El pueblo medieval alrededor de una roca que es uno de los más bonitos de Francia: fundado en el siglo X y con un gran legado vinícola

Esta localidad mantiene a la perfección la esencia de la Provenza y sorprende al viajero gracias a sus calles medievales y encantos únicos

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Séguret, en Francia (Adobe Stock).
Séguret, en Francia (Adobe Stock).

En Francia, lejos de las grandes urbes y los circuitos turísticos convencionales, existe una red de localidades que destacan por su riqueza patrimonial, histórica y cultural. Estas localidades forman parte de Les Plus Beaux Villages de France (Los Pueblos Más Bonitos de Francia), una asociación fundada en 1982 con el objetivo de proteger y promover los pueblos que mejor conservan su legado arquitectónico y paisajístico.

Este reconocimiento, otorgado a más de 150 pueblos, se ha convertido en un sello de excelencia que no solo garantiza una experiencia enriquecedora para los visitantes, sino que también impulsa la economía local y asegura la protección de su legado arquitectónico y paisajístico. Así, desde la Provenza, hasta la costa de Bretaña, pasando por Alsacia, estos pueblos se alzan como destinos únicos donde sus calles empedradas, fachadas centenarias, tradiciones vivas y un entorno natural cuidadosamente preservado invitan a perderse.

De todos ellos destaca uno por sus rincones mágicos y su bella imagen, la cual parece sacada de un cuento. Se trata de Séguret, una villa situada en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, en el departamento de Vaucluse, que sorprende al viajero gracias a su estampa de postal. Este encantador enclave destaca por su arquitectura medieval, su rica tradición vinícola y su privilegiada ubicación a los pies de los Dentelles de Montmirail, una formación montañosa de singular belleza.

Los encantos de Séguret

Séguret, en Francia (Adobe Stock).
Séguret, en Francia (Adobe Stock).

Séguret lleva habitado desde tiempos inmemoriales. Fundado en el siglo X, esta villa toma su nombre de la palabra provenzal “segur”, que significa “seguro”, gracias a las murallas que rodeaban su trazado urbano, siendo un emplazamiento defensivo durante la Edad Media. Así, se consolidó como una fortaleza clave, protegida por murallas y torres. Su ubicación en las colinas lo hacía ideal para vigilar los alrededores y garantizar la seguridad de sus habitantes.

En el siglo XIII, la villa pasó a formar parte de los dominios de los condes de Toulouse y, más tarde, del Papado de Aviñón, lo que le permitió prosperar cultural y económicamente. A día de hoy, la localidad mantiene su encanto provenzal intacto gracias a su pintoresco casco histórico, donde las calles empedradas permiten disfrutar de un casco medieval de lo más pintorescos. Conocidas como calades, estos empinados caminos pavimentados con guijarros, típico de la región, conducen a sus principales monumentos.

Uno de ellos son los restos de su sistema defensivo, del que solo se conservan las ruinas del castillo y una torre que se usaba para vigilar el entorno, a lo que se le suman la Puerta Reynier y la Puerta de los Hugonotes. Igualmente, en el corazón del pueblo se encuentra la fuente de los Mascarons, declarada monumento histórico. Construida en el siglo XVII, fue durante años el único punto de agua de Séguret, destacándose como símbolo de la vida cotidiana de la época.

Junto a la fuente, el otro gran monumento de la localidad es la preciosa iglesia de Saint-Denis. Su construcción comenzó en el siglo X y fue ampliada en los siglos XIII, XVII y XVIII, incorporando elementos barrocos a su estructura románica. Cada Navidad, desde hace siglos, el templo se convierte en escenario de la interpretación del “misterio de los pastores”, una tradición que refleja el profundo arraigo cultural de Séguret. Otro de los puntos imperdibles es el campanario, cuya campana, instalada en 1660, se encuentra entre las más antiguas del departamento de Vaucluse.

Un legado vinícola excepcional

Séguret, en Francia (Adobe Stock).
Séguret, en Francia (Adobe Stock).

Más allá de su legado patrimonial, Séguret es conocido por su tradición vitivinícola, que forma parte del prestigioso Côtes du Rhône Villages. Las colinas que rodean el pueblo están cubiertas de viñedos que producen vinos de alta calidad, reconocidos tanto en Francia como en el extranjero. Los visitantes pueden recorrer las bodegas locales, donde es posible degustar tintos, blancos y rosados que reflejan la riqueza de los suelos y el clima mediterráneo.

Pero no solo eso, pues el entorno donde se ubica la villa y sus viñedos es un paraíso para los amantes de la naturaleza gracias a su excelente ubicación a los pies de los Dentelles de Montmirail. Esta formación rocosa, con su característico perfil de agujas y crestas, ofrece múltiples rutas que permiten explorar sus paisajes únicos. Desde sus senderos se pueden apreciar vistas panorámicas del valle del Ródano y del cercano Mont Ventoux, conocido como el “Gigante de Provenza”. El entorno natural también es perfecto para la práctica de actividades como la escalada, atrayendo a deportistas de toda Europa.

Cómo llegar

Desde Montpellier, el viaje es de alrededor de 1 hora y 45 minutos por la carretera A9 (hay peajes). Por su parte, desde Aviñón el trayecto tiene una duración estimada de 50 minutos por la vía D942.

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