
Lena Zhang Harrap había nacido el 8 de noviembre de 1993. Desde el principio, su historia estuvo marcada por desafíos, pero también por una inmensa fortaleza y amor por parte de su familia. Lena nació con síndrome de Down y una discapacidad visual significativa, condiciones que podrían haber limitado su desarrollo si no fuera por su extraordinaria determinación y el cariño de quienes la rodeaban. En especial sus padres.
Cuando era solo un bebé, Lena tuvo que someterse a una cirugía a corazón abierto, una operación riesgosa que ponía en juego su vida. Contra todo pronóstico, salió adelante, ganándose el apodo de “pequeña guerrera” entre sus seres queridos. Cada cumpleaños, posterior a ese momento, la casa se decoraba con carteles que recordaban las batallas de la nena. La resistencia se convirtió en una de sus características más notables. A lo largo de su vida demostraría que las dificultades no la definirían.
Lena, una guerrera de la vida
Ya desde el inicio de su vida, no la tuvo fácil.. Sus padres biológicos, abrumados por las dificultades que implicaba su cuidado, tomaron la difícil decisión de darla en adopción cuando tenía apenas cinco días de nacida. Pero Lena no tardó en encontrar un hogar lleno de amor: fue adoptada por Martin y Sue Harrap, quienes la acogieron como su propia hija.

Los Harrap vivían en Jersey Avenue, en el barrio de Mt. Albert, Auckland, Nueva Zelanda. Desde el momento en que Lena se convirtió en parte de su familia, fue rodeada de cariño y apoyo incondicional. Sus padres fomentaron su independencia, ayudándola a desarrollar confianza en sí misma y a enfrentar el mundo con valentía.
Lena, enseguida se convirtió en el centro de la familia. La nena tenía una personalidad única. Su calidez y su alegría eran contagiosas, y tenía una sensibilidad especial para comprender a los demás. A pesar de sus problemas de visión, tenía una percepción aguda de su entorno y de las emociones de las personas que la rodeaban. Era una joven siempre dispuesta a brindar un abrazo o una palabra amable.
Desde pequeña, Lena se involucró en causas benéficas. A los nueve años, se unió a Heart Kids New Zealand, una organización que apoya a niños con enfermedades cardíacas. Participaba activamente en eventos de recaudación de fondos y en campañas comunitarias, mostrando su deseo de ayudar a otros.
A los 27 años, Lena era una mujer que, aunque conservaba cierta inocencia infantil. Era conocida por sus ocurrencias y su espíritu vivaz. Su familia la llamaba cariñosamente con varios apodos, como Piglet, Beans y Pie.

El día del crimen
Pero la mañana del 22 de septiembre de 2021, la rutina de Lena se vio interrumpida por un evento trágico que estremeció a los Harrap y a toda la comunidad que los rodeaba.
Esa mañana, Lena salió de casa temprano para dar su paseo matutino, una actividad que disfrutaba enormemente. Aunque tenía síndrome de down, ella era muy orgullosa de su independencia, y sus caminatas a través del parque Ōwairaka Domain eran parte esencial de su rutina.
La chica solía usar los caminos de ese parque para disfrutar el aire puro. Llenar sus pulmones y exhalar mientras miraba las copas de los árboles que la rodeaban.
Este parque, ubicado en el centro de un barrio residencial, era un lugar concurrido, lleno de senderos rodeados de vegetación y una cancha de fútbol en el centro. Aunque estaba a solo cuatro minutos de su casa, Lena solía caminar primero por las calles del barrio antes de dirigirse al parque. A su paso la saludaban los comerciantes y algunos vecinos con los que se cruzaba. Ella le sonreía a todos.

