El Canal de Panamá, una de las obras de ingeniería más emblemáticas del siglo XX, vuelve a ser el centro de una controversia internacional. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado tensiones al sugerir que el canal debería regresar al control estadounidense, incluso sin descartar el uso de la fuerza militar.
Estas declaraciones han provocado una respuesta inmediata del gobierno panameño, que presentó una queja formal ante el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, argumentando que las palabras de Trump violan la Carta de la ONU al amenazar la integridad territorial y la independencia política de Panamá.
La historia del canal está profundamente ligada a la expansión del poder estadounidense en el siglo XX. Según detalló The Wall Street Journal, la independencia de Panamá en 1903 fue orquestada por Estados Unidos, que buscaba construir un canal que conectara los océanos Atlántico y Pacífico. Este proyecto, que comenzó tras el fracaso de un intento francés liderado por el diplomático Ferdinand de Lesseps, se convirtió en una prioridad estratégica para Washington, especialmente bajo el mandato del presidente Theodore Roosevelt.
Los inicios de un sueño interoceánico
La idea de un canal que uniera ambos océanos no era nueva. Ya en 1534, la corona española había ordenado un estudio para evaluar la viabilidad de un paso marítimo en el istmo de Panamá, con el objetivo de facilitar el transporte de oro y plata desde Perú hacia Europa. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX que se realizaron los primeros intentos concretos.
En 1880, Ferdinand de Lesseps, reconocido por su éxito en la construcción del Canal de Suez, lideró el primer esfuerzo significativo para construir el canal en Panamá. Sin embargo, las condiciones tropicales, las enfermedades como la malaria y la fiebre amarilla, y el terreno montañoso resultaron ser obstáculos insuperables. El proyecto colapsó financieramente, dejando un saldo trágico de aproximadamente 20.000 trabajadores fallecidos, en su mayoría provenientes del Caribe.
Antes de este intento, una compañía estadounidense había construido el Ferrocarril de Panamá en 1855, conectando ambos océanos y facilitando el tránsito de miles de personas durante la fiebre del oro en California. Este ferrocarril marcó el inicio de la infraestructura interoceánica en la región.
La intervención estadounidense y la construcción del canal
En 1903, Estados Unidos impulsó la independencia de Panamá, que hasta entonces era una provincia de Colombia, como un paso previo para asumir el control del proyecto del canal. Al año siguiente, Washington retomó las obras, utilizando parte de la maquinaria abandonada por los franceses. A diferencia del Canal de Suez, el de Panamá requería un sistema de esclusas para elevar los barcos a más de 27 metros sobre el nivel del mar, utilizando agua dulce de un lago artificial.
La construcción, que se extendió por una década, costó la vida de más de 5.600 trabajadores, incluidos unos 350 estadounidenses. De los 45.000 empleados que participaron en el proyecto, la mayoría provenía de islas caribeñas como Barbados y Martinica, mientras que otros 12.000 eran europeos, principalmente españoles. Los puestos de dirección y los trabajos especializados estuvieron mayoritariamente en manos de estadounidenses.
El canal fue inaugurado en 1914, tras una inversión de 375 millones de dólares, convirtiéndose en el proyecto de ingeniería más costoso de la época. Estados Unidos obtuvo el control de la Zona del Canal de Panamá, un territorio de 1.432 kilómetros cuadrados que dividía al país en dos. Esta área, administrada por un gobernador designado por el presidente estadounidense, incluía bases militares, viviendas, clubes y otras instalaciones que simbolizaban la presencia colonial estadounidense, según registros históricos.
El camino hacia la soberanía panameña
La presencia estadounidense en la zona generó tensiones desde el principio. En enero de 1964, una protesta estudiantil que buscaba izar la bandera panameña en la Zona del Canal derivó en enfrentamientos con las fuerzas estadounidenses, dejando un saldo de 21 panameños muertos. Este evento, conocido como el Día de los Mártires, marcó un punto de inflexión en la relación entre ambos países y fortaleció el movimiento panameño por el control del canal.
En 1977, el presidente estadounidense Jimmy Carter firmó dos tratados con Panamá. Uno de ellos establecía que la Zona del Canal dejaría de existir en 1979 y que el canal sería transferido a Panamá el 31 de diciembre de 1999. El segundo tratado garantizaba el derecho de Estados Unidos a intervenir militarmente para proteger la neutralidad del canal.
La invasión de 1989 y el traspaso definitivo
Aunque el canal no fue el detonante directo, la invasión estadounidense de Panamá en 1989, que buscaba derrocar al general Manuel Noriega, dejó una huella profunda en la memoria colectiva panameña. Más de 500 panameños y 23 soldados estadounidenses murieron durante la operación, según consignó The Wall Street Journal. Noriega, acusado de narcotráfico y de anular elecciones democráticas, fue capturado tras refugiarse en la embajada del Vaticano, donde las tropas estadounidenses utilizaron música a alto volumen para forzar su rendición.
Finalmente, en 1999, Panamá asumió el control total del canal. Desde entonces, el país ha invertido más de 5.000 millones de dólares en su modernización, incluyendo la construcción de esclusas más grandes que permiten el paso de buques de mayor tamaño. Actualmente, el canal genera ingresos anuales de aproximadamente 5.000 millones de dólares, de los cuales la mitad se destina al gobierno panameño.
Las explosivas declaraciones de Trump
En diciembre del año pasado, el presidente Trump sorprendió al afirmar que Estados Unidos debería recuperar el canal, argumentando que está bajo control chino y que los barcos estadounidenses son sobrecargados con tarifas. Sin embargo, las autoridades panameñas han desmentido estas afirmaciones, explicando que las tarifas se determinan según el tamaño, tipo y carga de las embarcaciones, sin importar su bandera.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, rechazó categóricamente las declaraciones de Trump, afirmando que “cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su área adyacente pertenece a Panamá y seguirá siendo así”. Además, destacó que la empresa Hutchison Whampoa, con sede en Hong Kong, opera terminales en ambos extremos del canal, pero no tiene control sobre su funcionamiento.
Por su parte, John Feeley, exembajador de Estados Unidos en Panamá, atribuyó las declaraciones de Trump a una visión compartida por algunos conservadores que consideran que la transferencia del canal fue un error. Feeley señaló que, en los últimos 26 años, la Marina estadounidense ha pagado solo 25,4 millones de dólares en tarifas de tránsito, una cifra insignificante en comparación con el presupuesto de defensa de Estados Unidos, que asciende a casi 900.000 millones de dólares.