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Entre rutas naturales, camino de montaña y la ribera de los ríos Aragón, Irati y Onsella, se alza uno de los pueblos más bonitos de Navarra. Esta villa se asienta en la parte oriental de la comunidad, lindando con Aragón y gracias a su rico patrimonio histórico y monumental sorprende a todo aquel que se acerca. Sus calles empedradas, iglesias románicas, palacios y conventos la convierten en un destino imprescindible para quienes buscan sumergirse en el legado medieval del norte de España.
Estamos hablando de Sangüesa, un enclave histórico en el que su herencia medieval atrae a infinidad de turistas. Además, ha sido durante siglo un punto clave en el segundo ramal del Camino de Santiago francés. Su ubicación estratégica hizo de la ciudad un lugar de paso obligado para peregrinos de toda Europa, lo que propició un intercambio cultural que dejó huella en su arte y arquitectura.
Un punto importante en el Camino de Santiago
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La historia de Sangüesa se remonta a la antigua “Sangüesa la Vieja”, identificada en la actualidad con la localidad de Rocaforte. En el siglo X, este asentamiento desempeñó un papel crucial en la defensa del territorio contra las incursiones musulmanas, como lo demuestran los numerosos vestigios romanos hallados en la zona. Además, el auge del Camino de Santiago impulsó un periodo de esplendor para la región. Sancho Ramírez, rey de Pamplona y Aragón, otorgó el Fuero de Jaca en torno al año 1090 con el objetivo de repoblar Sangüesa y consolidarla como una etapa principal en la Ruta Jacobea.
Sin embargo, la expansión de la villa se vio limitada por las características del terreno, lo que llevó a Alfonso I el Batallador, en 1122, a extender el mismo fuero a un “burgo nuevo”, dando origen a la actual Sangüesa. La ubicación estratégica de la ciudad, en la frontera con el Reino de Aragón y en el paso de los peregrinos procedentes de los Pirineos a través de Somport, favoreció su desarrollo.
Así, el trazado original del casco antiguo refleja un diseño urbanístico medieval característico, con una estructura en cuadrícula que incluye una calle principal y otras vías perpendiculares y paralelas a esta. De este modo, pasear por su entramado es un viaje en el tiempo donde se pueden contemplar un crisol de culturas como consecuencia del paso de peregrinos que iban de camino a Santiago. Esto se reflejó en su arte y arquitectura, dando lugar a un patrimonio de ensueño que es digno de visitar.
Una leyenda y una rica herencia medieval
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De todos sus monumentos, la iglesia de Santa María la Real es el más emblemático de la ciudad. Construida en el siglo XIII, cuenta con una portada que está declarada como Monumento Nacional desde 1889, siendo uno de los tesoros románicos de Navarra. En ella, además, se encuentran representadas escenas del Juicio Final y representaciones de personajes bíblicos, artesanos y seres fantásticos. De hecho, en el lado izquierdo de la portada se representa una de las escenas más distintivas de la mitología nórdica: la historia de Sigurd, el herrero Regín y el dragón Fafner. La piedra muestra a Regín instando a Sigurd, hijo de un rey, a matar al dragón que custodiaba el tesoro de los Nibelungos. Como recompensa, el herrero prometió forjar una nueva espada a partir de los restos del arma de su padre.
En la escena final, Sigurd da muerte a Fafner, cumpliendo así el propósito de Regín. Sin embargo, según la leyenda, al asesinar al dragón, unas gotas de su sangre cayeron sobre los labios de Sigurd, otorgándole la capacidad de comprender el lenguaje de los pájaros. Estos le revelaron las verdaderas intenciones de Regín: apoderarse del tesoro. El trabajo escultórico fue iniciado por el maestro francés Leodegarius, pero la obra quedó inconclusa y fue finalizada por el escultor San Juan de la Peña. Esta portada es considerada una de las más importantes del románico en Navarra.
Por su parte, más allá de este monumento, la ciudad cuenta con otros templos de gran valor. La iglesia de Santiago el Mayor, construida entre 1144 y 1365, es un ejemplo de la evolución de estilos arquitectónicos debido a su largo periodo de construcción. Inicialmente destinada a los peregrinos, su ampliación respondió a la necesidad de un mayor espacio para la población local. Igualmente, el convento de San Francisco de Asís, fundado en 1266 y atribuido al propio santo, conserva su sobria fachada gótica y un claustro de gran belleza. Junto con el convento del Carmen, es uno de los dos únicos monasterios que han sobrevivido en la ciudad.
Pero esto no es todo, pues recorrer la Calle Mayor de Sangüesa es un viaje en el tiempo. El Ayuntamiento, conocido como Las Arcadas por su galería porticada, es uno de los más antiguos de Navarra. Este edificio fue construido en 1570 y reproducido en el Pueblo Español de Barcelona en 1929. Otro edificio destacado es el Palacio Castillo Príncipe de Viana, también llamado Palacio de los Reyes de Navarra, erigido en el siglo XIII y hoy convertido en la biblioteca pública de la ciudad tras su restauración en 1999.
Cómo llegar
Desde Pamplona, el viaje es de alrededor de 30 minutos por la carretera A-21. Por su parte, desde Huesca el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 50 minutos por la vía A-127.