
El cardenal Robert Prevost, originario de Chicago y ciudadano peruano, fue elegido como el nuevo líder de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de papa León XIV.
Este nombramiento marca un hito histórico, ya que es la primera vez que un estadounidense asume el papado, rompiendo un tabú que había persistido durante décadas debido al poder geopolítico que Estados Unidos ejerce en el ámbito secular.
La elección de Prevost fue anunciada este jueves 8 de mayo, generando reacciones tanto en su país natal como en Perú, donde residió durante años como misionero y arzobispo.
El tabú de un papa estadounidense
A lo largo de la historia moderna de la Iglesia católica, ha existido una reticencia implícita a la elección de un papa originario de una potencia mundial.
Este fenómeno, más cultural y político que formal, responde a la preocupación de que el liderazgo espiritual global pudiera asociarse con los intereses nacionales o estratégicos de una superpotencia.
Elegir a un pontífice de Estados Unidos, Rusia, China o de las antiguas potencias coloniales habría generado sospechas sobre una posible instrumentalización del papado con fines políticos o económicos.

El Vaticano ha buscado históricamente preservar su neutralidad diplomática, clave para su papel mediador en conflictos internacionales y para mantener relaciones equitativas con todas las naciones.
Un papa con vínculos directos a una superpotencia podría haber despertado desconfianzas entre países rivales o en regiones donde las tensiones geopolíticas son más agudas.
El primer papa estadounidense
Prevost, de 69 años, ha tenido una destacada trayectoria dentro de la Iglesia Católica. Antes de su elección como pontífice, ocupó el cargo de jefe de la oficina vaticana encargada de evaluar las nominaciones de obispos, una de las posiciones más influyentes en la estructura eclesiástica.
Su ascenso a este puesto en 2023 fue una señal del alto nivel de confianza que el papa Francisco depositó en él. Además, su experiencia como prior general de los Agustinos, una orden religiosa fundada en el siglo XIII, y su labor como arzobispo de Chiclayo, en Perú, lo posicionaron como una figura prominente dentro del cónclave.

El camino de Prevost hacia el papado comenzó con su labor misionera en Perú, donde llegó como miembro de los Agustinos. En 2014, el papa Francisco lo designó administrador y posteriormente arzobispo de Chiclayo, un cargo que desempeñó hasta 2023.
Durante su tiempo en Perú, adquirió la ciudadanía peruana en 2015, consolidando su vínculo con el país sudamericano. En ese mismo año, fue nombrado presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, un puesto que le permitió mantener contacto constante con la jerarquía católica en una región que alberga la mayor cantidad de fieles católicos en el mundo.
Según detalló The Associated Press (AP), uno de los momentos más significativos de su carrera en el Vaticano fue su participación en una de las reformas más innovadoras impulsadas por el papa Francisco.
En su rol como jefe de la oficina de nominaciones de obispos, Prevost presidió el proceso que permitió la inclusión de tres mujeres en el bloque de votación encargado de decidir qué candidatos serían presentados al papa para su aprobación. Este cambio representó un avance histórico en la participación de las mujeres dentro de la Iglesia Católica.

La elección de Prevost como papa León XIV fue recibida con entusiasmo en Perú, donde las campanas de la catedral de Lima repicaron en señal de celebración. Fuera de la iglesia, los fieles expresaron su esperanza de que el nuevo pontífice visite el país en el futuro.
El reverendo Fidel Purisaca Vigil, director de comunicaciones de la diócesis de Chiclayo, recordó con afecto la cercanía y el buen humor de Prevost durante su tiempo como arzobispo.
En un correo electrónico citado por AP, Purisaca destacó la alegría y la humildad que caracterizan al nuevo papa, quien solía compartir el desayuno con sus compañeros sacerdotes tras sus oraciones matutinas.
La elección de un papa estadounidense no solo rompe barreras geográficas, sino que también subraya la creciente diversidad dentro de la Iglesia Católica.
Con su experiencia en América Latina y su compromiso con las reformas, el papa León XIV asume el liderazgo en un momento crucial para la institución, enfrentando desafíos tanto internos como externos.