El volcán Kilauea, ubicado en el Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, volvió a entrar en erupción este miércoles, generando espectaculares fuentes de lava que alcanzaron alturas de hasta 180 metros. Según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), este nuevo episodio eruptivo, el undécimo desde diciembre de 2024, tuvo lugar en la caldera de Kaluapele, específicamente en el cráter Halemaʻumaʻu, y se prolongó durante 12 horas y 40 minutos antes de cesar su actividad.
De acuerdo con el reporte del USGS, la erupción comenzó a las 18:26 horas del 25 de febrero y alcanzó su punto máximo en las primeras dos horas, con fuentes de lava que se elevaron a 180 metros. Aunque la actividad eruptiva se detuvo a las 7:06 horas del 26 de febrero, los expertos advierten que es probable que un nuevo episodio ocurra en los próximos 5 a 10 días, dependiendo de la acumulación de presión en la cámara magmática de la cumbre.
Reporte específico del USGS
El USGS destacó que la actual actividad del Kilauea se caracteriza por un patrón eruptivo episódico, algo que no se había observado en las erupciones del cráter Halemaʻumaʻu desde 2020. Desde el inicio de esta fase eruptiva, el 23 de diciembre de 2024, se han registrado 11 episodios de fuentes de lava, separados por pausas en la actividad.
Estas pausas están marcadas por un cambio inmediato de deflación a inflación en la región de la cumbre, un proceso que indica la recarga y presurización de la cámara magmática.
El análisis de los datos de inclinación inflacionaria ha permitido a los científicos estimar con cierta precisión las ventanas temporales para el inicio de nuevos episodios eruptivos.
Según las últimas 24 horas de datos recopilados, se prevé que el próximo episodio podría ocurrir entre el martes 4 de marzo y el domingo 9 de marzo, dependiendo de las tasas de inflación observadas en la cumbre.
Impactos y peligros asociados a la reciente actividad
Aunque toda la actividad eruptiva se ha mantenido dentro de los límites del Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, el USGS advirtió sobre varios peligros asociados a la erupción. Uno de los principales riesgos es la emisión de altos niveles de gases volcánicos, como vapor de agua (H₂O), dióxido de carbono (CO₂) y dióxido de azufre (SO₂). Este último, al reaccionar en la atmósfera, genera una neblina conocida como vog (smog volcánico), que puede extenderse a sotavento del volcán y afectar la calidad del aire en áreas cercanas.
Otro peligro significativo es la formación de fragmentos volcánicos, como el llamado “cabello de Pele”, que consiste en finas hebras de vidrio volcánico generadas por la actividad de las fuentes de lava. Estos fragmentos pueden caer al suelo en un radio de varios cientos de metros desde los respiraderos eruptivos y, en ocasiones, ser transportados por el viento a mayores distancias. El contacto con estas partículas puede causar irritación en la piel y los ojos, por lo que se recomienda a residentes y visitantes minimizar su exposición.
Un fenómeno vigilado
El USGS confirmó que no se ha detectado actividad significativa en las zonas de rift este o suroeste del Kilauea, lo que sugiere que la erupción está contenida dentro de la caldera de la cumbre. Sin embargo, los expertos continúan monitoreando de cerca el volcán para detectar cualquier cambio en su actividad que pudiera representar un riesgo mayor.
El Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, donde se encuentra el Kilauea, permanece como un punto de interés tanto para científicos como para turistas, quienes acuden para observar de manera segura los fenómenos volcánicos. No obstante, las autoridades han reforzado las advertencias sobre los peligros asociados a la erupción, instando a los visitantes a seguir las recomendaciones de seguridad y evitar las áreas restringidas.