Pero cuando las horas pasaron y Lena no regresó, su familia comenzó a preocuparse. Sabían que era una caminante lenta, pero la demora era inusual. Al llegar el mediodía, la inquietud se convirtió en miedo. Los padres se miraban a los ojos e intentaban poner excusas para no pensar lo peor. ¿Quién podría hacerle daño a su amada Lena? Si todo el barrio la quería.
Buscando a Lena
Martin y Sue comenzaron a buscarla por los alrededores, recorrieron las calles en su auto, mientras le iban preguntando a los vecinos si la habían visto. Al no encontrar ningún rastro de ella, reportaron su desaparición a la policía. De inmediato, se organizó una búsqueda a gran escala. Participaron perros, oficiales y un dúo de detectives empezó a investigar los pasos de Lena.
La comunidad, conmovida por la noticia, se unió a la búsqueda. Lena era una figura querida en el barrio, y decenas de voluntarios salieron a las calles y parques con la esperanza de encontrarla sana y salva. Se pegaron fotos de la chica en casi todos los árboles del parque.
Sin embargo, la esperanza se desvaneció cuando, a las 4:30 de la tarde, una vecina hizo un descubrimiento escalofriante en un sendero estrecho entre Grande Avenue y Summit Drive.
La voluntaria avanzaba por el camino, con la vista atenta a cualquier señal de Lena. La maleza densa bloqueaba la luz del sol. De repente, algo en el suelo llamó su atención.
Al principio, no estaba segura de lo que veía, pero un presentimiento la invadió. Al acercarse, el horror la paralizó. Era Lena.
Su cuerpo estaba sobre la tierra. El asesino había intentado taparlo con hojas y ramas, pero en el apuro había quedado a la vista. Su ropa estaba desordenada, y su pequeño cuerpo mostraba señales de violencia.

Los detalles del horror que sufrió Lena
Junto a ella, la voluntaria notó otro detalle perturbador: una pila de ropa ensangrentada, de un tamaño claramente mayor al de Lena. Era evidente que pertenecía al asesino.
El lugar fue acordonado de inmediato mientras llegaban detectives y peritos forenses. Tras documentar la escena, el cuerpo de Lena fue trasladado al forense, donde se revelaron los terribles detalles de su muerte.
La autopsia confirmó que Lena había sido brutalmente golpeada, estrangulada y violada. Tenía múltiples hematomas en la cabeza y lesiones internas graves. Además, su cuerpo presentaba marcas de mordeduras y signos de asfixia con un objeto que le tapaba la boca.
Los investigadores revisaron las cámaras de seguridad cercanas y encontraron imágenes cruciales. A las 7:30 AM, Lena fue vista en Grande Avenue antes de desaparecer de la vista. Minutos después, un hombre emergía en la grabación casi como un fantasma.
Era de piel oscura, con poco pelo y una marca distintiva en la frente. Llevaba un buzo azul y un barbijo, que usaba por la pandemia de coronavirus y de paso tapaba su cara. Su vestimenta coincidía con la ropa ensangrentada hallada en la escena del crimen.
Tras difundir las imágenes, una mujer denunció que el mismo hombre había intentado atacarla mientras trotaba un día antes del asesinato en el mismo parque.
El asesino de Lena
El sospechoso fue identificado como Shamal Sharma, de 31 años. Se trataba de un hombre que no tenía casa y dormía en un auto viejo estacionado cerca del parque. Cuando la policía lo arrestó, tenía aún manchas de sangre en el cuerpo que luego del análisis revelaron que eran de Lena.
Sharma fue acusado de asesinato y agresión sexual. En octubre de 2022, habló ante el tribunal y se declaró culpable. Durante la sentencia, se reveló que había atacado a Lena en un área boscosa, donde la sometió a dos horas de tortura. La fiscalía describió su crimen como sádico y premeditado.
Sharma alegó que estaba “poseído por un demonio” y que “no quiso hacerlo”, pero que una vez que comenzó, sintió que no podía detenerse. También se reveló que consumía metanfetamina con frecuencia, lo que intensificaba sus impulsos violentos.
Su defensa argumentó que sufría de esquizofrenia y que su enfermedad mental no fue tratada adecuadamente. Sin embargo, fue declarado legalmente cuerdo en el momento del crimen.
Los padres de Lena enfrentaron a Sharma en la corte. Sue Harrap le dijo con firmeza: “Pudiste elegir no lastimarla. Pudiste seguir caminando y alejarte de ella.”
Por su parte, Martin Harrap también expresó su profundo dolor: “Lena pasó sus últimas horas con lo peor de la humanidad. Se fue porque este hombre quiso satisfacer sus deseos. La trató como basura.”
El tribunal condenó a Shamal Sharma a cadena perpetua.
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