Nil Riudavets, de odiar el triatlón tras perder un brazo en una competición al perdón en París: “Convertí la rabia en fuerza para conseguir la medalla”

El atleta habla con ‘Infobae España’ sobre el deporte, su accidente y los Juegos Paralímpicos

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El triatleta Nil Riudavets durante
El triatleta Nil Riudavets durante los Juegos de París. (imagen cedida por Nil Riudavets)

En el año 2019, la vida de Nil dio un giro de 180 grados. Hasta ese momento, había disfrutado del deporte de alto nivel mientras lo compatibilizaba con su profesión como enfermero. Fue en una competición de triatlón donde perdió la movilidad del brazo y lo desterró de su vida. Pero en París se reencontró con ese deporte que había llegado a odiar y transformó “la rabia que llevaba dentro en fuerza para conseguir la medalla”.

Cuando era un niño, Nil empezó a jugar al fútbol en un equipo de Menorca movido por su padre, que era semiprofesional. Pero no era el único deporte que practicaba. Él era un niño activo y en su casa eran amantes del deporte, una combinación que le llevó a probar en múltiples disciplinas: gimnasia artística, natación, bici de montaña o carreras populares de los pueblos de su isla. Con 16 años, el triatlón entró en su vida. Se apuntó a una competición y cuando terminó la temporada en el deporte rey lo tuvo claro: colgar las botas y coger el bañador, bici y zapatillas de correr. “Yo era una persona bastante inquieta y como el triatlón mezcla tres deportes, me atrajo bastante”, asegura.

El primer año en el triatlón se lo tomó a modo de transición, dado que en ese momento se encontraba en segundo de Bachillerato y tenía que estudiar. “Siempre me ha ido bien hacer deporte en mi día a día para desconectar. Así que esa temporada me la tomé de iniciación”, recuerda. No fue hasta el año siguiente —cuando se trasladó a Barcelona para estudiar la carrera de Enfermería—, cuando empezó a tomarse el triatlón más en serio. Él y su compañero de piso, que también le gustaba esa disciplina, se apuntaron a un grupo en la ciudad para entrenar. Durante los años en que cursó la carrera y después el Máster de Urgencias Hospitalarias, lejos de lo que se pueda pensar, el rendimiento deportivo de Nil mejoró y mucho. “Empecé a ver resultados bastante buenos, fui a campeonatos de España de triatlón y empecé a codearme con gente de bastante nivel”.

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El triatleta Nil Riudavets durante los Juegos de París. (imagen cedida por Nil Riudavets)

A pesar del nivel con el que ya contaba, asegura que nunca se vio dedicándose al deporte profesional: “En mi vida me gusta tener otras cosas en las que implicarme”. Y para ello, confiesa, tenía que hacer “malabares” para poder llegar a todo: los estudios y el deporte. “A veces sacaba un entrenamiento por la mañana antes de ir a la Facultad y por la tarde, después de estudiar, intentaba sacar otro antes de irme a dormir”. Tenía que estirar los días para compatibilizar todo, pero asegura que no renunciaba a nada, ni siquiera a las “fiestas de la universidad”.

En medio de ese crecimiento a nivel deportivo y personal, en 2019 Nil sufrió un accidente durante una competición que supondría un punto y aparte en su vida. En ese momento, él estaba terminando el máster mientras lo compatibilizaba con su trabajo en urgencias hospitalarias. Tenía su vida enfocada en la enfermería y en el servicio sanitario que más le gustaba. “Tener un accidente en el que pierdes la movilidad del brazo y haciendo lo que más te gusta, que es el triatlón, pues fue muy duro. Fue un sentimiento de injusticia, de ‘por qué me pasa esto a mí’, de mucha rabia. Tuve que hacer ese duelo”.

Su vida entonces dio un giro de 180 grados. En ese momento, él vivía en Barcelona, pero decidió volver a Menorca para poder hacer la rehabilitación en casa y en un entorno “más protegido”. Nil comenzó la recuperación sin saber si volvería a recuperar la movilidad, pero dedicó todos sus esfuerzos a ello con jornadas de trabajo con el brazo y ejercicios de movilidad. Llegó incluso a montarse un gimnasio en casa, todo ello con un fin: “Saber que si no me recuperaba no fuera porque no lo había intentado todo”. Pero la lesión no daba pie a la recuperación y tuvo que adaptarse a su nueva realidad: vivir con un brazo y aprender a ser zurdo.

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El triatleta Nil Riudavets durante los Juegos de París. (imagen cedida por Nil Riudavets)

La adaptación la hizo con tiempo y también “con mucha rabia”, sobre todo hacia el deporte. “No podía ni oír hablar de él. Me distancié de mis amistades puras del deporte. Necesité mi tiempo para hacer un duelo y un periodo de aceptación de la situación que había vivido”. Le había cerrado la puerta al triatlón, que tan importante había sido en su vida. Aunque no por mucho tiempo. Fue un viaje con su pareja por los Picos de Europa, donde vieron una carrera, lo que volvió a despertarle ese gusanillo por el deporte y la competición. “Ahí volví a conectar. Sentí algo”.

