Los crímenes de un meticuloso asesino serial que cayó por la tarjeta de crédito de su última víctima

Durante años, Israel Keyes, viajó por todas las ciudades de Estados Unidos, violando a sus víctimas y cometiendo asesinatos monstruosos. Durante años, también, fue uno de los casos no resueltos del FBI. Pero un descuido terminó con su raid de sangre y horror

Guardar
Israel Keyes confesó haber asesinado
Israel Keyes confesó haber asesinado a Samantha Koening. Los psicólogos forenses dijeron que era "adicto al crimen" (Grosby)

Cuando Ted Bundy –36 muertes comprobadas–, el mayor asesino serial de los Estados Unidos y posiblemente del mudo, llegó al final de la milla verde y vio la silla eléctrica, todavía novedosa, tembló. Comprendió por qué la llamaban “la freidora”.

Pero se repuso, y encaró en acto final con pocas palabras: “No pasa nada”.

En cambio, el segundo criminal del sangriento ranking, no esperó. Condenado al mismo fin, se cortó las venas y se ahorcó en su celda el 2 de diciembre de 2012, mientras en el tribunal se lo juzgaba por el asesinato de Sanamtha Koenig, que acabó por ser su ineludible ratonera .

Israel Keyes, tal su nombre, empezado en Richmond el 7 de enero de 1978, como Bundy y otros tantos, llevaba la marca a fuego, como las reses.

Samantha Koeing tenía 18 años
Samantha Koeing tenía 18 años y atendía un kiosco en Alaska

Asesino, violador, pirómano, ladrón y asaltante de bancos desde el 96, cuando atacó a una adolescente en Oregón, fue, según los veteranos que lo interrogaron, “mentiroso, desfachatado y capaz de negociar sus crímenes" –prometió confesión completa– a cambio de rebaja en su condena a muerte.

“Todo parecía lloverle. Se encogía de hombros, se reía a carcajadas, y encaraba los interrogatorios como una función de circo”, recordó un de los hombres de azul.

Pero ese desapego (seguramente fingido) contrastaba con lo meticuloso de su acción.

Una vez elegida su víctima, preparaba y escondía en un impecable kit de muerte, y dentro de un balde, armas, silenciadores, bolsas plásticas, ancha cinta adhesiva, y cortaba los cables de teléfono de la casa de sus presas.

Samantha Koenig, 18, mientras preparaba
Samantha Koenig, 18, mientras preparaba un café en Anchorage, Alaska. El registro que dejaron las cámaras de seguridad antes de su desaparición (AP)

Pero, ¿quién era en realidad? Se educó en su casa: sus padres, extremistas blancos, despreciaban el sistema educativo oficial.

Mudados a Washington, se hicieron amigos de la familia de Chevy Kehoe, un supremacista blanco que años más tarde fue condenado a muerte por tres asesinatos: la ideología y la violencia fueron el imprescindible combustible de Israel, y lo puso en marcha a toda velocidad.

Al mismo tiempo, acaso como firme coartada, pasó dos años como militar en Fort Lewis, Fort Capote y Egipto, y se retiró con cinco premios y otras tantas condecoraciones.

El lugar donde enterró a
El lugar donde enterró a Samantha (AP)

Sus compañeros lo describieron como tranquilo y reservado, pero declararon que los fines de semana, a solas, bebía botellas íntegras de bourbon Wild Turkey, y que era fanático de un indeseable grupo Los Payasos Dementes, nombre que no exige explicación.

Detenido como sospechoso de asesinato, acabó por confesar que mató a cuatro personas en Washington y a una en Nueva York, donde tenía diez hectáreas y una cabaña, posiblemente el cuartel general de sus minuciosos preparativos para matar.

Aunque se le atribuyen más de 15 asesinatos a sangre fría –varios cuerpos fueron encontrados–, su última víctima fue el lazo de su caída.

