
Las autoridades del estado de Maine han lanzado advertencias a los visitantes de la costa luego de que se registraran múltiples avistamientos de tiburones blancos en aguas cercanas a la isla Bailey, el mismo lugar donde ocurrió el único ataque mortal de tiburón en la historia del estado. El hecho ha encendido alertas en la comunidad local, aunque las playas permanecen abiertas al público.
El Departamento de Recursos Marinos y Administración Portuaria de Harpswell informó sobre dos avistamientos documentados en las aguas de la isla, ubicada en la pintoresca Bahía de Casco. En respuesta, se han instalado banderas de advertencia en Cedar Beach, en el lado noreste de la isla, como medida preventiva para los bañistas y residentes.
“La playa sigue abierta para nadar”, aseguró la agencia en una publicación en redes sociales. “Este sistema de notificación está en funcionamiento únicamente para que las personas puedan tomar decisiones informadas”.
El sistema de banderas busca informar, no restringir
Aunque la presencia de tiburones puede generar preocupación, las autoridades recalcaron que no se trata de una prohibición. “El objetivo es alertar, no cerrar”, añadieron. La instalación de banderas forma parte de un protocolo establecido tras el ataque fatal de 2020, que cambió para siempre la relación entre los habitantes de Harpswell y las aguas que rodean la isla.
Las personas que avisten tiburones en la zona están siendo exhortadas a documentar el encuentro, tomar fotografías del animal si es posible, y comunicarse con el Centro Regional de Comunicaciones del Condado de Cumberland, tal como indicó la agencia local.
Este sistema de colaboración ciudadana es una forma de respuesta comunitaria que busca complementar los monitoreos oficiales en un área donde los encuentros con estos depredadores marinos son escasos, pero de alto impacto.

Una tragedia que marcó a Maine: el caso de Julie Dimperio Holowach
El 2020 quedó grabado en la memoria de los residentes de Harpswell cuando Julie Dimperio Holowach, una mujer de 63 años originaria de la ciudad de Nueva York, fue atacada por un tiburón blanco a solo 30 o 40 pies (entre 9 y 12 metros) de la costa de la isla Bailey. Nadaba junto a su hija en el momento del ataque. Ella resultó ilesa.
Dos kayakistas que se encontraban cerca auxiliaron rápidamente a Holowach y lograron llevarla hasta la orilla, donde una ambulancia ya esperaba. Sin embargo, la mujer fue declarada muerta en el lugar. Las autoridades estatales confirmaron más tarde que se trató de un tiburón blanco, y señalaron que el ataque fue no provocado.
Una posible explicación ofrecida por los expertos fue que Holowach vestía un traje de neopreno, lo que pudo haber llevado al tiburón a confundirla con una foca, su presa habitual. Aun así, la naturaleza inesperada del ataque lo convirtió en un suceso sin precedentes en la historia del estado.
Solo dos ataques no provocados en la historia del estado, según investigadores
De acuerdo con investigadores del International Shark Attack File, una base de datos mantenida por el Florida Museum of Natural History y la University of Florida, el caso de Holowach representa uno de solo dos ataques no provocados documentados en el estado de Maine.
Los ataques no provocados son definidos como encuentros en los que el tiburón inicia contacto sin haber sido previamente incitado o provocado por actividad humana directa. Estos son considerados extremadamente raros, especialmente en las frías aguas del Atlántico norte.
El bajo número de incidentes no ha evitado que se tomen precauciones adicionales. El sistema de notificación con banderas, la colaboración ciudadana y la vigilancia activa en puntos clave de la costa buscan reducir al mínimo los riesgos para bañistas y deportistas acuáticos.

La respuesta coordinada busca evitar nuevos incidentes sin generar alarma innecesaria
El enfoque de las autoridades en Maine es claro: informar sin alarmar. La idea es ofrecer al público los elementos necesarios para tomar decisiones conscientes sobre su presencia en el agua, sin restringir el acceso a los espacios naturales que caracterizan a la región.
Las advertencias no implican restricciones ni cierres obligatorios, sino un llamado a la vigilancia responsable. Hasta ahora, Cedar Beach sigue abierta y la actividad recreativa continúa con normalidad.
La estrategia comunicativa refleja un esfuerzo coordinado entre agencias locales, expertos en vida marina y la comunidad, quienes comparten el objetivo común de prevenir tragedias como la ocurrida en 2020.
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