
El sistema Croton, responsable del 10% del suministro de agua potable de Nueva York, podría quedar fuera de servicio como fuente de abastecimiento humano a finales del siglo XXI debido al aumento progresivo de la salinidad en sus embalses. Así lo advierten las autoridades municipales tras la publicación de un estudio que alerta sobre una tendencia sostenida al alza en los niveles de cloruros, derivada principalmente del uso intensivo de sal en las carreteras próximas al sistema hídrico.
El informe, citado por Associated Press (AP), señala que las concentraciones de cloruros en el embalse principal del sistema —situado a unos 32 kilómetros (20 millas) al norte de los límites de la ciudad— se han triplicado entre 1987 y 2019. De mantenerse esta progresión, se espera que los niveles superen el límite máximo de contaminantes establecido por el estado de Nueva York hacia el año 2108, lo que obligaría a dejar de utilizar el sistema como fuente de agua potable.
“Si no cambiamos nuestras prácticas, en 2100 el sistema de agua Croton se convertirá en una instalación recreativa, pero dejará de ser un suministro de agua”, declaró Rohit Aggarwala, comisionado de Protección Ambiental de la ciudad, en una entrevista con AP. “Y eso afectará directamente a todos los que beben agua de Nueva York”.
El sistema Croton y su importancia histórica dentro del suministro urbano
El sistema Croton forma parte de la infraestructura hídrica neoyorquina desde 1842, año en que el primer acueducto comenzó a transportar agua hacia un embalse en lo que hoy es el Central Park. Actualmente, el sistema incluye 12 embalses y tres lagos controlados ubicados al norte de la ciudad. Aunque representa solo una décima parte del volumen total del agua consumida por más de 9 millones de personas, su posible pérdida generaría repercusiones directas sobre la planificación hídrica de la ciudad.
A diferencia de Croton, las cuencas de Delaware y Catskill, situadas al oeste del río Hudson, aportan el 90% restante del suministro de agua. Estas zonas presentan una menor densidad poblacional y un menor grado de desarrollo urbano, lo que ha contribuido a mantener más estables los niveles de salinidad en sus cuerpos de agua. Según el informe citado por AP, el problema de la salinización es mucho menos pronunciado en esas cuencas.

La acumulación de cloruros y sus efectos potenciales sobre la calidad del agua
La investigación identificó un incremento sostenido de los niveles de cloruros, compuesto químico utilizado como indicador del grado de salinización. Los análisis muestran que las concentraciones están en camino de superar los niveles permitidos por la normativa estatal, lo que no solo afectaría la potabilidad del agua, sino también su sabor característico, considerado uno de los atributos de calidad del agua neoyorquina.
Entre las principales causas de este fenómeno, el estudio destaca el uso masivo de sal para deshielo en las vías públicas durante los meses de invierno. A esta práctica se suman las descargas provenientes de plantas de tratamiento de aguas residuales y la utilización de ablandadores de agua en entornos domésticos.
“La sal en carretera es una medida barata y eficaz para reducir accidentes en condiciones invernales, pero sus efectos acumulativos sobre el medio ambiente son significativos”, explicó Shannon Roback, directora científica del grupo ambiental Riverkeeper, en declaraciones recogidas por AP. Roback subrayó que la presencia elevada de sal en el agua también puede generar problemas de salud, especialmente para personas que deben seguir dietas con bajo contenido de sodio.
Soluciones técnicas costosas y desafíos para los municipios del norte
El comisionado Aggarwala indicó que una de las soluciones posibles sería aplicar sistemas de ósmosis inversa, tecnología capaz de extraer la sal del agua. No obstante, estos métodos son altamente costosos y requieren una elevada cantidad de energía, lo que los hace poco viables a gran escala. Otra alternativa sería diluir el agua salina del sistema Croton mezclándola con agua menos salada proveniente de otras cuencas, aunque esta medida no beneficiaría a más de una docena de municipios situados al norte de Nueva York que dependen exclusivamente del sistema Croton.
Ante este escenario, las autoridades consideran que reducir el uso de sal en las carreteras es la vía más práctica y efectiva para revertir la tendencia. Entre las propuestas mencionadas se encuentra el uso de materiales alternativos, la instalación de sensores de temperatura en los vehículos de limpieza, así como el apagado automático de los dispensadores de sal durante maniobras como giros en U o en K.

Reacciones políticas y propuestas legislativas para mitigar el problema
El senador estatal Pete Harckham, representante de la zona afectada, manifestó su preocupación ante los hallazgos del informe. “El contenido del estudio es alarmante, pero no sorprendente, considerando que ya se han cerrado varios pozos comunitarios debido a niveles elevados de cloruros”, afirmó Harckham, citado por AP. El legislador impulsa proyectos de ley orientados a abordar la problemática del uso excesivo de sal, entre ellos una propuesta para realizar un estudio específico sobre el impacto de este compuesto en la cuenca del sistema Croton.
“Las agencias estatales, los gobiernos locales, todos deben trabajar en conjunto”, sostuvo el senador. “Porque esto representa un desafío real”.
El informe advierte que, si no se implementan cambios en las políticas actuales, las consecuencias serán inevitables en el largo plazo. Mientras tanto, los gestores del sistema hídrico neoyorquino enfrentan el reto de mantener la calidad y disponibilidad del agua en un entorno cada vez más afectado por las prácticas humanas acumulativas.