
La ejecución por pelotón del condenado Mikal Mahdi, realizada el 11 de abril en una prisión del estado de Carolina del Sur, ha sido señalada como un procedimiento fallido que habría provocado sufrimiento extremo al reo durante al menos un minuto antes de su muerte, de acuerdo con un informe forense presentado por la defensa ante la Corte Suprema estatal.
El documento, firmado por el patólogo forense Jonathan Arden y entregado el jueves junto con una carta dirigida a los magistrados, sostiene que Mahdi permaneció consciente tras recibir disparos que no impactaron el corazón como exige el protocolo oficial. Arden concluyó que la ejecución constituyó una “grave falla” desde el punto de vista médico y legal, por lo que podría ser considerada un castigo cruel e inusual, en contravención a la Octava Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
Mahdi, de 42 años, fue condenado a muerte por el asesinato del capitán James Myers, de 56 años, del Departamento de Seguridad Pública de Orangeburg, a quien mató el 18 de julio de 2004 en su propiedad. También cumplía cadena perpetua por el homicidio de Christopher Boggs, un empleado de una tienda de conveniencia asesinado en Winston-Salem, Carolina del Norte, tres días antes del crimen de Myers. Ambos asesinatos fueron confesados por el propio Mahdi.
El análisis forense reveló que las balas no cumplieron con el protocolo establecido
Según el análisis elaborado por Arden, Mahdi fue alcanzado por únicamente dos proyectiles, ambos en la parte baja del torso y fuera del área vital que debe ser impactada en ejecuciones por pelotón: el corazón. “Los tiradores fallaron el área objetivo, y la evidencia indica que fue impactado por solo dos balas, no las tres prescritas”, explicó Arden en el informe citado por Fox News. Esta omisión habría prolongado el proceso de muerte, ya que la sangre siguió circulando y el corazón continuó funcionando parcialmente tras los disparos.
El informe sostiene que Mahdi probablemente estuvo consciente durante al menos 60 segundos luego de recibir los impactos. Las lesiones incluían daño severo al hígado y al páncreas, pero solo una de las cuatro cámaras del corazón —el ventrículo derecho— mostró signos de daño. Las heridas de entrada estaban localizadas “en el área más baja del pecho, justo por encima del abdomen”, según describió Arden, quien considera esa zona como impropia para lograr una muerte rápida.

Testigos aseguran haber escuchado gritos, gemidos y un último aliento antes de morir
Durante la ejecución, testigos presenciales relataron a The Associated Press que Mahdi gritó justo al recibir los disparos, volvió a emitir un gemido 45 segundos después y dejó escapar un sonido bajo poco antes de lo que pareció ser su último aliento, aproximadamente 75 segundos después del inicio del procedimiento. Esta secuencia auditiva ha sido utilizada por la defensa como indicio de que el reo permaneció consciente y en agonía por más de un minuto.
El testimonio de los testigos coincide con la hipótesis médica de Arden, quien explicó que una circulación parcial debido al corazón semiintacto habría permitido que Mahdi mantuviera signos de conciencia durante ese intervalo. Esto, de confirmarse, podría abrir una nueva disputa legal sobre la constitucionalidad del método empleado.
Las autoridades mantienen el hermetismo sobre los detalles técnicos de la ejecución
El Departamento Correccional de Carolina del Sur no ha emitido declaraciones que reconozcan fallas en el procedimiento. Una ley estatal de confidencialidad impide la divulgación de información relacionada con la capacitación y las prácticas del pelotón de fusilamiento, incluyendo los nombres y métodos de sus integrantes. Esta normativa también restringe el acceso público a ciertos elementos del informe de autopsia y materiales relacionados.
En el reporte oficial de autopsia, el patólogo estatal Bradley Marcus sostuvo que una de las dos heridas visibles podría haber sido causada por el impacto de dos balas que ingresaron por el mismo punto. Marcus también citó el testimonio de un funcionario penitenciario no identificado, quien afirmó que durante los entrenamientos del pelotón es común que los blancos presenten solo uno o dos orificios, incluso cuando se disparan tres proyectiles reales. Esta afirmación fue puesta en duda por Arden, quien aseguró que en sus cuatro décadas de experiencia, esa posibilidad es “virtualmente inaudita”.

El caso de Mahdi se compara con otra ejecución reciente sin irregularidades aparentes
Para reforzar sus conclusiones, Arden contrastó la autopsia de Mahdi con la del recluso Brad Sigmon, quien fue el primer ejecutado por pelotón en Carolina del Sur. En ese procedimiento, los tres disparos impactaron correctamente en el corazón y provocaron su destrucción total. Además, el informe de Sigmon incluía radiografías, fotografías adecuadas y una revisión de la ropa, elementos ausentes en el informe de Mahdi.
La defensa busca ahora impugnar el precedente legal establecido en el caso Owens v. Stirling, que sostiene que el uso de pelotones de fusilamiento es un método humano si se ejecuta correctamente. El caso de Mahdi podría convertirse en un nuevo referente legal en el debate sobre los métodos de ejecución capital y su compatibilidad con la Constitución de los Estados Unidos.