Ascenso y caída de Fulgencio Batista, el presidente cubano que se volvió dictador y huyó ante la revolución de Fidel Castro

Desde sus humildes orígenes en Banes hasta su rol clave en la Revolución de los Sargentos, Batista moldeó Cuba durante años de convulsión social y política. Los argumentos que lo llevaron a dar un golpe de Estado en 1952, los indicadores de la isla cuando Estados Unidos era su principal socio y la razón por la que le soltaron la mano

Guardar
El dictador cubano Fulgencio Batista
El dictador cubano Fulgencio Batista en los premios en la carrera de autos Gran Prix en La Habana, el 25 de febrero de 1957 (© KEYSTONE Pictures USA)

El presidente de facto cubano Fulgencio Batista, derrocado en 1959 por el dictador Fidel Castro nunca imaginó que sus decisiones cambiarían el destino de Cuba durante varias décadas. Algunos historiadores aseguran que había subestimado al joven abogado de clase media, que encabezó la revolución que todavía continúa viva en la isla caribeña. La historia de Batista comienza en un casa muy pobre en el municipio de Banes, en la provincia de Holguín, en el noreste de la isla. Nació el 16 de enero de 1901, con el nombre de Rubén Zaldívar. Era un hijo ilegítimo de Belisario Batista Palermo y Carmela Zaldívar Gutiérrez, una madre muy amorosa, quien lo llamaba Beno. Sus padres eran cubanos que habían participado en la lucha por la independencia de España.

El niño cursó sus estudios primarios en el colegio Los Amigos, fundado por los cuáqueros del lugar, una comunidad religiosa disidente de origen cristiano protestante. Como los niños pobres de esos tiempos, su vida laboral se inició a muy corta edad y en su juventud aprendió más de un oficio: fue mensajero, vendió frutas y carbón, cortó caña y fue aprendiz de sastre y de un barbero. Trabajó en los ferrocarriles, donde tuvo un accidente que lo dejó internado en un hospital. Su vida cambió radicalmente cuando se compró un boleto de tren a La Habana y se enroló en el ejército. A los dos años ya era sargento-taquígrafo en la Guardia Rural y también se dedicó a la docencia, en una escuela nocturna. Le daba clases a los hijos de los militares. Era un voraz lector y tenía un perfil autodidacta. En 1926 se casó con su primera mujer, Elisa Godínez.

El 20 de septiembre de
El 20 de septiembre de 1933 Fulgencio Batista saluda al nuevo presidente de la República de Cuba, Grau San Martín, después de la Revuelta de los Sargentos, de la que formó parte (Album / Archivo ABC)

Las revueltas constantes

En 1933, el año en que Hitler asciende al poder y convierte a Alemania en una dictadura, desde 1925 en la República de Cuba gobernaba el quinto presidente de la República de Cuba, el militar Gerardo Machado, un admirador ferviente de Benito Mussolini que había reformado la Constitución de 1901 para perpetuarse en el poder. Debido al impacto del crac de la bolsa del 29 en Estados Unidos,que golpeó al mundo, su administración privó a los cubanos de la libertad de expresión y comenzó a reprimir duramente en las calles cualquier clase de revuelta. “El Mocho”, como había sido apodado - se había amputado un dedo en sus años de carnicero- fue derrocado y sucedido por el gobierno de facto de Carlos Manuel de Céspedes, quien no llegó a cumplir un mes en su cargo. Batista protagonizó junto a otros jóvenes militares la Revuelta de los Sargentos. El poder quedó en manos de una Pentarquía que no fue reconocida en el exterior por lo que fue disuelta y quedó en el poder uno de sus miembros, Ramón Grau San Martín.

