
A lo largo de la geografía española se pueden encontrar infinidad de presas y embalses. De hecho, según datos del inventario de presas y embalses en función de la Cuenca Hidrográfica y Titularidad, en España existen 673 presas de propiedad del estado y 2.515 cuyos titulares son ayuntamientos, diputaciones, otras entidades e incluso privados. Una cifra que convierte a nuestro país en uno de los líderes en capacidad de almacenamiento hídrico en Europa. Pero, estas infraestructuras no solo garantizan el suministro de agua en periodos de sequía, sino que también han favorecido el desarrollo del turismo rural y las actividades recreativas.
De este modo, el embalse de La Serena, en Badajoz, no solo destaca por su paisaje, sino por ser el más grande de España y el tercero de Europa gracias a sus 3.230 hectómetros cúbicos de capacidad. Tan solo se ve superado por las presas de Alqueva en Portugal, con una capacidad de 4.150 hectómetros cúbicos, y la de Kremasta en Grecia, con 3.800. Pero no solo eso, pues también es el segundo en extensión más grande del país, con 13.949 hectáreas y una capacidad de almacenamiento de hasta 3,21 billones de litros.
Un mar interior en el paisaje extremeño
El embalse de la Serena, sobre el río Zújar, fue construido en el año 1989 y tiene como objetivo regular el suministro de agua al embalse del Zújar, situado junto a él, y al embalse de Orellana a través del canal de trasvase que del embalse del Zújar se dirige al de Orellana. Además, su extensión que abarca más de 13.900 hectáreas lo han convertido en un elemento definitorio del paisaje. Sus aguas inundan antiguas tierras de pastoreo y pequeñas poblaciones, alterando el ecosistema y dando lugar a un hábitat singular donde conviven especies autóctonas y aves migratorias.

De hecho, uno de sus elementos más significativos es lo que se conoce como el Cerro Masatrigo, una colina en forma cónica que junto a Los Barruecos, La Jayona, las cuevas de Fuentes de León, el Castañar de Ibor y el Berrocal de la Data es el sexto Monumento Natural de Extremadura. Pero no solo, pues la circunvalación que lo rodea está considerada la rotonda más grande y bonita de Europa. Igualmente, las variaciones en el nivel del agua, condicionadas por la gestión hidráulica y las precipitaciones, generan paisajes cambiantes.
En los periodos de mayor llenado, las aguas alcanzan extensiones casi marinas, mientras que en épocas de sequía, las zonas emergidas muestran suelos cuarteados y los restos de antiguas construcciones que quedaron sumergidas con la construcción del embalse. Este fenómeno ha despertado el interés de arqueólogos y fotógrafos, que documentan la aparición de vestigios históricos en los momentos de menor nivel del agua. Pero no solo eso, pues a pesar de su función eminentemente hidráulica, el embalse se ha convertido en un enclave de interés turístico y recreativo.
Así, bajo la protección ZEPA (Zonas de Especial Protección para las Aves) sus orillas albergan áreas de pesca deportiva, deportes acuáticos y rutas de senderismo que permiten descubrir la riqueza natural de la zona. Además, es una de las más grandes de Europa con una altura de 91 metros y 1.500 metros de longitud, es un referente en ingeniería hidráulica.