
El pasado 7 de abril murieron dos montañeros portugueses en el Espolón de los Franceses de Peña Vieja, en Cantabria. El día 1 de abril, Carlos Suárez, el conocido alpinista español, perdió la vida mientras rodaba una película. El 22 de marzo, tres personas fallecieron tras precipitarse en la zona de La Escupidera, en el Parque Natural de Moncayo. El 5 marzo, un guarda de montaña cayó desde más de 300 metros en el Pirineo de Huesca. Estos son algunos hechos que han ocurrido en poco más de un mes, suficientes para conocer el problema que azota la montaña sobre todo durante los fines de semana.
En los últimos años, ir a la montaña se ha convertido en una actividad atractiva para los españoles, dado que permite disfrutar de la naturaleza y del aire limpio de contaminación, a la par que se realiza deporte. Esto ha provocado que, cada fin de semana, las montañas se llenen de españoles y, lo que es peor, que los accidentes se disparen. En lo que va de 2025, la montaña se ha cobrado la vida de un elevado número de personas, aunque lo cierto es que no se trata de un hecho aislado. Durante los últimos años, el número de fallecidos se ha ido elevando paulatinamente.
Cataluña y, en especial, Aragón se han desmarcado como los territorios más mortíferos de toda España durante el pasado curso. En 2024, las montañas españolas han sido el escenario de un alarmante incremento en el número de accidentes mortales y rescates de emergencia, generando preocupación en las comunidades de montañistas y en las autoridades. Aragón registró 25 fallecimientos, mientras que en Cataluña la cifra alcanzó los 14.

Aragón ha sido la región más golpeada, con un aumento del 15% en las muertes respecto a 2023, según datos del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM). La orografía complicada de los Pirineos aragoneses, junto con las cambiantes y a menudo impredecibles condiciones meteorológicas, han contribuido a este incremento de accidentes fatales. A esto se suman factores humanos, como la falta de preparación y equipamiento adecuado por parte de muchos excursionistas.
Cataluña, con sus 14 fallecidos en 2024, enfrenta una crisis similar. Zonas como el Montseny, los Pirineos catalanes y el Parc Natural de la Serra de Montsant han sido el epicentro de numerosos accidentes mortales. Aunque las autoridades han redoblado esfuerzos con campañas de prevención y alertas continuas sobre los riesgos, los incidentes han seguido ocurriendo. Las tragedias en esta región reflejan las mismas tendencias observadas en Aragón: mayor afluencia de visitantes, subestimación de los riesgos y falta de preparación. Esto pone en evidencia una creciente desconexión entre la popularización de las actividades en la naturaleza y la responsabilidad que requieren.

Los efectos del cambio climático
El cambio climático ha añadido un elemento de riesgo adicional. Las condiciones meteorológicas son cada vez más impredecibles, lo que incrementa los peligros en la montaña. Fenómenos como tormentas repentinas, deshielos acelerados y avalanchas más frecuentes son ahora una realidad en las zonas de alta montaña. Además, el aumento de las temperaturas ha introducido nuevas amenazas, como un mayor riesgo de golpes de calor y deshidratación, incluso en altitudes que antes se consideraban seguras frente a estas complicaciones.
El repunte en los accidentes también está relacionado con el auge en el turismo de montaña, una tendencia que se disparó tras la pandemia. La búsqueda de actividades al aire libre atrajo a numerosos visitantes, muchos de ellos sin formación o experiencia en terrenos montañosos. A pesar de este contexto, los equipos de rescate han desempeñado un papel fundamental a lo largo de este año. En Aragón y Cataluña, han realizado un número récord de operaciones, enfrentándose a condiciones extremas como tormentas, terrenos hostiles y, en muchos casos, al peligro para su propia seguridad.

Los expertos tampoco están exentos de accidentes
El pasado 1 de abril, el mundo del alpinismo se vistió de luto tras difundirse la noticia de que Carlos Suárez había fallecido. El español perdió la vida durante el rodaje de una película en el aeródromo de La Villa de Don Fabrique, después de que su paracaídas fallara. Suárez era un reconocido alpinista y deportista extremo que quería contar su historia a través del cine. Y fue rodando su propia película como perdió la vida. “El alpinista no busca el accidente, busca la forma más segura de cumplir sus sueños”, solía decir.
El balance de 2024 y los datos de este 2025 dejan una lección clara: la montaña sigue siendo un entorno complejo y peligroso que exige conocimientos, preparación y respeto.