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Un pequeño grupo de comensales en el restaurante Jinja de Santa Fe, Nuevo México, decidió rendir homenaje a Gene Hackman y su esposa, Betsy Arakawa, pidiendo una ronda de “Mai-Tais de Gene”, una bebida que lleva el nombre del legendario actor.
Este gesto estuvo cargado de tristeza y desconcierto, luego de que la pareja fue encontrada sin vida en su hogar días atrás, en circunstancias que han dejado a la comunidad sumida en el misterio. Según informó The New York Times, Hackman, de 95 años, y Arakawa, de 65, fueron hallados muertos en su residencia, ubicada en una zona apartada a las afueras de la ciudad.
El cuerpo de Hackman fue encontrado cerca de su bastón, en el vestíbulo de entrada de la casa, mientras que Arakawa yacía en el suelo del baño, junto a un mostrador donde había pastillas esparcidas. En la propiedad también se hallaron tres perros: uno muerto dentro de un armario y dos más vagando por el terreno.
Datos obtenidos del marcapasos de Hackman revelaron que su muerte ocurrió nueve días antes de que los cuerpos fueran descubiertos. Este detalle ha generado una ola de preguntas en Santa Fe, una ciudad de 89.000 habitantes conocida por atraer a artistas y figuras culturales, sobre cómo pudo pasar tanto tiempo sin que nadie notara su ausencia.
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Una comunidad en duelo y en busca de respuestas
Las autoridades locales, encabezadas por la oficina del sheriff del condado de Santa Fe, han descartado varias teorías iniciales. No se encontraron signos de trauma externo, indicios de juego sucio, fugas de gas ni rastros de monóxido de carbono en los cuerpos. Sin embargo, el estado de descomposición de los cadáveres podría complicar el trabajo de los patólogos, quienes aún esperan los resultados de las autopsias y los análisis toxicológicos para esclarecer las causas de las muertes.
La ausencia de una nota o cualquier indicio claro en la escena ha dejado a los residentes especulando sobre lo ocurrido. “Todo el mundo está tratando de entender qué pasó”, expresó Susan Contreras, una artista local que conocía a la pareja. Contreras recordó a Hackman como un apasionado pintor que compartía largas conversaciones con su difunto esposo, el artista Elias Rivera, sobre la captura de la esencia de un personaje en los retratos. “Muchos artistas lo van a extrañar”, añadió.
Los últimos años
De acuerdo con The New York Times, Hackman había adoptado un estilo de vida más reservado desde el inicio de la pandemia de COVID-19, en parte debido a preocupaciones relacionadas con su salud. Stuart Ashman, amigo cercano del actor y exmiembro de un comité del Museo Georgia O’Keeffe, recordó cómo solían coincidir en sesiones privadas de pilates antes de 2020.
Ashman solía regalarle huevos frescos de sus gallinas, mientras que Hackman, en una ocasión, le obsequió una pintura al óleo que representaba un paisaje invernal con un arroyo reflejando la luz del sol. Sin embargo, tras el inicio de la pandemia, Ashman nunca volvió a verlo.
Otros conocidos de la pareja también notaron su ausencia en los últimos años. Lynne Vanderhider, copropietaria del restaurante Cafe Catron, señaló que Hackman y Arakawa solían frecuentar el lugar cuando operaba bajo el nombre de New York Deli, pero que nadie los había visto desde antes de la pandemia.
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Un legado de privacidad y sencillez
Hackman, ganador de dos premios Oscar y conocido por su papel en películas icónicas como The French Connection y Unforgiven, se retiró de la actuación en 2004. Según Rodney Hatfield, un amigo que lo conoció en un taller de grabado, parte del atractivo de Santa Fe para Hackman era la privacidad que la ciudad le ofrecía, en contraste con otros centros culturales. “Creo que disfrutaba poder caminar sin que lo molestaran por ser Gene Hackman”, comentó Hatfield.
La relación entre Hackman y Arakawa también reflejaba su deseo de una vida sencilla. Hatfield relató cómo se conocieron en los años 80, cuando ella trabajaba en un gimnasio en California. Hackman, quien había olvidado su tarjeta de membresía, quedó impresionado por la firmeza de Arakawa al no hacer excepciones, incluso para una estrella de cine. “Ella lo trató como a una persona común, y creo que eso era algo que él siempre había deseado”, explicó.
Jinja, el restaurante asiático-fusión en el que Hackman y Arakawa invirtieron, se ha convertido en un punto de reunión para quienes desean recordar al actor. Según Doug Lanham, uno de los fundadores del establecimiento, las pinturas de Hackman adornan las paredes del lugar, y los comensales han estado reflexionando sobre su vida y su muerte mientras observan sus obras.
Lanham recordó con cariño el sentido del humor del actor, quien una vez le pagó una deuda de apuestas de golf con un bidón de cinco galones lleno de monedas de un centavo. Aunque las teorías sobre las causas de las muertes abundan, Lanham instó a sus amigos y conocidos a esperar los resultados de las investigaciones antes de sacar conclusiones. “Solo queda esperar los hechos”, afirmó.