
Un estudio publicado en octubre de 2024 en la revista Chemosphere reveló que el 85% de los productos de consumo analizados, entre ellos utensilios de cocina fabricados con plástico negro, contenían retardantes de llama bromados (BFR), sustancias químicas tóxicas asociadas con riesgos para la salud.
Los investigadores examinaron 203 productos, incluyendo utensilios de cocina, bandejas para sushi y recipientes para alimentos, detectando concentraciones de BFR que alcanzaron hasta 22.800 partes por millón (ppm). Entre los compuestos identificados se encontraba el deca-BDE, una sustancia prohibida, y sus sustitutos.
Los BFR, ampliamente utilizados en plásticos, televisores y dispositivos electrónicos debido a su eficiencia y bajo costo, han sido vinculados a efectos adversos como cáncer, alteraciones endocrinas, neurotoxicidad y toxicidad reproductiva y del desarrollo.
Según detalló PEOPLE, los utensilios de cocina fabricados con plástico negro contaminado podrían exponer a los usuarios a un promedio diario de 34.700 nanogramos de deca-BDE, una cifra que, según los autores del estudio, “se acercaría” a los niveles máximos considerados seguros por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).

Sin embargo, una actualización del estudio corrigió un error en el cálculo de estos niveles máximos, que en realidad son de 420.000 nanogramos diarios para un adulto de 60 kilogramos, y no 42.000 como se indicó inicialmente. A pesar de esta corrección, los autores insistieron en que el error no afecta las conclusiones generales del trabajo.
Niveles “seguros” de exposición
De acuerdo con PEOPLE, varios expertos han señalado que el debate sobre los niveles seguros de exposición a los BFR podría estar desviando la atención del problema real. Según el medio, los estándares actuales de seguridad se basan en investigaciones desactualizadas que no consideran cómo diferentes químicos pueden acumularse en el cuerpo humano con el tiempo.
La profesora Tracey Woodruff, experta en ciencias reproductivas de la Universidad de California en San Francisco, explicó que la dosis de referencia utilizada para determinar la seguridad no necesariamente implica ausencia de riesgo. “Si cometes un error, ese error es para siempre”, afirmó Woodruff, según consignó PEOPLE. La académica destacó que los BFR tienden a acumularse en el polvo doméstico y en los cuerpos de las personas a lo largo de los años, lo que subraya la importancia de establecer regulaciones adecuadas.

Además, Woodruff advirtió que los niveles considerados seguros podrían no ser aplicables a poblaciones vulnerables, como mujeres embarazadas o bebés. “Se presenta como si no hubiera riesgo, pero eso simplemente no es cierto”, señaló. La experta comparó los efectos de la exposición a estos químicos con “mil cortes” que, acumulados con el tiempo, pueden derivar en enfermedades.
El reciclaje y la contaminación por BFR
El reciclaje de plásticos contaminados con BFR ha sido identificado como un factor clave en la propagación de estas sustancias tóxicas. Según explicó Megan Liu, gerente de ciencia y políticas en Toxic-Free Future y coautora del estudio, las empresas continúan utilizando retardantes de llama tóxicos en productos electrónicos de plástico, lo que genera exposiciones innecesarias y preocupantes.
Liu destacó que los altos niveles de BFR encontrados en los productos analizados son alarmantes, ya que demuestran cómo los plásticos provenientes de carcasas de televisores y otros dispositivos electrónicos están siendo reciclados para fabricar utensilios de cocina y recipientes para alimentos. “Estos químicos cancerígenos no deberían usarse desde el principio, pero con el reciclaje están entrando en nuestro entorno y hogares de múltiples maneras”, afirmó Liu.

Por su parte, Heather Stapleton, química ambiental y experta en exposición de la Universidad de Duke, señaló que el estudio solo analizó productos de color negro, por lo que no está claro si plásticos de otros colores también podrían estar contaminados. Según PEOPLE, los BFR ganaron popularidad después de que los éteres de difenilo polibromados (PBDE), utilizados previamente como retardantes de llama, fueran prohibidos o sometidos a un mayor escrutinio debido a sus riesgos para la salud.
Woodruff compartió algunas de las medidas que ha adoptado en su vida diaria para minimizar su exposición a los BFR. La experta utiliza utensilios de acero inoxidable y madera, así como sartenes de hierro fundido, incluyendo una que perteneció a su abuela. “Puedo lograr un nivel antiadherente y no me expongo a químicos tóxicos en el plástico”, explicó.
Aunque reconoció que cambiar a alternativas más seguras puede llevar tiempo, Woodruff alentó a las personas a hacer lo que esté a su alcance para reducir el uso de plásticos en la cocina. “Tal vez no veas los efectos en la salud de inmediato, ya que estos pueden tardar en desarrollarse, pero es como una acumulación que eventualmente puede enfermarte”, advirtió.