El día que la oficina postal se tiñó de sangre: la masacre que horrorizó a Estados Unidos

Un cartero armado irrumpió en su lugar de trabajo y abrió fuego contra sus compañeros, dejando un país conmocionado ante una de las tragedias laborales más impactantes de la historia

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La mañana del 20 de
La mañana del 20 de agosto de 1986, la ciudad de Edmond quedó marcada por una de las peores masacres laborales en la historia de Estados Unidos (National Postal Museum, Curatorial Photographic Collection)

El 20 de agosto de 1986, la ciudad de Edmond, en Oklahoma, se despertó con una rutina habitual. Los empleados de la oficina postal local comenzaron su jornada como cualquier otro día, sin imaginar que en pocas horas, el edificio se convertiría en el escenario de una de las masacres más impactantes en la historia laboral de Estados Unidos. En el centro de la tragedia estaba Patrick Henry Sherrill, un cartero de 44 años que, acosado por el temor a perder su empleo y acumulando un profundo resentimiento contra sus supervisores, desató una ola de violencia interminable.

Sherrill no era un hombre desconocido en Edmond. Quienes lo rodeaban lo describían como alguien retraído, con un carácter impredecible y un historial de enfrentamientos con sus superiores. Había trabajado en la oficina postal durante aproximadamente un año y medio, pero su desempeño no era el esperado. Sus jefes lo habían reprendido en múltiples ocasiones y, el día anterior al ataque, recibió una advertencia severa que pudo haber sido la gota que colmó su paciencia.

Esa mañana, cuando el sol apenas había comenzado a iluminar Edmond, Sherrill llegó a la oficina postal armado con dos pistolas calibre 45 y un revólver 22. Ocultó las armas en su bolsa de correo y entró sin levantar sospechas. Era un hombre que conocía bien el edificio, sus pasillos, sus puntos de acceso y las rutinas de sus compañeros. Nadie podría haber anticipado lo que estaba a punto de suceder.

A las 6:45 de la mañana, sacó sus armas y abrió fuego sin previo aviso. El sonido de los disparos rompió la tranquilidad habitual de la oficina. Sus compañeros, sorprendidos y aterrorizados, intentaron refugiarse detrás de escritorios, debajo de mesas o corrieron hacia las salidas en busca de una escapatoria. Pero Sherrill se había asegurado de bloquear algunas puertas para evitar que sus víctimas pudieran huir. Entre el caos y el horror, disparó indiscriminadamente a quienes tenía cerca, avanzando de una sección a otra, sin detenerse, sin mostrar piedad.

Lo que comenzó como un
Lo que comenzó como un día normal en una oficina postal de Oklahoma se convirtió en una pesadilla cuando Patrick Henry Sherrill, un empleado con antecedentes de conflictos laborales, desató un ataque letal (Public Domain)

Según All That´s Interesting, entre sus primeras víctimas estuvo Rick Esser, un supervisor que había trabajado con él. Luego, continuó disparando a otros empleados que se encontraban en el área de clasificación de correo. Durante la masacre, mató a catorce personas e hirió a siete más. Según New York Times, los nombres de aquellos que perdieron la vida quedaron grabados en la memoria de toda la comunidad. Fueron: Patricia Chambers (41 años), Judy Denney (39), Rick Esser (38), Patricia Gabbard (47), Bill Miller (30), Kenneth Morey (49), Jonna Gragert Hamilton (30), Patty Husband (49), Betty Jarred (34), Lee Phillips (42), Jerry Pyle (51), Mike Rockne (33), Tom Shader (31) y Patti Welch (27). Muchos de ellos eran trabajadores con años de experiencia en el servicio postal, personas con familias, amigos, sueños y planes que jamás imaginaron que su vida terminaría de manera tan brutal en su lugar de trabajo.

A medida que los disparos continuaban, algunos empleados lograron esconderse y sobrevivieron, haciéndose los muertos. Según The New York Times, Tracy Sanchez, quien estaba embarazada de cinco meses, se refugió en un armario de almacenamiento, conteniendo la respiración mientras escuchaba el sonido de los disparos y los gritos de sus compañeros. Michael Bigler, otro empleado, cayó al suelo al ser alcanzado por una bala en la espalda, pero permaneció inmóvil, rezando para que Sherrill no se diera cuenta de que seguía con vida. Gene Bray, herido de gravedad, fue rescatado más tarde por sus compañeros, aunque la herida lo afectaría por el resto de su vida.

La masacre duró menos de veinte minutos. Cuando la policía llegó al lugar, rodeó el edificio e intentó contactar con el atacante. Sin embargo, antes de que pudieran intervenir, Sherrill se disparó en la cabeza con una de sus pistolas, poniendo fin a su vida y dejando atrás una escena de horror y devastación. El impacto de la tragedia se sintió de inmediato en la comunidad. Las calles de Edmond se llenaron de familiares y amigos de los trabajadores postales, esperando noticias sobre sus seres queridos. Algunos recibieron la confirmación de lo peor. Otros, entre la incertidumbre y el miedo, trataban de asimilar lo sucedido.