A partir de ese momento, comenzó a correr. Dos meses después se fue a ver el Trail du Mont Blanc en Chamonix. Tras ello comenzó a correr en serio. Hizo un 10K en 32 minutos, una marca tres segundos mejor que la de antes del accidente, y la media maratón de Barcelona (21K) en 1 hora y 10 minutos. Con la lesión ya asentada, siendo consciente de que no recuperaría la movilidad del brazo, y de nuevo con un puesto de trabajo en el hospital como enfermero en recursos humanos, su vida poco a poco empezó de nuevo a coger forma. Fue entonces cuando Nil comenzó a interesarse por los Juegos Paralímpicos.

Los Juegos Paralímpicos y el perdón con el triatlón

El interés de Nil no surgió de la nada, sino de Alex Sánchez Palomero, medallista de bronce en triatlón en los Juegos Paralímpicos de Tokio. A las dos semanas del accidente fue a ver a Nil al hospital, donde hicieron una promesa: él le daba su medalla del subcampeonato del mundo y Nil tenía que devolvérsela cuando hiciera un campeonato de triatlón. “Yo la tenía escondida porque me dolía esa medalla y no tenía ganas de enfrentarme a eso”. Con el tiempo se dio cuenta de que tenía que hacer frente a ese deporte y apuntarse a una competición porque había sido una parte importante de su vida.

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El triatleta Nil Riudavets durante los Juegos de París. (imagen cedida por Nil Riudavets)

Desde ese momento, los Juegos Paralímpicos estuvieron siempre en su cabeza. Sabía que se podía hacer porque Alex lo había conseguido con su misma lesión. El hecho de que los Juegos se celebraran en París fue el impulso que necesitaba para tomar la decisión. “Mi idea era hacer maratón en París, pero a los dos meses de tomar esa decisión quitaron mi categoría en los Juegos”. Pero el sentimiento de querer estar en la cita paralímpica estaba ahí, tenía claro que era lo que quería. “Fue entonces cuando decido volver a probar en el triatlón y perdonarme con ese deporte de nuevo”.

No fue sencillo. “La primera vez que me subo en una bici estuve a punto de bajarme a los 100 metros”. Fue sobre la bici donde tuvo el accidente. Ahora, con un solo brazo, nada era igual, no se podía levantar y tenía muy poco equilibrio. Lo mismo le ocurrió con la natación, donde tuvo que aprender a nadar con un brazo. “Lo que más me costó fueron los inicios, pero te das cuenta de que si vas trabajando día a día, después de un tiempo tu cuerpo se adapta y la cabeza empieza a asimilar esos cambios”.

El proceso de clasificación tampoco fue sencillo. Tuvieron que viajar por todo el mundo hasta que finalmente consiguió el billete a París. “Fue una alegría enorme. Enganché a todos mis amigos para que se compraran el billete y pudieran acompañarme”. Tras conseguir la plaza, llegaron los entrenamientos ya enfocados en la competición olímpica. “Entrené en sitios a los que no había vuelto desde el accidente, donde tenía el recuerdo del Nil con dos brazos y fue un paso más para ir perdonándome”. Una vez allí, Nil lo dio todo. “Convertí la rabia que llevaba dentro en fuerza y energía para conseguir la medalla”, considera.

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El triatleta Nil Riudavets durante los Juegos de París. (imagen cedida por Nil Riudavets)

Fue una competición agónica. Del agua salió en el puesto ocho. En la bici pudo recortar hasta la sexta posición. Y fue corriendo como superó a los rivales necesarios para entrar en el podio. “Recuerdo llegar a la meta destrozado físicamente y recordando momentos muy duros que se desvanecieron y dieron paso a la paz y felicidad”.

La paz de Nil Riudavets: el deporte

El deporte me da paz”, explica Nil. “El poder compartir el deporte con familia y amigos me da mucha alegría”. De cara a futuro, asegura que han planeado un año tranquilo, dado que por ranking no necesita acudir a muchas competiciones internacionales. Sin embargo, sí acudirá a las Series Mundiales de Taranto en junio, así como al europeo de Francia. En octubre viajará a Australia para participar en el Mundial. A ellos se suman distintos retos personales. Y Los Angeles, donde también aspira a llegar en la mejor condición posible.

El deporte y, en concreto, el triatlón le dio alas a Nil, esas que más tarde le quitó el accidente en 2019. Un deporte que pasó a estar enterrado en lo más profundo de su interior. No fue hasta los Juegos de París, donde finalmente pudo encontrar el perdón y cerrar el círculo tras conseguir una medalla olímpica para España.