Perder dinero siempre va a ser doloroso. Sea por invertir sin ser debidamente informado, por caer víctima de una estafa, o simplemente porque se caiga la cartera del bolsillo, lo cierto es que hay pocas cosas más frustrantes que la desaparición de fondos sin recibir nada a cambio.
Pero si además de perder dinero, sucede en un lugar vacacional, habiendo alquilado un apartamento que resulta estar habitado, estando uno ya en la puerta tras un largo viaje, es motivo suficiente como para caer de rodillas, con las manos en la cabeza, preguntándose qué se habrá hecho para merecer tal destino.
Adiós a sus vacaciones y sus 700 euros de reserva
Esto mismo sucedió a una mujer italiana de Macerata, una ciudad italiana de la región de Marche. Según ha informado el medio italiano Il Mattino, la mujer había pagado 700 euros para pasar unos días en un apartamento en Senigallia (Italia) con vistas a la playa junto a su familia. Tras un trayecto que, afortunadamente, dura solo aproximadamente una hora (en caso de haber viajado en coche), la mujer llamó al timbre del alojamiento que había pagado y, para su sorpresa, fue recibida por la familia que vivía en el lugar.
No fue enteramente un descuido por su parte, ya que en la página web donde encontró el anuncio del apartamento figuraban fotografías de su interior y la información de contacto de su “propietario”, por lo que todo parecía estar en orden. Así, la mujer realizó la transferencia para su reserva de diez días, deseando pasar ese rato en la playa, bajo el sol mediterráneo, seis meses después.
Uno puede imaginarse su muy probable decepción y frustración al enterarse de que los propietarios reales no eran los autores del anuncio, y que nunca habían puesto su domicilio en alquiler. Así, en un momento, y recibida por la confusión de los residentes del lugar, la mujer italiana tuvo que decir adiós, de un momento a otro, a sus 700 euros y sus tan esperados diez días de vacaciones.
Inmediatamente, la víctima trató de localizar al estafador, cuya información de contacto tenía guardada, pero este nunca llegó a contestar al teléfono ni mostró señales de vida. Con el impulso que le debió suponer el sentimiento de traición e injusticia, y viendo que no tenía a quién señalar, a la mujer no le quedó otra opción que acudir a la policía para poner una denuncia por la estafa. Utilizando el número de la cuenta corriente en la que la víctima depositó el precio de su reserva, comenzó a rastrearse al culpable.
La investigación ha señalado a un joven milanés de 30 años que se muestra ilocalizable hasta el momento. A pesar de esto, han comenzado los juicios en su contra por estafa ante la jueza María Elena Cola. El abogado defensor del acusado es Paolo Zaccaria.
La moraleja de todo esto queda bastante clara: sin ánimo de depositar la responsabilidad de la situación sobre la víctima, este caso pone en evidencia la necesidad de realizar todas las verificaciones posibles antes de emitir transferencias bancarias a desconocidos. El internet puede ser peligroso precisamente por esto, ya que no siempre es posible comprobar la identidad de los usuarios. Para reducir a mínimos posibles la probabilidad de caer víctima de una estafa, lo mejor es moverse por canales cuya fiabilidad haya sido demostrada y que, idealmente, ofrezcan algún tipo de medidas de seguridad o compensación ante este tipo de situaciones.