Richard Ramírez, nacido el 29 de febrero de 1960 en El Paso, Texas, fue el menor de cinco hermanos y creció en un entorno profundamente violento. Su padre, exoficial de policía en Ciudad Juárez, lo golpeaba brutalmente. “Acostumbraba a golpearlo hasta cansarse”, describe Independiente Español sobre la relación paternal.
A los 12 años, Richard fue influenciado por su primo Miguel Ramírez, un veterano de la Guerra de Vietnam, quien le mostró fotos polaroid de mujeres vietnamitas asesinadas tras ser violadas por su pelotón.
Un año después, Richard fue testigo del asesinato en vivo de la esposa de Miguel, a quien su primo le disparó en la cara.
A los 15 años, Richard abandonó su hogar y se trasladó a Los Ángeles, donde sobrevivió cometiendo robos y pequeños delitos. Ya era un viejo conocido de la policía californiana por sus antecedentes por tenencia de drogas, intentos de robo de autos y violación.
Durante esa época, se obsesionó con la literatura satánica, las sectas y la música heavy metal. Cuando escuchaba “Highway to Hell” de AC/DC, él sentía que volaba. Según Revista GQ, esta conexión con la banda australiana llevó a la fiscalía a intentar relacionar los asesinatos con la canción “Night Prowler”.

El primer asesinato confirmado: el caso de Mei Leung
Su primer homicidio conocido fue el 10 de abril de 1984, cuando violó y estranguló a una niña de 9 años, Mei Leung, en el sótano de su edificio en San Francisco. Este crimen fue vinculado a él años después mediante pruebas de ADN.
A pesar de la brutalidad de este crimen, Richard no fue identificado como el autor sino hasta 2009, cuando los avances científicos permitieron conectar su ADN con la escena del crimen, según detalló Independiente Español.
Jennie Vincow: la primera víctima que alertó a la policía
El 28 de junio de 1984, en Los Ángeles, Ramírez asesinó a Jennie Vincow, una viuda de 79 años. La encontraron en el piso, al lado de la cama, en medio de un charco de sangre. La habían acuchillado y tenía el cuello cortado hasta casi separar la cabeza del cuerpo. La autopsia reveló que también fue violada.
Este caso marcó el comienzo de su ola de asesinatos en California, aunque el siguiente ataque no se produciría hasta diez meses después.

El resurgir del horror en 1985
En marzo de 1985, Ramírez volvió a atacar. Asesinó a Dayle Okazaki y disparó contra su compañera María Hernández, quien logró sobrevivir.
Esa misma noche, mató a Tsai-Lian Yu, otra mujer joven. Tres días después asesinó a una niña de ocho años en Eagle Rock, California, y el 27 de marzo volvió a matar.
El 29 de mayo de 1985, Malvia Keller, de 83 años, y su hermana Blanche Wolfe, de 80, fueron asesinadas en su casa. Una de ellas fue golpeada y agredida sexualmente.
En su último ataque conocido, Richard Ramírez ingresó a la casa de una pareja, mató al hombre y agredió a la mujer, Inez Erickson, a quien dejó con vida. Le hizo jurar fidelidad a Lucifer y le ordenó decir: “El acosador nocturno ha estado aquí”. Este testimonio fue clave para vincularlo con los crímenes. Según Revista GQ, esta frase reveló su deseo de “establecer su marca como figura reconocida”.
Los crímenes se intensificaron. Según People, en total asesinó al menos a 15 personas entre abril de 1984 y agosto de 1985, aunque algunos de los que fueron atacados sobrevivieron a sus ataques.

Un asesino sin patrón: el terror de lo impredecible
Lo que desconcertó a la policía fue la ausencia total de patrón. Usaba diferentes armas, mataba a víctimas de cualquier edad o género, y a veces dejaba sobrevivientes. El asesino irrumpía en casas a altas horas de la noche y, en algunos casos, “mutiló los cuerpos y pintó pentagramas satánicos”, reportó la BBC.
Una característica distintiva de los asesinos en serie es que rara vez se salen de un modus operandi, pero “El Acosador Nocturno” no cumplía ninguno de los requisitos.
El componente satánico se hizo evidente en varias escenas. En la pared de la habitación, el asesino dejó dibujada con lápiz de labios una estrella de cinco puntas invertida. Otras veces dibujaba pentagramas en las paredes o en su propio cuerpo.
Incluso, durante una audiencia judicial, levantó la mano mostrando un pentagrama dibujado en su palma.

Según sus propias palabras, el satanismo era una filosofía vital: “Satanás es una fuerza estabilizadora en mi vida. Me da una razón de ser. Me da una excusa para racionalizar”, declaró en entrevistas que aparecen en la docuserie The Night Stalker Tapes, citada por People.
La captura: una turba furiosa detiene al asesino
El 31 de agosto de 1985, una multitud en el Este de Los Ángeles lo reconoció por su foto publicada en todos los medios. Intentó escapar robando un auto, pero fue retenido por una turba enfurecida que lo había golpeado con una barra de acero hasta dejarlo ensangrentado; la llegada de la policía lo salvó de ser asesinado.
El juicio televisado de 1989 lo convirtió en una figura mediática. Fue condenado por 13 asesinatos, 5 intentos de asesinato, 11 agresiones sexuales y 14 robos. En sus palabras finales ante el tribunal, proclamó, según Diario AS: “Lucifer habita en todos nosotros... No lo entienden... Estoy más allá de hacer el mal... Seré vengado”.
Durante su estadía en prisión, se convirtió en objeto de culto. Recibía cartas de amor de mujeres que lo consideraban atractivo y no le temían. En 1996, se casó con Doreen Lioy, quien declaró tras la ceremonia: “Estoy muy feliz hoy y estoy muy orgullosa de ser la esposa de Richard”

Muerte en prisión y legado oscuro
Ramírez murió el 7 de junio de 2013, a los 53 años, tras sufrir un linfoma y una infección de hepatitis C. Nunca llegó a ser ejecutado pese a haber recibido múltiples condenas a muerte.
Su historia inspiró docuseries, como Night Stalker: The Hunt for a Serial Killer de Netflix, películas y hasta rumores musicales, como la teoría de que Michael Jackson se habría inspirado en él para “Smooth Criminal” aunque ninguna víctima se llamaba Annie.

La figura de Richard Ramírez sigue siendo un símbolo del mal y del trauma colectivo en la historia criminal de Estados Unidos.