La triste historia del “Tambor de Tacuarí”, el niño correntino convertido en soldado por una “ofrenda” de su padre a la Patria

Entró en la historia el 9 de marzo de 1811. Se llamaba Pedro Ríos y sus escasos tres meses en el ejército de Belgrano le alcanzaron para hacerse de un lugar de privilegio en los inicios de las guerras por la independencia

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Manuel Belgrano era vocal de
Manuel Belgrano era vocal de la Primera Junta cuando fue puesto al frente de un ejército que debía dirigirse al Paraguay (Oleo de Francois Casimir Carbonnier - Enciclopedia Historia Argentina)

El lunes 26 de noviembre de 1810 Manuel Belgrano, al mando de su ejército de hombres mal armados, con fusiles que se inutilizaban después del tercer disparo y peor vestidos, llegó al pueblo de Concepción, en Corrientes. Marchaban hacia el norte.

En agosto de 1810 la Primera Junta decidió enviar una expedición militar al Paraguay a fin de apoyar a la facción que apoyaba la revolución. Se pensó que con un pequeño contingente, se volcaría la voluntad hacia los nuevos tiempos que corrían. Belgrano, por entonces vocal de la Junta, fue puesto a su frente. Demoró un poco en incorporarse porque cayó enfermo a comienzos de septiembre. Aún no se había recuperado cuando le ordenaron partir.

Bernardo de Velazco era el
Bernardo de Velazco era el gobernador de la intendencia del Paraguay, quien había manifestado su fidelidad a España

Lo hizo al frente de 200 hombres de la guarnición Buenos Aires, con efectivos del cuerpo de Granaderos y Pardos, jinetes de la Caballería de la Patria, algunos Blandengues de la Frontera, Blandengues de Santa Fe y milicias del Paraná. Llevaba cuatro cañones.

Debería enfrentar al general español Bernardo Velazco, quien gobernaba Paraguay. Este experimentado militar había combatido a los franceses en la Guerra del Rosellón entre 1793 y 1795, y en Buenos Aires se había destacado en la lucha contra los ingleses.

En el trayecto Belgrano tuvo deserciones, especialmente de hombres de la Caballería de la Patria. Cuando se capturó a dos de ellos, los mandó a fusilar. En sus memorias consignó que, a partir de esa drástica medida, nadie más desertó.

El 9 de marzo de
El 9 de marzo de 1811 se libró el combate de Tacuarí. El niño Pedro Ríos encontró allí la muerte, acompañando a Celestino Vidal

En el trayecto, hizo de todo. En Santa Fe fustigó al cabildo por la escasa asistencia de los niños a la escuela, que la patria necesitaba de ciudadanos instruidos y que se debía presionar a los padres para que los mandasen a estudiar. Se ocupó en colaborar en la campaña de vacunación contra la viruela y hasta criticó la costumbre de enterrar a los muertos dentro de las iglesias.

En el camino fundó los pueblos de Nuestra Señora del Pilar de Curuzú Cuatiá y el de Mandisoví.

La ciudad de Concepción, en el norte correntino, ya no se parece demasiado a la docena de ranchos que la componían cuando aún era pueblo, allá en los comienzos del siglo XIX. Fue fundada como Yaguareté-Corá, que en guaraní significa “corral del yaguareté”, por la cantidad de estos animales que poblaban la región.

Cuando ese lunes Belgrano llegó a Concepción, lo primero que hizo fue visitar la capilla y le rezó a San Francisco de Asís, patrono del pueblo. A la salida, había gente que lo esperaba. Todos querían conocerlo y algunos deseaban incorporarse a su ejército.

Estatua del famoso Tambor de
Estatua del famoso Tambor de Tacuarí, erigida en el Colegio Militar de la Nación

Uno de ellos era el niño Pedro, que había nacido en el pueblo por 1798. Belgrano, al verlo, se negó de plano a sumarlo a su ejército. Fue cuando intercedió su padre, maestro rural: “No solo doy mi consentimiento, sino también ruego que lo acepte, porque yo con mis 65 años de existencia soy un hombre anciano y la entrega de mi hijo es la única ofrenda que puedo hacer a la Patria”.

