
Molly McGovern, hija del congresista demócrata por Massachusetts, Jim McGovern, falleció de forma inesperada a los 23 años mientras visitaba a una amiga en la ciudad de Assisi, en el centro de Italia. Según informó su familia, Molly convivía desde los 18 años con una forma poco común de cáncer, aunque su fallecimiento fue repentino e imprevisto.
El legislador, que cumple su decimoquinto mandato en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, compartió un extenso y emotivo homenaje en su cuenta de Instagram. “Molly irradiaba alegría pura. Iluminaba cada habitación con su sonrisa — llena de risa, calidez infinita y una aguda inteligencia que podía desarmarte al instante”, escribió McGovern. Además, señaló que su hija estaba próxima a terminar su carrera en Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales en la Northeastern University, y que recientemente había regresado de un semestre de intercambio académico en Australia.
En el comunicado, McGovern destacó que su hija poseía una cualidad poco común: “Hacía sentir especiales a todos, porque realmente creía que todos eran especiales”. También describió cómo Molly mantenía una actitud resiliente y optimista frente a la enfermedad que la acompañó durante casi cinco años.

Una estudiante brillante que dejó huella en todos los ámbitos de su vida
Molly McGovern no solo se distinguía por su capacidad intelectual, sino también por un carisma que dejaba huella en quienes la conocían. Según su padre, era “increíblemente divertida, ferozmente leal y sabia más allá de su edad”. Su vida universitaria estuvo marcada por el compromiso con los demás y una actitud solidaria que, de acuerdo con su familia, la llevó a defender siempre a los más vulnerables.
Desde que fue diagnosticada con cáncer en 2019, cuando tenía solo 18 años, Molly encaró la enfermedad con una mezcla de “coraje, optimismo y tenacidad”, explicó Jim McGovern. A pesar de los tratamientos y la incertidumbre que enfrentaba, nunca dejó de avanzar en sus estudios ni de participar activamente en su vida social. Para su familia, esa determinación era un reflejo de su forma de entender el mundo.
Molly había finalizado recientemente una estancia de estudios en Australia. La experiencia, según relató su entorno, fue un capítulo significativo en su vida, que reafirmó su pasión por los asuntos internacionales y su deseo de construir un futuro profesional al servicio del bien común.

Una familia unida en torno al amor y la memoria de Molly
En las imágenes que el congresista compartió junto a su mensaje, se puede ver a Molly acompañada por su madre, Lisa, su padre y su hermano mayor, Patrick. Las fotografías muestran momentos de alegría y afecto entre los cuatro. Según The Boston Globe, Patrick declaró que mantenía una relación cercana con su hermana y que ambos hablaban todos los días, ya fuera por teléfono o por videollamada. Además, compartían el gusto por el cine y solían ver películas simultáneamente desde distintas ciudades, sincronizándolas con una cuenta regresiva.
“Molly siempre será el alma de nuestra familia”, escribió McGovern en su publicación. “Estamos muy orgullosos de ella, y agradecidos de que tanta gente haya sido tocada por su vida increíble. Te amamos, Molly. Ya te extrañamos”.
El funeral de Molly se celebró el 3 de mayo. Allí, Lisa McGovern tomó la palabra para ofrecer una emotiva despedida. “Tuvo 23 años maravillosos, pero ¿quién hubiera pensado que los últimos cinco serían los mejores?”, dijo su madre ante los presentes, según recogió The Boston Globe. Recordó con cariño cómo la familia “amaba estar junta” y que eran “acogedores como cachorros”.

“Había pequeños milagros en todas partes”: el legado emocional de una vida breve
Lisa McGovern destacó que, a pesar de la enfermedad, su hija vivió plenamente. “Nunca di eso por sentado, y nunca dejé de sorprenderme por ello”, expresó. “Qué regalo fue ese”. Las palabras de la madre reflejaron no solo el dolor de la pérdida, sino también la gratitud por los momentos compartidos.
El testimonio de la familia da cuenta de una vida corta, pero intensa, marcada por el afecto, la lucha personal y la influencia positiva que Molly ejerció sobre quienes la rodeaban. Su padre resumió ese impacto diciendo que Molly tenía “un don raro”, una capacidad para conectar de forma sincera con los demás y para inspirar a través de su ejemplo diario.
Como hija, hermana, estudiante y amiga, Molly dejó una huella imborrable en su entorno. La comunidad que la conoció y la amó continúa recordándola como una joven que se aferró a la vida, incluso en medio de la adversidad. Su historia, narrada con ternura y dignidad por su familia, resuena como un homenaje a la fortaleza, la empatía y la alegría.