
En la costa sur de Inglaterra, en el condado de Devon, se ubica un pequeño rincón que sorprende gracias a sus curiosas particularidades. Se trata de una isla mareal que cuenta con una historia de lo más misteriosa y protagonizada por piratas, contrabandistas, pescadores y hasta famosos, de hecho, está considerada como un lugar de inspiración para algunos de los artistas más famosos del planeta. Tanto es así, que Agatha Christie escribió desde su playa la obra Diez negritos.
Estamos hablando de la increíble isla de Burgh, un pequeño rincón de menos de un kilómetro cuadrado que su acceso varía en función de las mareas. A poca distancia de la ciudad de Plymouth, esta ínsula se conecta con la playa del coqueto pueblo de Bigbury-on-Sea a través de una lengua de arena visible cuando la marea es baja. Sin embargo, con la marea alta, la única forma de llegar hasta ella es a través de un curioso vehículo conocido como tractor de mar. Pero esto no es todo, pues la isla cuenta también con un impresionante hotel: el Burgh Island Hotel. Un símbolo del art déco que se convirtió en el lugar de descanso de numerosas figuras ilustres.
Un tractor de mar
La isla de Burgh es un espectáculo en sí misma, con sus acantilados de piedra que se elevan dramáticamente desde el mar, rodeada por playas de arena dorada que, en marea baja, la conectan al continente. Este fenómeno natural permite que los visitantes caminen por un sendero de arena para llegar a la isla. Pero con la marea alta, la isla solo es accesible a través del tractor de mar, un lento vehículo acuático único en el mundo. Esta especie de embarcación fue diseñada en 1969 por Robert Jackson por 9.000 libras (unos 10.000 euros).

El recorrido se transforma en una experiencia singular, ya que el tractor atraviesa la playa con sus ruedas sumergidas en la arena, mientras el conductor y los pasajeros permanecen en una plataforma elevada. La fuerza del motor de un tractor Fordson se transmite a las ruedas mediante motores hidráulicos, llevando al viajero hasta la isla. Una vez allí, una historia llena de misterios inunda al visitante y recuerda el paso de piratas, pescadores y grandes figuras ilustres. Pero si hay un atractivo que sorprende es el Burgh Island Hotel.
Un hotel para famosos
El hotel, fundado en 1929, destaca por su exquisita arquitectura art déco, pero su historia se remonta a mucho antes. Fue en la década de 1890, cuando George H. Chirgwin, estrella del music hall, construyó una casa de madera en la isla, organizando exclusivas fiestas de fin de semana para sus invitados. En 1927, el cineasta Archibald Nettlefold adquirió la propiedad y levantó este hotel, convirtiéndolo en un punto de referencia y en uno de los destinos más populares de su tiempo.
Cuenta con 25 habitaciones, incluidas varias suites, además de ofrecer tratamientos de spa, juegos de billar, tenis y croquet. Algunas de sus habitaciones rinden homenaje a figuras destacadas que visitaron la isla o la utilizaron como escenario en sus obras. Entre ellas, se destaca Agatha Christie, quien tiene su propio espacio, conocido como Beach House, donde escribió novelas como Maldad bajo el sol y Diez negritos. Otras personalidades reconocidas que se hospedaron en el hotel incluyen los Beatles, Winston Churchill, Eduardo VIII junto a Wallis Simpson y Josephine Baker.
Playas, paseos y una icónica taberna

Más allá de su peculiar acceso e impresionante hotel, Burgh es perfecta para pasear al borde de la playa y disfrutar de un paisaje de ensueño. Así, se puede descubrir un preciso arenal combinado con una estampa acantilada, pero también de los restos de una antigua ermita y la conocida como Piscina de Sirenas. Esta poza natural fue protegida con rocas durante la Segunda Guerra Mundial y a día de hoy es ideal para darse un plácido baño.
A su vez, la isla permite observar una rica biodiversidad, incluyendo miles de aves marinas, además de mariposas, zorros, conejos, lagartijas y erizos. Para quienes prefieran un ambiente más acogedor, la isla Burgh alberga el histórico pub Pilchard Inn, en funcionamiento desde 1336.