Armado con dos pistolas y
Armado con dos pistolas y un revólver, un trabajador postal frustrado sembró el terror en su lugar de trabajo en Edmond, Oklahoma

Las investigaciones posteriores revelaron que Sherrill tenía un historial de problemas de comportamiento. Había servido en la Marina de los Estados Unidos, donde se destacó como experto en armas, pero nunca había sido enviado a Vietnam, a pesar de lo que él afirmaba. Sus vecinos lo conocían como “Crazy Pat”, un apodo que hacía referencia a su personalidad inestable y su tendencia a actuar de manera errática. En los días previos al ataque, había realizado múltiples llamadas a su sindicato, exigiendo una transferencia a otra oficina postal, pero su solicitud nunca fue atendida.

La tragedia de Edmond no fue un hecho aislado. En los años siguientes, otros empleados postales cometerían actos similares de violencia en sus lugares de trabajo, lo que llevó a la acuñación del término “going postal”, utilizado para describir arrebatos de ira incontrolable. A pesar de las múltiples advertencias sobre las duras condiciones laborales dentro del servicio postal, las quejas de los trabajadores sobre la presión excesiva y la gestión autoritaria no recibieron la atención necesaria hasta que estos incidentes se volvieron demasiado frecuentes como para ser ignorados.

A medida que pasaban los años y nuevos ataques similares sacudían al país, la masacre de Edmond dejó una huella profunda en la memoria colectiva. La brutalidad con la que Patrick Sherrill había ejecutado su plan, sumada a los incidentes que siguieron en otras oficinas postales, generó un debate nacional sobre las condiciones de trabajo dentro del servicio postal y la creciente violencia en el ámbito laboral. Sin embargo, más allá de las investigaciones, las medidas preventivas y el impacto en las víctimas y sus familias, lo ocurrido en Edmond dio origen a una expresión que con el tiempo trascendería el contexto original: “going postal”.

El ataque, cometido por un
El ataque, cometido por un empleado que había sido reprendido un día antes, destapó una ola de violencia laboral (MJCdetroit/Wikimedia Commons)

Fue en 1993 cuando el término apareció impreso por primera vez en un artículo del St. Petersburg Times, refiriéndose al clima de tensión y al estrés extremo que, según muchos trabajadores, se vivía en el servicio postal. La frase nació de la sucesión de tiroteos perpetrados por empleados postales frustrados y desesperados, que veían en la violencia la única salida a su angustia. Se convirtió en una forma de describir a alguien que perdía el control de manera explosiva y agresiva, aunque con el tiempo su uso se despegó de la oscura historia que la originó.

Desde entonces, “going postal” comenzó a aparecer en películas, series de televisión y hasta en videojuegos. La comedia adolescente Clueless la popularizó entre el público joven, la serie Brooklyn 99 la utilizó en tono de broma, y el polémico videojuego Postal llevó la expresión al extremo, convirtiéndola en el título de una saga centrada en la violencia gratuita. Incluso el escritor Terry Pratchett la inmortalizó en su novela Going Postal, parte de su serie Discworld.

Un exmarino con un carácter
Un exmarino con un carácter volátil y antecedentes de comportamiento errático convirtió su oficina en un campo de batalla. La masacre de Edmond dejó catorce muertos y desató un debate nacional sobre la salud mental en el trabajo (YouTube/WDIV Detroit)

La comunidad de Edmond intentó recuperarse con el tiempo, pero el dolor de las familias y los sobrevivientes nunca desapareció por completo. Según The New York Times, algunos, como Tracy Sanchez, nunca pudieron volver a trabajar en el servicio postal debido a las secuelas psicológicas del evento. Otros, como Gene Bray, cargaron con problemas de salud derivados de sus heridas. Las noches de pesadillas, la ansiedad ante ruidos fuertes y la sensación de inseguridad se convirtieron en compañeros constantes para quienes estuvieron presentes aquel día.

La masacre de Edmond fue
La masacre de Edmond fue solo el principio de una serie de ataques violentos dentro del servicio postal de Estados Unidos. Tras la tragedia, la frase going postal se popularizó para describir explosiones de ira descontrolada, pero detrás de esa expresión hay una historia de dolor, sangre y desesperación (Oklahoma Highway Patrol Collection)

A pesar del impacto nacional que tuvo la masacre, la respuesta de la dirección del servicio postal fue criticada por su insensibilidad. Muchos empleados fueron obligados a regresar a trabajar al día siguiente, enfrentándose a las mismas instalaciones en las que habían visto morir a sus compañeros. Con el tiempo, se implementaron programas de apoyo psicológico y prevención de violencia laboral, pero para muchos, estas medidas llegaron demasiado tarde.

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