Entre 1933 y 1940, Fulgencio Batista -apodado El Hombre, El General y también Mulato lindo-, como jefe del ejército se convirtió en una figura tan poderosa como el presidente. Desde allí reprimió duramente a cualquier movimiento comunista que surgiera en las centrales azucareras. En 1940 fue elegido presidente, en un gobierno constitucional. Su candidatura debió postergarse debido a que su nombre no figuraba en la partida de nacimiento. Figuraba como Rubén Zaldívar, el nombre que le había dado su madre y el apellido de ella, ya que su padre le negó el propio. Poco antes, en 1939 se aprobó una nueva Constitución, conocida como la de 1940, en la que participaron 76 miembros de 9 partidos políticos, considerada la más progresista para la época ya que incluía elementos como la educación pública, el salario mínimo y una reforma agraria. La cuestionada Enmienda Platt, creada en 1901, había sido ya abolida en 1934, en el que el Gobierno de Cuba consentía que los Estados Unidos pudieran ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual.

La Habana en 1950, 9
La Habana en 1950, 9 años antes de la revolución, cargada de carteles publicitarios. La imagen fue tomada en el cruce de las calles Galiano y San Rafael, familiarmente llamado por los cubanos "El rincón del pecado". Crédito: / Archivo Album / Archivo ABC / Carlos Pizzi

Según el historiador inglés Norman Lowe, que estudió los factores que facilitaron la llegada de Fidel Castro al poder, mencionó la existencia de “un viejo resentimiento contra la influencia norteamericana sobre el país desde 1898, cuando los Estados Unidos habían ayudado a arrancar a Cuba del dominio español. Aunque la isla se había convertido en una república independiente, cada tanto, hacían falta tropas norteamericanas para mantener la estabilidad; y la ayuda económica e inversiones estadounidenses mantenían en marcha a la economía cubana. En realidad, había mucho de cierto en la queja de que los norteamericanos controlaban a la economía cubana: empresas estadounidenses poseían intereses determinantes en todas las industrias cubanas (azúcar, tabaco, textiles, hierro, níquel, cobre, manganeso, papel, ron) eran propietarios de la mitad de la tierra, más de la mitad de los ferrocarriles, la totalidad de la producción de electricidad y todo el sistema telefónico. Los Estados Unidos eran el principal mercado para las exportaciones cubanas, de las que el azúcar era la más importante. No es de sorprender que el embajador norteamericano en La Habana fuera visto como el segundo hombre más importante de Cuba. Quizás los vínculos con los Estados Unidos no hubieran molestado tanto al pueblo si hubieran resultado en un país administrado eficientemente, pero no era así”.

El gran error de Batista

Otro factor importante que allanó el camino al dictador Fidel Castro, según el mismo historiador, es que en Cuba no se había implantado un sistema político democrático y eficaz.

Fulgencio Batista, que había ocupado un lugar central en la política desde 1933 y había finalizado su mandato constitucional en 1944, al ser derrotado su candidato en las elecciones presidenciales se fue a Estados Unidos y allí se casó en segundas nupcias con Marta Fernández, quien había sido su amante. Durante los siguientes cuatro años, en el que gobernó Ramón Grau San Martín por un segundo período, repartió su tiempo en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York y en una casa en la cálida Daytona Beach, en el estado de Florida. Más adelante, volvió a candidatearse como presidente en 1952 con su nuevo espacio Partido de Acción Progresista, sin embargo, las proyecciones le dieron mal. Un tercer lugar y no lo soportó. Apoyado por el ejército nacional el 10 de marzo de 1952 asestó un golpe de estado, alegando los problemas existentes de corrupción. La primera medida que tomó fue romper relaciones con la URSS y declaró ilegal el Partido Socialista Popular (comunista). Aumentó el salario de las fuerzas armadas, incrementó el suyo y suspendió el congreso.

Ese golpe fue el mayor error de su vida, por culpa de “su carácter fuerte”, según el segundo hijo del segundo matrimonio de Batista, Roberto, que en su vida en el exilio cargó el lastre de ser el hijo de un ex dictador e intentó reconstruir su historia como un rompecabezas, en su libro Hijo de Batista (Verbum). “No es fácil para un hijo enjuiciar a su padre, revisar sosegadamente los actos del progenitor, más aún cuando en el hogar fue un ejemplo de paz, organización, unión y cultura”, escribió Roberto a sus 74 años.

