
España cuenta con alrededor de 10.000 castillos que son el reflejo de su historia e identidad cultural. A través de sus murallas, torres y salas, estas construcciones han sido testigos de algunos de los acontecimientos más importantes de nuestro país. Es por ello, que todas ellas dan lugar a un amplio patrimonio que atrae a miles de viajeros, pues gracias a su estado de conservación, algunas son consideradas de las más impresionantes del mundo. En Andalucía, se puede encontrar un amplio abanico de castillos que atesoran una historia marcada por la expansión árabe y la defensa del territorio tras la reconquista.
De este modo, en Málaga, son muchas las fortalezas que salpican su geografía y narran este episodio, aunque también cuenta con construcciones más modernas alejadas. Es por ello, que se ha elaborado una selección de cinco castillos que engloban la esencia de la región y sorprenden al viajero con su arquitectura única.
Castillo de Gibralfaro y la alcazaba
Ubicado en el monte del mismo nombre, el castillo de Gibralfaro es quizá el más conocido de toda la provincia. Fue construido en el siglo XIV por orden del sultán Yusuf I sobre un antiguo recinto fenicio, con el objetivo de reforzar la defensa de la alcazaba de Málaga, situada a sus pies. Su importancia estratégica quedó demostrada durante el asedio de los Reyes Católicos en 1487, cuando la ciudad resistió durante más de tres meses. Actualmente, el recinto puede visitarse y ofrece una vista panorámica de la capital malagueña.
Por su parte, aunque no es un castillo en sentido estricto, la alcazaba es una de las fortificaciones más importantes de Málaga. Su construcción se remonta al siglo XI, durante la dinastía hammudí. Está considerada uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar musulmana conservada en la península. Con un trazado adaptado a la topografía, cuenta con torres, dobles murallas, patios y viviendas palaciegas. Su cercanía al Teatro Romano la convierte en un punto clave para entender la superposición de culturas en la ciudad.
Castillo de Sohail, Fuengirola

El castillo de Sohail, ubicado en Fuengirola, ha sido un enclave estratégico habitado desde la antigüedad por diversas civilizaciones, como fenicios, romanos y musulmanes. La actual fortaleza es el resultado de adaptaciones sucesivas sobre antiguos asentamientos, comenzando por una alcazaba musulmana construida en el siglo X por el califa Abderramán III.
Durante la Reconquista, en 1485, fue tomado por los cristianos, quienes lo reconstruyeron tras su destrucción en batalla y en la Guerra de Independencia, fue escenario de enfrentamientos entre fuerzas francesas y británicas. Así, hoy en día, se ha convertido en un espacio cultural de acceso gratuito, donde se celebran eventos como el Festival Ciudad de Fuengirola, el Mercado Medieval y la Fiesta de la Cerveza.
Castillo de Colomares, Benalmádena
El castillo de Colomares se distingue del resto por su origen reciente: fue construido a finales del siglo XX por el doctor Esteban Martín como homenaje al viaje de Cristóbal Colón y al descubrimiento de América. Concebido como un monumento conmemorativo, su arquitectura está cargada de simbolismo y presenta escenas que representan distintos momentos de la expedición colombina, integrando numerosos detalles y elementos decorativos vinculados a su figura. Además, en su interior se encuentra la iglesia católica más pequeña del mundo.
Castillo de Álora

En la cima de un cerro escarpado, el castillo de Álora domina visualmente el valle del Guadalhorce. Su origen romano se evidencia en los restos de sillares y estructuras antiguas, sobre los que se construyó la fortaleza islámica. Tras su toma en 1484, el castillo fue parcialmente adaptado al modelo cristiano. La torre de la Vela conserva su estructura original y ha sido restaurada para la visita pública. El conjunto, junto con la iglesia adyacente, forma uno de los principales atractivos patrimoniales del municipio.
Castillo de Antequera
La posición del castillo, en el límite de la frontera con el reino nazarí, le dio un protagonismo militar sostenido hasta el siglo XVI. Desde sus torres se vigilaban los pasos naturales hacia Loja y Granada. La torre albarrana, conocida como Torre Blanca, está separada del recinto principal y conectada por un arco. La construcción se adaptó a modelos cristianos tras 1410, incluyendo estancias con bóvedas góticas y almacenes. Su recuperación ha sido central en la revalorización patrimonial de Antequera.