
La noche del 20 de mayo de 2016 marcó un antes y un después en la ciudad de Green Bay, Wisconsin. Nicole Vander Heyden, madre de tres hijos, salió con amigos para disfrutar un concierto. Nunca regresó a su casa. Un día después, su cuerpo fue hallado en un campo, víctima de golpes y estrangulamiento. El caso estremeció a la comunidad, dividió a las familias y puso a prueba los avances tecnológicos aplicados a la investigación criminal.
En el centro de la tragedia estaba Doug Detrie, novio de Nicole y padre de su hijo menor. La policía lo entrevistó tras descubrir sangre en el garaje y en el automóvil de Nicole.
Los detectives también dudaron de Detrie porque tardó horas en reportar la desaparición. “No parece un hombre particularmente preocupado por su novia, la madre de su hijo, ¿verdad?”, comentó el sargento Brian Slinger a la periodista Erin Moriarty en CBS News.

El propio Detrie describió sus acciones esa noche: “Después de que Greg me dejó, me quedé dormido alrededor de las 3:00 a.m. Solo me desperté para ver al bebé y volví a dormir”. Estas afirmaciones encontraron respaldo en un dispositivo que sería crucial: un Fitbit que Detrie llevaba puesto.
Los registros de actividad descartaron su implicación, mostrando que apenas se movió durante el periodo de la muerte de Nicole. “Su historia era absolutamente cierta”, confirmó el sargento Slinger. Detrie fue liberado tras 18 días bajo custodia.
Giro en la investigación: el rastro de ADN
La investigación avanzó cuando el procesamiento de la escena del crimen y las prendas de Nicole detectó rastros de ADN que no correspondían ni a Detrie ni a conocidos de la víctima. Como narró la periodista Kate Briquelet, “nadie sabía quién era. Era literalmente un hombre misterioso”.
En agosto, pruebas en una de las medias de Nicole aportaron suficiente material genético para identificar a George Steven Burch, un hombre originario de Virginia que había llegado a Green Bay meses antes. El hallazgo reorientó la investigación.

Los avances tecnológicos jugaron un papel fundamental gracias a Google Dashboard, una herramienta que almacena información sobre la ubicación de los dispositivos mediante GPS, Wi-Fi y torres de telefonía móvil. “La mayoría de las personas no sabe que Google registra toda esta información”, detalló el sargento Rick Loppnow.
Los datos revelaron que Burch pasó buena parte de la noche en un bar cercano al lugar donde desapareció Nicole. Posteriormente, sus desplazamientos coincidieron con la ruta entre la casa de la víctima, el lugar donde fue hallado el cuerpo y finalmente su propia vivienda. “Era muy evidente, este es nuestro hombre”, sostuvo el sargento Loppnow.
El juicio: tecnología vs. versiones enfrentadas
En febrero de 2018 inició el juicio contra George Burch, en medio de una cobertura intensa y testimonios emotivos. La fiscalía basó su acusación en la solidez de la evidencia tecnológica y genética. “Los resultados de la autopsia, la identificación por ADN, los registros de Google Dashboard y Fitbit… ese es el conjunto de pruebas que conduce a la verdad”, expresó el fiscal David Lasee.
Los datos del Fitbit demostraron la inocencia de Doug Detrie, mientras que la información del celular de Burch lo ubicó en todos los puntos de interés del caso. Peritos y analistas corroboraron la veracidad de los registros. “Todo lo que visualicé en el dispositivo de Fitbit coincidía con lo que ya se había declarado”, afirmó el analista forense Tyler Behling.

La defensa intentó sembrar dudas, apuntando nuevamente a Detrie y exponiendo episodios de turbulencia previa en la relación de la pareja. Sin embargo, el peso del ADN, la reconstrucción digital de los movimientos y las contradicciones en el testimonio de Burch marcaron la diferencia. “El motivo por el que tenemos estos datos es para exonerar a inocentes y encontrar a quienes cometieron el crimen”, observó el sargento Slinger.
Veredicto y repercusiones
Tras nueve días de juicio y más de 50 testimonios, la jurado declaró culpable a George Burch de homicidio intencional en primer grado. La condena: cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. “Este es un crimen que, considero, merecería la pena de muerte. Tendrá que morir en prisión”, dictó el juez.
Para la familia de Nicole Vander Heyden y la comunidad de Green Bay, el uso de tecnología del siglo XXI fue determinante para esclarecer los hechos. “Si no hubiéramos tenido estos datos de Google y Fitbit, ¿sería Doug Detrie quien estuviera en prisión en lugar de George Burch?”, reflexionó Kate Briquelet.
En palabras de la madre de Nicole: “Solo pido volver a ver su sonrisa, su gran sonrisa. Ella simplemente irradiaba”. Entre el dolor y la esperanza, la certeza al menos quedó clara: la tecnología no solo conecta personas, hoy puede lograr justicia.
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