Fulgencio Batista en 1942, cuando
Fulgencio Batista en 1942, cuando era presidente de Cuba elegido en un gobierno constitucional, con su primera mujer Eloísa Godínez y dos de sus hijos

En su nueva etapa como dictador Batista no introdujo reforma alguna, y según el historiador británico Hugh Thomas, “pasaba mucho tiempo atendiendo sus asuntos privados y su fortuna en el extranjero, dedicando escasa atención a los asuntos de Estado”. Además de ser corrupto, su régimen también era brutal, según el autor.

Indicadores de Cuba antes de la revolución

De acuerdo a datos del historiador británico Norman Lowe el problema que afectaba a la isla era el desempleo, a pesar de que gozaba de prosperidad en comparación de otros países hispanoamericanos y una riqueza concentrada en manos de unos cuantos. “Era un problema insoluble: fluctuaba entre un 8 % de la fuerza laboral durante los 5 meses de zafra y más del 30 % durante el resto del año. Sin embargo, no había compensación por desempleo, y los sindicatos obreros, dominados por trabajadores que tenían empleos permanentes en refinerías, no hacían nada por ayudar. La pobreza de los desocupados estaba en marcado contraste con la opulencia de La Habana, la capital, y de funcionarios gubernamentales corruptos; consecuentemente las tensiones sociales eran muy intensas”. Las diferencias eran muy notables entre las ciudades y el campo, que era muy pobre, coinciden varios autores.

De una investigación del economista Carmelo Mesa-Lago -catedrático de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh- se desprenden indicadores que ofrecen un panorama de la realidad de Cuba en 1958. El 76,4% de la población cubana sabía leer y escribir, lo que ubicaba a la isla en la cuarta posición de América Latina en cuanto a índices de alfabetización. En 1957, la isla ocupaba el primer lugar de la región con menor mortalidad infantil y con mayor número de médicos y camas en los hospitales por habitantes, según el mismo estudio. “Cuba estaba al frente de una serie de indicadores, sorprendentemente de tipo social, cuando se compara con la América Latina de la época. Y eso también era así en cuanto a indicadores económicos”, explicó Mesa-Lago, de origen cubano, en una entrevista con la BBC Mundo. Su investigación señala que para 1958, el PBI por habitante de Cuba se colocaba en tercer lugar de la región (solo superado por Venezuela y Uruguay) y la tasa de inflación ese año era virtualmente cero.

Una panorámica de La Habana
Una panorámica de La Habana de 1950 con su Capitolio (Credit: Album / Archivo ABC / Samot)

Bobby, que debió exiliarse a Nueva York en su infancia, dijo que hubiese deseado que escribieran sus hermanos mayores en lugar de él, porque no había llegado a conocer el pensamiento de su padre como ellos, que ya fallecieron. Por sugerencia de unos amigos cubanos en Nueva Jersey comenzó a volcar por escrito a lo que se había dedicado durante gran parte de su vida, a explorar en archivos y bibliotecas, a hablar con testigos y dar con alguna prueba sólidas de todas las acusaciones que habían recaído en la figura de su padre: alianzas con mafiosos, asesinatos, torturas, censura a la prensa. Bobby dijo en una entrevista: “De la mafia, por ejemplo, más allá de una foto que está trucada en la que aparece junto a un líder mafioso, no hay nada”, argumenta. Opina que “la propaganda castrista hizo mucho por velar la imagen de Batista y tapar los logros de su gobierno, que también hubo algunos muy importantes”.

La conexión entre la mafia estadounidense y la Cuba de mediados del siglo XX siempre fue una idea extendida, también alimentadas por la cultura popular. Según Jacobo Manchover, historiador cubano, catedrático en la universidad de Aviñón, Francia, la figura de Meyer Lansky, uno de los líderes más destacados del crimen organizado en Estados Unidos, tuvo un papel significativo en la isla, quien aprovechaba las ventajas que ofrecía el país caribeño en comparación con otros lugares como Las Vegas. Sin embargo, ciertos eventos históricos fueron distorsionados, como la famosa reunión de la mafia en el Hotel Nacional de La Habana, popularizada por la película El Padrino II. Según Manchover, quien escribió Los últimos días de Batista, esta reunión, que efectivamente tuvo lugar, no ocurrió en 1958, como se suele creer, sino en 1946. En ese momento, el general Fulgencio Batista, se encontraba en Estados Unidos, exiliado tras haber sido desplazado del poder por el presidente Ramón Grau San Martín, quien había ganado las elecciones, cuenta el autor, quien con su obra no se propuso reivindicar la figura de Batista, sino contar otra versión a la historia oficial de la isla. “Mi libro no es un intento de rehabilitación. Pero sí es una contrahistoria, que busca restablecer parte de la verdad”.

