancing With the Stars. Actuó en televisión y además es productor y director de cine. Su mirada como integrante de la cultura sorda, se nota en cada escena del documental.
Volvamos a 1988. Al comunicarse la designación como presidente de Gaulladet de una oyente, la reacción fue inmediata. “Cuando dieron a conocer el nombre de Zinser, me congelé. Sentí un puñetazo en el pecho”, recuerda uno de los estudiantes en el documental. “Nos habían hecho creer que esta vez sería diferente. Pero una vez más, eligieron a alguien de afuera, alguien que no hablaba nuestro idioma, que no conocía nuestra cultura”, rememoró uno de “Los 4 de Gaulladet”.
Si bien la protesta tuvo como foco la designación de Zinser, la verdadera “mala de la película” era una especie de Margaret Thatcher, llamada Jane Bassett Spilman, quien era la presidente de la junta directiva de Gallaudet. En una asamblea realizada durante la toma, la mujer, que no hablaba lengua de señas, dijo: “Es terriblemente difícil hablar con tanto ruido”. En esa asamblea atronaba el ruido producido por la alarma de incendios –que además de sonoras eran lumínicas- que habían accionado los estudiantes para convocar a todos a la reunión. Y claro, a ellos no les molestaba el ruido por la sordera y podían conversar mediante señas. La que no podía hablar era la “Dama de hierro” de Gallaudet. Porque era oyente.
Los estudiantes tenían demandas claras. Cuatro, para ser precisos: la renuncia de Zinser, la designación de un presidente sordo, la dimisión de Jane Bassett Spilman y la creación de un órgano con mayoría sorda en el consejo que hasta entonces estaba formado solo por oyentes.

El reclamo repercutió con fuerza en la comunidad sorda de Estados Unidos, que arrastraba décadas de exclusión y paternalismo institucional. En la protesta de Gallaudet, los jóvenes habían encontrado un espacio de afirmación identitaria. “Nos sentíamos cómodos, seguros, en familia”, dice un ex alumno en el documental. “Y de pronto nos decían que alguien que no conocía nuestra realidad iba a dirigir nuestra universidad. Fue una traición”, concluye.
El movimiento al que se lo conoció como DPN (por las iniciales en inglés del reclamo: Deaf Presidente Now!) creció. Ganó apoyo nacional. Los que encabezaron la toma fueron invitados a la televisión de cobertura nacional. Personas sordas de todo el país salieron a las calles. Hubo marchas en otros lugares del mundo. La narrativa dominante —que insistía en la necesidad de “incluir” a las personas sordas en estructuras oyentes— fue cuestionada fuertemente. El discurso de los derechos reemplazó al de la asistencia. Y el foco pasó de la “discapacidad” a la cultura: ¿La sordera debía seguir viéndose como un defecto médico a corregir o como una identidad con derecho a decidir por sí misma?
El 13 de marzo de 1988, tras una semana de presión sostenida, Zinser renunció. Fue reemplazada por I. King Jordan, quien se convirtió en el primer presidente sordo de Gallaudet. Spilman también dimitió. Y el consejo aceptó crear una estructura para manejar la Universidad con mayoría sorda. El primer presidente sordo de Gallaudet, Irving King Jordan, profesor de esa universidad, quien había quedado sordo por un accidente, también es entrevistado en el documental. Y relata desde su perspectiva aquellos días de ebullición y pelea por la ampliación de derechos.

El movimiento redefinió el modo en que la sociedad estadounidense concebía la sordera. “No necesitábamos que alguien nos hablara en nombre de nosotros”, dice uno de los protagonistas. “Necesitábamos ser nosotros los que tomáramos la palabra”, concluye.
El impacto de DPN fue más allá de Gallaudet. La protesta se convirtió en catalizador del movimiento por los derechos de las personas con discapacidad en Estados Unidos. Fue uno de los antecedentes clave para la sanción de la Ley para Estadounidenses con Discapacidades (ADA, por su sigla en inglés), aprobada en 1990, que prohibió la discriminación por motivos de discapacidad en empleo, educación, transporte y servicios públicos.

Los primeros argentinos que estudiaron en Gallaudet son los hermanos Diego y Pablo Pomeranec. Tienen 54 años, son mellizos y sordos de nacimiento; en la Argentina habían aprendido a hablar pero no a expresarse mediante la lengua de señas. Llegaron a Gallaudet en 1991 cuando todavía se comentaba con orgullo aquello que había ocurrido en 1988.
Cuando los hermanos Pomeranec vieron el documental de Apple TV+, dijeron que los conmovió y les hizo recordar sus años en Gallaudet. Agregaron: “Cuando llegamos allí nos contaron cómo aquellos días de marzo de 1988 habían producido un cambio no solo dentro de la universidad sino también de qué manera habían influido a toda la comunidad sorda”. “Allí-señalaron- queda muy clara cómo fue la estrategia para oponerse a un sistema que no nos permitía tener representación”.

El reclamo que resultó victorioso fue no violento y organizado. Se unieron en la demanda los alumnos sordos y los no sordos (que estudian carreras relacionadas con la comunidad sorda), los profesores, los ex alumnos y el personal de Gallaudet. Recibieron apoyo desde fuera de la Universidad y hasta llegaron a recibir donaciones para que pudieran sostener la toma de las institución.
“Queríamos gritar... pero ¿cómo gritamos en nuestra lengua?”, se pregunta uno de “Los 4 de Gallaudet” en el documental al recordar el inicio de la protesta. Triunfaron y, además, se hicieron oír.
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