Belgrano lo aceptó y lo puso a las órdenes de Celestino Vidal, un capitán que ya había descollado en las invasiones inglesas, que acarreaba problemas de visión y que precisaba de un lazarillo.

El 19 de diciembre de 1810, en el combate de Campichuelo, un puñado de sus soldados puso en retirada a un pequeño grupo de paraguayos que estaban en la otra orilla del Paraná, frente a Candelaria.

Así ese ejército auxiliador ingresó a territorio paraguayo.

El bautismo de fuego del niño fue el 19 de enero de 1811 en la batalla de Paraguarí, también conocida como batalla del Cerro Porteño, a unos 70 kilómetros de Asunción. En el lugar había un antiguo complejo jesuita con iglesia y colegio. En esa ocasión, Pedro se mantuvo en la retaguardia.

Belgrano pensó en regresar por donde había llegado, y esperar en el río Paraná los refuerzos que desde Buenos Aires le habían prometido. Ordenó acampar a orillas del Tacuarí, donde uno de sus flancos estaba protegido por un bosque.

Allí, el 9 de marzo tendría lugar el siguiente combate. Tacuarí, también conocido como Río de las Tacuaras, la leyenda dice que quien beba de sus aguas, no abandona el lugar. Es un curso de agua que nace en el Departamento de Cerro Largo y recorre de noroeste a sudeste hasta desembocar en la Laguna Merlín.

Acuerdo que firmó el gobierno
Acuerdo que firmó el gobierno de Buenos Aires con el Paraguay el 12 de octubre de 1811

Los españoles estudiaron la posición de los patriotas, los que fueron atacados por tres puntos distintos, desencadenándose un violento combate en distintos flancos.

Velazco mandó a un parlamentario intimando rendición, y si no se la aceptaba, todos serían pasados a cuchillo. Belgrano respondió: “He contestado ya que las armas no se rinden en nuestras manos; dígale usted a su jefe que avance a quitarlas cuando guste”.

El mismo Belgrano se puso al frente de sus hombres. Marchó a pie con sable desenvainado. Sin embargo, por las reglamentaciones militares, ese puesto correspondía al segundo jefe. El lugar de Belgrano fue ocupado por el capitán Pedro Ibáñez.

La lucha se reanudó desencadenándose un combate que habrá durado unos veinte minutos. En el fragor del tiroteo Vidal apenas podía ver, y fue ayudado por Pedro, que batía su tambor.

El niño fue alcanzado por dos tiros en el pecho. Vidal detuvo su avance para socorrerlo. Esa reacción confesó que le salvó su vida, porque de continuar el avance, hubiera caído bajo el fuego enemigo, tal cual pasó con el resto del ala que lideraba.

Luego de una corta agonía, el niño murió en brazos de Vidal.

Ambas fuerzas se replegaron. Belgrano mandó a un emisario al general Manuel Cabañas con el mensaje que él había ido para auxiliar y no conquistar el Paraguay, y en vista de que eran rechazados, había resuelto evacuar la provincia. Cabañas le respondió que le daba un día para abandonar el suelo paraguayo, con la promesa de un cese de hostilidades.

Belgrano redactó un acuerdo, en el que declaraba liberado el comercio de los productos paraguayos con el resto del territorio; Asunción formaría una junta y enviaría un diputado a la junta de Buenos Aires.

El 10 de marzo las fuerzas patriotas abandonaron Paraguay.

Manuel Belgrano, cuando era conducido ya enfermo de Tucumán a Buenos Aires, testigos aseguraron que lo escucharon lamentarse por la suerte corrida por ese niño que en medio del combate, guiando a un oficial casi ciego, cumplía con su deber de batir el parche, y lo ponía en el mismo pedestal que las niñas de Ayohuma, cuando auxiliaban con agua a los soldados, jugándose la vida.

La Plaza 25 de mayo, en Concepción, tiene la estatua al “niño héroe”. La “Oda al tambor de Tacuarí” termina: “Sonría Pedro Ríos, honrado de laureles; /sonrisa permanente desde hace tiempo y leguas; / ¡la Patria está de duelo, /ha muerto un grande!”, que no era más que un niño que había perdido su infancia para siempre a orillas del río de Tacuarí, en tierra paraguaya.

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