Lo cierto es que la inversión de la mafia en hoteles de lujo y casinos en torno al Malecón de La Habana tuvo un gran impacto en la economía y la sociedad cubana. Estas inversiones, aunque promovieron el desarrollo de la infraestructura turística y le dieron a la ciudad un brillo irresistible, también contribuyeron al aumento de la corrupción, un problema que ya era endémico en el país. Esta corrupción era uno de los males que Batista intentó combatir cuando tomó el poder mediante un golpe de Estado en 1952, según palabras de Jacobo Manchover.

El dictador cubano Fulgencio Batista
El dictador cubano Fulgencio Batista con su uniforme militar

La reacción de Batista que favoreció a Castro

Su hijo Bobby también mencionó otro de los grandes errores que cometió su padre que “fue soltar a Fidel Castro de la cárcel, porque en cuanto lo hizo se fueron todos los guerrilleros a Sierra Maestra”, haciendo alusión a la condena por el intento fallido de Castro para derrocar a Batista en 1953.

A partir de esa fecha fue cuando el abogado, que se había convertido en el portavoz de un sentir revolucionario y encontraba la violencia como única vía, inició una campaña a base de guerra de guerrillas y sabotaje en las ciudades. Pronto los rebeldes controlaron las regiones montañosas del este y el norte, y conquistaron el apoyo de la población mediante la ejecución de la política de la reforma agraria de Castro.

Según Lowe, la reacción de Batista favoreció a Castro. Tomó salvajes represalias contra las guerrillas, torturando y haciendo matar a todo sospechoso, lo que polarizó la lucha, incluso, gran parte de la clase media empezó a respaldar a Castro como el líder más capaz de deponer a un dictador brutal.

 Fulgencio Batista junto a
Fulgencio Batista junto a su segunda mujer, Marta (AP)

El deterioro del régimen de Batista comenzó a hacerse evidente en el verano de 1958, cuando su ejército, mal pagado y desmoralizado, fracasó en un intento por derrotar a las fuerzas rebeldes lideradas por Castro. Este revés militar no solo afectó la moral de las tropas, sino que también puso de manifiesto la creciente debilidad del gobierno. En paralelo, Estados Unidos, que hasta entonces había sido el principal socio de Batista, comenzó distanciarse debido a su descontento con el comportamiento del dictador. Este cambio en la postura estadounidense se materializó en la suspensión del suministro de armas, lo que representó un golpe significativo.

En septiembre de 1958, los revolucionarios encabezados por el argentino Ernesto “Che” Guevara, lograron consolidar su control sobre una de las principales rutas de la isla. Este avance estratégico fortaleció la posición de los revolucionarios, y les permitió preparar el camino para marchar sobre Santa Clara, ciudad clave en el centro de Cuba. El 1ro de enero de 1959 Batista huyó de Cuba y se implantó un gobierno con Castro a la cabeza. Las relaciones con Estados Unidos no se deterioraron enseguida, ya que pensaban que Castro era un socialdemócrata y estaban dispuestos a darle una oportunidad. Hasta que el líder cubano nacionalizó las fincas y fábricas que pertenecían a ciudadanos y empresas estadounidenses, medida que provocó una fuerte reacción en Washington. En enero de 1961, la potencia del norte tomó la decisión de romper relaciones diplomáticas con Cuba, al mismo tiempo que la Unión Soviética había comenzado a brindar apoyo económico a la isla caribeña, consolidando una alianza que cambiaría el panorama geopolítico de la región.

