
Desde que los primeros jugadores dieran las primeras patadas a un balón, dando a luz al fútbol, han sido muchas las historias de sus protagonistas que han llamado la atención de los aficionados. La de Alexandre Villaplane es de esas que no pasan desapercibidas, aunque muchos ni siquiera sepan quién es. Con el brazalete de capitán, lideró a la selección francesa en el primer Mundial de la historia, celebrado en Uruguay en el año 1930. Poco a poco, su carrera como futbolista fue desmoronándose hasta el punto de que colgó las botas y pasó a dedicarse al amaño de carreras de caballos y el contrabando de oro. Y durante la Segunda Guerra Mundial se unió a los nazis y participó en, al menos, 10 asesinatos.
Alexandre Villaplane nació el 12 de septiembre de 1905, en Argel, capital del protectorado francés de Argelia. Con tan solo 16 años, dejó su casa y puso rumbo a Francia para instalarse con sus tíos. En África ya había destacado como futbolista y en el país francés no tardó en llamar la atención por sus habilidades dentro del campo. El FC Sètes fue el primer equipo que le dio una oportunidad, que no dudó en aprovechar. Su velocidad, remate de cabeza y regate hicieron que su nombre comenzara a sonar entre los equipos del país.
En 1926, recibió la llamada de la selección francesa y, tan solo un año después, el Nîmes llamó a su puerta. Su actuación en el conjunto nacional y en dicho club, una vez más, no pasaron desapercibidas, y en 1929 fichó por el Racing Club de France. En la capital comenzó su caída a los infiernos. Empezó a frecuentar cabarets, locales de apuestas e hipódromos, un estilo de vida que poco a poco lo fue alejando de los terrenos de juego. Ello no impidió que en 1930 fuera seleccionado para representar a Francia en el primer Mundial de la historia, celebrado en Uruguay y, además, ejerciera de capitán, un hito que lo colocó en el centro de la atención mediática.

Fue poco después cuando su carrera comenzó a torcerse. En el año 1932, fichó por el Antibes, pero su implicación en un escándalo de amaño de partidos lo llevó a ser despedido. Al año siguiente, se unió al Niza, donde demostró poca profesionalidad al no ir a los entrenamientos, mostrarse apático e indolente, lo que provocó que de nuevo fuera despedido. Su última experiencia como jugador profesional fue en la temporada 1934-1935 con el Hispano-Bastidienne de Burdeos, pero abandonó el fútbol. Ese mismo año fue encarcelado por su participación en una red de amaño de carreras de caballos.
El contrabando de oro y el nazismo
Tras colgar las botas, Villaplane se estableció en París, donde se involucró en actividades ilícitas como el contrabando de oro. Su vida dio un giro aún más oscuro durante la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes, en su estrategia de control, reclutaron a delincuentes locales para formar la llamada “Carlingue” o “Gestapo francesa”, una red de colaboradores que trabajaban al servicio de los ocupantes. Villaplane, con su historial criminal, fue uno de los reclutados.
La Carlingue, además de dedicarse al contrabando y el tráfico, se convirtió en un instrumento de represión contra la Resistencia, llevando a cabo arrestos, torturas y persecuciones, particularmente contra líderes del movimiento y judíos parisinos. A medida que la Resistencia ganaba terreno, los nazis ampliaron sus esfuerzos represivos, creando una brigada compuesta por hombres norteafricanos para combatir a sus opositores. Alex Villaplane, exfutbolista y ex capitán de la selección francesa, fue integrado en esta unidad y ascendió al rango de subteniente, llegando a vestir el uniforme de las SS.
La detención de Alexandre<b> </b>Villaplane
Enviado a la región de Périgueux, Villaplane asumió un rol activo en la persecución de miembros de la Resistencia. Se tiene registro de su participación en los hechos ocurridos el 11 de junio de 1944 en Mussidan, donde al menos 11 partisanos, incluidos menores de edad, fueron detenidos y fusilados. Posteriormente, durante un juicio, se le implicó en actos como detenciones arbitrarias, torturas, violaciones, asesinatos y saqueos.
Conforme la balanza de la guerra comenzó a inclinarse en contra de los alemanes, Villaplane intentó distanciarse de sus actos, alegando coacción y liberando prisioneros a cambio de dinero, con el objetivo de presentarse como un opositor obligado a colaborar. Tras la liberación de París en agosto de 1944, las autoridades intensificaron su búsqueda de colaboradores nazis.
Villaplane fue detenido y condenado por su implicación en al menos diez asesinatos. El 26 de diciembre de 1944, fue ejecutado por fusilamiento en el Fort de Montrouge, junto a otros miembros de la Carlingue y la brigada norteafricana. Tenía 39 años y su legado quedó marcado por su traición, en contraste con su pasado como capitán de la selección francesa en el primer Mundial de fútbol.