James y Samantha Koenig, junto
James y Samantha Koenig, junto a su Shirley: los padres de la joven asesinada durante una vigilia por su hija cuando aun tenían esperanzas de que apareciera viva (Bob Hallinen/Anchorage Daily News/MCT/Sipa USA/GROSBY)

El primer día de enero de 2012 secuestró y violó a Samantha Koenig, 18 años, que trabajaba en un kiosco en Anchorage, Alaska. Y un día después la mató en un cobertizo.

Acaso un descuido del meticuloso Keyes, que siempre asesinaba lejos de su casa, y nunca en la misma zona: la descuartizó en el solitario lago Matanuska, amparado por la distancia entre Alaska y las grandes ciudades del vasto territorio norteamericano.

Sin embargo, dos meses después cayó en una playa de estacionamiento de Lufkin, Texas, por usar una tarjeta de crédito de Koenig que la policía rastreaba desde Nuevo México y Arizona. Y cantó todo.

El asesino cuando confesó sus
El asesino cuando confesó sus crímenes. Luego, se suicidó en su celda

Uno de los psicólogos forenses que trabajó en el caso, describió al criminal como “una especie de adicto al asesinato”, alguien que cazaba sus víctimas en lugares remotos: senderos, campamentos, pequeñas ciudades, parques.

Su última jugada fue confesar el crimen del matrimonio Currier a cambio de achicar su brutal retahíla de sangre, pero no funcionó.

Lo único que quedó en su celda, entre la sangre de sus venas, fue un extraño y burdo poema: Oda al Asesinato. Que jamás figuraría en la historia de la literatura.

SEGUÍ LEYENDO:

Guardar

ultimas

Los Beatles en la terraza de Apple: por qué hay que mirar a McCartney casi todo el tiempo

Fue la última vez que se los vio a los cuatro juntos públicamente antes de que anunciaran su separación, en 1970. En medio del invierno de Londres, hubo vecinos encantados y otros que llamaron a la Policía

Los Beatles en la terraza

A 80 años de la catástrofe del Gustloff, el barco alemán hundido por los soviéticos con seis veces más víctimas que el Titanic

La noche del 30 de enero de 1945, el antiguo crucero de placer convertido en barco de guerra, navegaba por el mar Báltico con más de diez mil alemanes evacuados de Polonia cuando fue torpedeado por un submarino soviético. Los nazis ocultaron la tragedia para no desmoralizar a la población y amenazaron a los pocos sobrevivientes para que guardaran silencio

A 80 años de la

El último discurso de Hitler y un llamado desesperado a la resistencia: “Espero que cada alemán cumpla con su deber hasta el final”

El 30 de enero de 1945, hace ochenta años, el dictador se dirigió hacia el pueblo alemán en un mensaje grabado con antelación y emitido a las diez de la noche. Días después de ese último mensaje público, se recluyó en el búnker de la Cancillería, del que no saldría con vida. La retórica de su primer discurso y la fingida grandilocuencia del último, con doce años de nazismo de diferencia y un régimen en jaque

El último discurso de Hitler

El mayor misterio de la historia de la aviación comercial: el vuelo MH370 y la teoría del hombre que quería ver por la ventana

Hace diez años, el 29 de enero de 2015, las autoridades malayas de aviación dieron a conocer su informe final sobre la desaparición sin dejar un solo rastro de un Boeing 777 de Malaysia Airlines, ocurrida más de un año antes. La calificaron como un “accidente”, pero no pudieron ofrecer pruebas que lo demostraran. Las especulaciones, los 239 muertos, las teorías delirantes y la hipótesis del piloto suicida

El mayor misterio de la

El impactante funeral de Churchill: la Reina fuera de protocolo, 12 años de preparación y 321.000 personas frente al féretro

Murió a los 90 años, tras sufrir ocho ACVs. Había logrado la victoria para los británicos en la Segunda Guerra Mundial, y fue un gran guía para Isabel II en sus primeros años de reinado

El impactante funeral de Churchill:
MÁS NOTICIAS