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El paisaje de Will Rogers State Beach, conocido mundialmente por su aparición en la serie “Baywatch”, ha cambiado drásticamente tras los devastadores incendios que arrasaron la región de Los Ángeles. Según informó BBC, esta emblemática playa, famosa por sus torres de salvavidas y sus arenas llenas de surfistas y jugadores de voleibol, ahora está rodeada de escombros de viviendas quemadas y palmeras calcinadas.
En lugar de turistas y bañistas, el área está ocupada por equipos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), quienes trabajan con trajes de materiales peligrosos para clasificar residuos tóxicos, como baterías de vehículos eléctricos derretidas, antes de trasladarlos a vertederos especializados.
Los incendios Palisades y Eaton, que devastaron la región, generaron aproximadamente 4,5 millones de toneladas de escombros, una cifra que supera ampliamente los 400.000 toneladas producidas por los incendios de Maui en 2023, según datos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos.
La EPA, que lidera la eliminación de residuos peligrosos, espera completar la limpieza en un tiempo récord, antes del 25 de febrero, tras una orden ejecutiva del presidente Donald Trump que exige acelerar la remoción de desechos contaminados y generales.
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El proceso de clasificación de residuos en la costa ha generado protestas entre activistas y residentes, quienes cuestionan la seguridad de estas operaciones cerca del océano.
La actriz y ambientalista Bonnie Wright, conocida por su papel en la saga de Harry Potter, expresó su preocupación por el impacto ambiental de esta decisión. “Esto se siente como un retroceso, porque están colocando estos residuos peligrosos aún más cerca de la playa que en los sitios originales de los incendios”, declaró Wright, quien también ha escrito sobre sostenibilidad.
Aunque los activistas no lograron evitar que los sitios de clasificación se establecieran cerca de la costa, sí consiguieron que las baterías de vehículos eléctricos quemadas fueran trasladadas a un área más alejada del sensible ecosistema del arroyo Topanga Creek, según detalló BBC.
Estas baterías, dañadas por el calor extremo de los incendios, representan un desafío particular debido a su capacidad de volver a encenderse o explotar incluso semanas o meses después de haber sido afectadas, explicó Steve Calanog, comandante de incidentes de la EPA para los incendios de Los Ángeles.
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La calidad del agua y el acceso a las playas
El impacto ambiental de los incendios no se limita a la tierra. Según consignó BBC, las playas de Los Ángeles permanecieron cerradas durante semanas a lo largo de un tramo de 14 kilómetros tras los incendios en enero. Las lluvias torrenciales posteriores, aunque ayudaron a extinguir los últimos focos, provocaron deslizamientos de tierra y arrastre de cenizas tóxicas y productos químicos hacia el océano, lo que obligó a extender las restricciones.
Aunque la mayoría de las playas han reabierto, las autoridades mantienen una advertencia de calidad del agua desde Santa Mónica hasta Malibú, recomendando a los visitantes evitar el contacto con restos visibles de incendios y no ingresar al agua durante las alertas. Sin embargo, algunos surfistas locales, a pesar de las advertencias, han continuado accediendo a las playas afectadas, aunque las condiciones son adversas.
La científica Annelisa Moe, de la organización ambiental Heal the Bay, relató haber visto surfistas en la playa de Topanga mientras trabajadores con equipos de protección manejaban baterías quemadas al otro lado de la carretera. “El agua parecía chocolate con espuma marrón”, describió Moe, quien también destacó la contradicción de presenciar un día soleado y cálido en medio de un paisaje devastado.

La contaminación y la salud pública
La calidad del agua y del suelo en las áreas afectadas sigue siendo motivo de preocupación. Según informó BBC, las primeras pruebas de calidad del agua realizadas entre el 22 y el 27 de enero arrojaron resultados mejores de lo esperado, según Jenny Newman, de la Junta Regional de Control de Calidad del Agua de Los Ángeles. Sin embargo, las autoridades han instado a la población a seguir las recomendaciones de salud pública y evitar el contacto con el agua cerca de las zonas quemadas.
Organizaciones como Heal the Bay y la Surfrider Foundation han unido esfuerzos con la Universidad del Sur de California para analizar muestras de agua y suelo en busca de metales pesados y sustancias químicas persistentes. No obstante, los resultados de estas pruebas pueden tardar entre cuatro y seis semanas, lo que deja a la comunidad con preguntas sin respuesta sobre la seguridad de las playas.
Para muchos residentes, la devastación de las playas y el paisaje costero ha sido profundamente traumática. Chad White, un surfista local que creció en Palisades, expresó su dolor al ver cómo el área que marcó su vida ha sido transformada en un “vertedero tóxico”. “Es desgarrador para alguien como yo”, afirmó White, quien aprendió a surfear en Will Rogers State Beach y enseñó a su familia a hacer lo mismo.
La destrucción no solo afecta a los residentes, sino también a la imagen de California como destino turístico. “Cada película que muestra la autopista Pacific Coast Highway y esas hermosas casas en Malibú es lo que hace que la gente quiera venir aquí. Ahora todo eso se ha convertido en un vertedero tóxico”, lamentó White, quien también señaló que muchos de sus amigos han perdido sus hogares.