Perdió su identidad, lo arrestaron por robar su propio nombre y tardó 35 años en recuperarlo

Durante más de tres décadas, William Woods vivió como un fantasma legal. Su lucha lo llevó a la cárcel, a un hospital psiquiátrico y, finalmente, a la justicia

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Mientras un hombre dormía en
Mientras un hombre dormía en la calle sin identidad, su impostor vivía con lujos, tenía un trabajo bien pagado y formaba una familia bajo su nombre. La verdad tardó más de tres décadas en salir a la luz (William Woods and Johnson County Sheriff's Office via AP, File)

William Woods nunca imaginó que un día tendría que probar que era él mismo. Que su identidad, la que figuraba en su acta de nacimiento, en su licencia de conducir, en cada recuerdo que tenía de su vida, le sería arrebatada por alguien más. Y que, cuando intentara recuperarla, las autoridades lo encerrarían en una celda y luego en un hospital psiquiátrico.

Todo comenzó en 1988, en Albuquerque, Nuevo México. Por entonces, Woods tenía 21 años y trabajaba en un local de salchichas, vendía en las calles para ganarse la vida. Uno de sus compañeros era Matthew Keirans, un joven con el que apenas cruzaba palabras. No eran amigos, solo apenas conocidos.

Según New York Times, un día, la billetera de Woods desapareció. Adentro tenía su tarjeta de Seguro Social, su identificación y algo de dinero. Acusó a Keirans de haberla robado. Lo enfrentó y le dijo que, si no la devolvía, se metería en problemas, por lo que se la entregó. Y si bien pensó que todo estaba en orden, realmente no lo estaba.

A los pocos días, Keirans fue a una oficina estatal y solicitó un carné de identidad de Colorado con el nombre de William Woods. Utilizó la información que había encontrado en los documentos que había tomado prestados, aunque solo fuera por unas horas. Desde ese momento, dejó de ser Matthew Keirans. En los registros oficiales, en bancos, en oficinas del gobierno, en todas partes, él se convirtió en William Woods​.

Lo acusaron de un crimen
Lo acusaron de un crimen que no cometió y pasó más de 400 días en prisión. A pesar de sus intentos por demostrar la verdad, las autoridades lo trataron como un impostor hasta que una prueba de ADN reveló el engaño (William Woods)

Nadie se dio cuenta de la estafa. Según Daily Mail, Keirans vivió su vida con normalidad. Se mudó, trabajó en distintos lugares y, poco a poco, consolidó su nueva identidad. En 1994, se casó y tuvo un hijo. El niño recibió su apellido: Woods. Abrió cuentas bancarias, pidió préstamos, obtuvo seguros y pagó impuestos con el nombre robado. Según New York Times, con el tiempo, llegó a trabajar como arquitecto de sistemas en el hospital de la Universidad de Iowa, donde su salario superaba los cien mil dólares anuales.

El verdadero William Woods, mientras tanto, pasaba de un estado a otro. Dormía en la calle cuando no conseguía trabajo, vendía joyería artesanal para conseguir dinero y, otras veces, vivía de la caridad. En 2015, su historia apareció en una serie de videos en YouTube cuando el influencer Yousef Saleh Erakat, conocido como FouseyTube, lo encontró en la calle y decidió ayudarlo. Le pagó noches de hotel, le dio comida y lo mostró al mundo en videos que acumulaban más de un millón de reproducciones. A pesar de la atención momentánea, su vida no cambió​.

De acuerdo a New York Times, en 2019, Woods hizo un descubrimiento inquietante. Al revisar su historial financiero, vio que alguien había tomado créditos a su nombre, acumulando deudas por más de doscientos mil dólares. Fue a un banco en Los Ángeles para denunciar el fraude.

Pidió hablar con el gerente. Explicó que había alguien usurpando su identidad y que necesitaba cerrar esas cuentas. El gerente le pidió responder unas preguntas de seguridad, pero Woods no pudo contestarlas. No las había establecido él, sino el impostor.

Nadie creyó su historia, ni
Nadie creyó su historia, ni la policía ni los jueces. Pero un detective universitario revisó su caso, encontró inconsistencias y tomó una decisión clave: pidió una prueba de ADN que lo cambió todo (William Woods)

El banco llamó a la policía. Cuando los agentes investigaron, encontraron que, según los documentos, el verdadero William Woods vivía en Wisconsin y se comunicaron con él. Keirans, con su identidad consolidada, les aseguró que alguien estaba intentando robarle. Woods fue arrestado​.

La fiscalía lo acusó de robo de identidad y fraude. Aunque en cada audiencia insistió en que era el verdadero William Woods, nadie le creyó. Un juez ordenó que fuera evaluado por psiquiatras y lo enviaron a un hospital mental, donde recibió medicación en contra de su voluntad. Pasó 428 días en la cárcel y 147 días en la institución psiquiátrica. Al final, un abogado de oficio le dijo que lo mejor que podía hacer era declararse culpable. Si lo hacía, sería liberado.

Woods firmó un acuerdo de no oposición en 2021. No admitió haber cometido el delito, pero aceptó la condena a cambio de recuperar la libertad. En la sentencia, el juez incluyó una orden explícita: Woods tenía prohibido usar el nombre William Woods​.

Afuera, su situación no mejoró. Siguió durmiendo en refugios, buscando trabajo y, sobre todo, tratando de recuperar su identidad.

Llamó a bancos, a oficinas de crédito, a la policía. Les explicó que alguien había estado usando su nombre durante años. Pero en cada intento, recibía la misma respuesta: según los registros, Woods ya había sido condenado por fraude. Su historia no tenía sentido.

Incluso cuando contactó a la policía en Wisconsin, donde vivía Keirans, las autoridades decidieron que el verdadero Woods era el impostor. Le informaron a la fiscalía de Los Ángeles que Woods estaba mintiendo. Nadie lo escuchó​.

Hasta que, en 2023, llegó a la oficina de seguridad del hospital de la Universidad de Iowa, donde trabajaba Keirans. Envió una queja para enfatizar que un hombre estaba ocupando su identidad y que quería recuperarla. La denuncia llegó al detective Ian Mallory, de la policía universitaria. A diferencia de las otras veces, esta vez alguien decidió investigar.

Mallory revisó el caso y encontró inconsistencias. Entonces, hizo algo que nadie más había hecho: pidió una prueba de ADN y comparó el de Woods con el de su padre biológico en Kentucky. Los resultados fueron concluyentes. Woods decía la verdad​.

Cuando confrontaron a Keirans, su historia se desmoronó. En un intento por defenderse, el impostor dijo que su padre se llamaba de una forma. Pero dio el nombre de su papá adoptivo, no del biológico.

Según New York Times, el detective le mostró la prueba de ADN. Keirans, derrotado, murmuró: “Mi vida ha terminado”. Fue arrestado y se declaró culpable de robo de identidad y fraude bancario. En 2024, un tribunal en Iowa lo condenó a 12 años de prisión.

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