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El S.S. United States, una de las embarcaciones más emblemáticas de la historia marítima de Estados Unidos, comenzó su travesía final tras décadas de abandono en un muelle de Filadelfia. El transatlántico, que en su época transportó a presidentes, artistas y miles de pasajeros a través del Atlántico, será hundido frente a la costa del Golfo de México para convertirse en el arrecife artificial más grande del mundo.
Según informó The New York Times, este cambio de destino busca preservar su legado de una manera distinta, al tiempo que fomenta la biodiversidad marina y atrae a buceadores de todo el mundo.
El buque, que mide 302 metros de largo, dejó Filadelfia el miércoles 19 de febrero, empujado por cinco remolcadores que lo guiarán en un viaje de 14 días hacia Mobile, Alabama. Allí, se procederá a retirar materiales peligrosos, como el combustible que aún permanece en sus tanques, antes de que sea hundido de manera segura.
De acuerdo con la BBC, esta transformación no solo busca darle un nuevo propósito al barco, sino también evitar su desmantelamiento completo, una opción que muchos de sus admiradores consideraban menos digna.
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Un gigante de su tiempo
Construido en la década de 1950, el S.S. United States fue diseñado por el arquitecto naval William Francis Gibbs como un transatlántico de lujo que, en caso de guerra, podría convertirse rápidamente en un transporte militar capaz de movilizar hasta 14.000 tropas.
En su viaje inaugural, el barco rompió el récord de velocidad transatlántica, cruzando hacia Europa en tres días, diez horas y cuarenta minutos, a una velocidad promedio de más de 65 kilómetros por hora. Este logro consolidó su lugar en la historia como el transatlántico más rápido jamás construido.
Durante sus años de servicio, el barco realizó más de 800 cruces del Atlántico, transportando a figuras prominentes como presidentes estadounidenses, artistas como Duke Ellington y escritores como Sylvia Plath, así como a inmigrantes y turistas de clase media que buscaban nuevas oportunidades o experiencias en Europa. Sin embargo, con la llegada de los viajes aéreos comerciales, el interés por los transatlánticos disminuyó drásticamente, lo que llevó a su retiro en 1969.
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Una despedida emotiva
El inicio de su último viaje fue un evento cargado de nostalgia para quienes se reunieron a lo largo del río Delaware para despedir al barco. Según The New York Times, decenas de personas se congregaron en el Freedom Pier en Gloucester City, Nueva Jersey, para observar cómo los remolcadores guiaban al imponente barco bajo el puente Walt Whitman, con apenas tres metros de espacio entre sus chimeneas y la estructura del puente.
Entre los espectadores se encontraba Garfield Harper Jr., un residente de Nueva Jersey que recordó haber visto al barco llegar a Filadelfia en 1996. “Es un poco triste, pero quería verlo partir”, comentó Harper, quien expresó cómo el evento lo llevó a reflexionar sobre el paso del tiempo y sus propios recuerdos de infancia.
Otros asistentes compartieron historias personales vinculadas al barco. Stephen Kosciesza, de Maryland, recordó cómo sus padres emigraron a Estados Unidos a bordo del S.S. United States en 1954, tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque su padre sufrió mareos durante el viaje, la travesía marcó el inicio de una nueva vida para su familia.
A pesar de su deterioro, el S.S. United States ha mantenido un lugar especial en la memoria colectiva de muchos. La organización sin fines de lucro S.S. United States Conservancy, que adquirió el barco en 2011, trabajó durante años para encontrar una manera de preservarlo. Sin embargo, tras una orden judicial que obligó a desalojar el muelle en Filadelfia el verano pasado, la organización se enfrentó a un plazo limitado para decidir el destino del barco.
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La directora de la conservancia, Susan Gibbs, nieta del diseñador del barco, explicó que el tamaño del transatlántico complicó los esfuerzos por encontrar un puerto adecuado para albergarlo. “Es simplemente demasiado grande”, señaló Gibbs, quien lamentó que no se pudiera concretar un plan para restaurarlo como museo flotante.
No obstante, el legado del barco no se perderá por completo. Según The New York Times, se planea construir un museo en el condado de Okaloosa, Florida, que incluirá partes preservadas del barco, como una de sus icónicas chimeneas. Además, una vez hundido a unos 55 metros de profundidad, el barco se convertirá en un hábitat para especies marinas como pargos, erizos y cangrejos, según explicó Alex Fogg, jefe de recursos naturales de Destin-Fort Walton Beach.
Para muchos, el hundimiento del S.S. United States representa tanto una pérdida como una oportunidad. Aunque algunos lamentan que no se haya podido preservar como un monumento histórico, otros ven en su transformación en arrecife artificial una manera de darle un propósito renovado.
Linda Silva, quien viajó en el barco en su juventud, expresó su gratitud por las experiencias que vivió a bordo. “A veces, la utilidad de algo termina de manera abrupta, como le ocurrió a este barco. Pero eso no eclipsa el magnífico viaje que tuvo”, reflexionó Silva, según The New York Times.