En “Los últimos días de Fulgencio Batista“, Jacobo Machover describe la huida del dictador ante el avance de la revolución castrista. “Los últimos días de Fulgencio Batista en Cuba fueron momentos de tensión y de paranoia por las traiciones dentro de sus propias fuerzas armadas. Estaba convencido de poder resistir si no fuera por las negociaciones de sus propios generales con Castro. Cuando vio que era imposible decidió sacar a sus hijos Roberto y Carlos Manuel hacia Nueva York, pocos días antes de emprender su propia partida con el resto de sus familiares y sus partidarios más allegados. Unos hacia Estados Unidos, otros, incluido él mismo, hacia la República Dominicana”, narró el investigador quien también abonó a la teoría de que su principal socio, Estados Unidos, lo dejó caer.

El comandante Fidel castro (c)
El comandante Fidel castro (c) celebra la victoria del movimiento revolucionario.EFE/PRENSA LATINA.

El hijo de Batista recordó la vida después de la revolución cubana. Un exilio por diferentes dictaduras. La primera fue la de Trujillo en Santo Domingo. “Trujillo pidió ayuda a mi padre para invadir Cuba, le dijo que quería echar a los comunistas, pero lo que quería era quedársela para él, así que mi padre no le ayudó y por eso lo encerró en la cárcel”.

Más tarde viajaron hacia las lejanas islas Azores, custodiados por la dictadura de del portugués António de Oliveira Salazar. Pero como a la familia les gustaba Madrid y Marbella, se fueron a la dictadura de Franco. Fulgencio Batista murió de un infarto en Marbella, el 6 de agosto de 1973, un año antes de la Revolución de los Claveles portuguesa y dos antes de la muerte de Franco. Su cuerpo descansa en Madrid, en el cementerio de San Isidro.

Guardar

ultimas

The Cavern, el pub que preparó a The Beatles para ser los mejores: de refugio antiaéreo al club de jazz que no funcionó

Fue inaugurado hace 68 años y su objetivo original fracasó. Pero el sonido original de los Fab Four convirtió al club en un ícono popular por el que pasan unas 800.000 personas cada año

The Cavern, el pub que

La “Ley Seca” y sus historias mínimas: congresistas hipócritas, negocios mafiosos, alcohol envenenado y hasta un “bebé demonio”

Hace 105 años, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la XVIII enmienda de la Constitución, que junto con la Ley Volstead, promulgada ese mismo año, prohibieron la fabricación, el comercio, el transporte, la importación y exportación de bebidas alcohólicas. Comenzó así la “Era de la Prohibición”, que se prolongó durante trece años, con devastadores efectos económicos y sociales, pero que también dio lugar a historias increíbles como las que se cuentan en esta nota

La “Ley Seca” y sus

10 mil muertos en 25 segundos: el terremoto que destruyó San Juan y juntó por primera vez a Perón y Evita

Fue hace 81 años y arrasó con el 80% de las viviendas de una ciudad hecha de adobe. Cientos de niños quedaron huérfanos y los muertos se apilaban en fosas comunes

10 mil muertos en 25

El atroz asesinato de Rosa Luxemburgo y la “fake news” inventada por el gobierno alemán para ocultar que había cometido el crimen

La versión oficial dijo que, el 15 de enero de 1919, “El Águila de la Revolución”, como la llamaba Lenin, había sido asesinada por una turba cuando escapaba del hotel de Berlín donde estaba detenida. Pero en realidad fue ejecutada por un grupo paramilitar a las órdenes del gobierno. Recién 43 años después el oficial a cargo de aquel operativo contó la verdad.

El atroz asesinato de Rosa

“Me rebelo, luego somos”: la muerte “ridícula” de Albert Camus y su obra recuperada por los efectos de la pandemia

El novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista nacido en Argelia decía que no “conocía nada más ridículo que morir en un accidente de auto” y el 9 de enero de 1960 falleció luego de que el auto en el que se trasladaba se estrelló contra un árbol. La vida de un premio Nobel de Literatura que teorizaba sobre lo absurdo y la búsqueda del sentido

“Me rebelo, luego somos”: la
MÁS NOTICIAS